Wattpad Original
Te quedan 7 partes más de forma gratuita

Capítulo 3: Deseos indeseados

72.6K 5.1K 3.4K
                                    

Joder, Cerecita, cuando lo siento —maldijo él agachándose a mi altura cuando me reconoció. Su pecho descubierto mostraba los relucientes pectorales que poseía, y debido a jugar bajo el sol de la tarde, estaba cubierto por una capa de sudor. En vez de darme asco mi vientre se contrajo de aprobación. Su cabello estaba alborotado, y aunque no debería parecerme sexy en absoluto, lo encontré así al ver su cuerpo cubierto de arena en algunas zonas.

Me maldije internamente por estar pensando en lo sexy que era en vez de cuidar mi pie que parecía haberse doblado al caer sobre este. Rhett lo tomó entre sus manos, examinando la zona con sus manos ásperas pero suaves bajo su tacto. Lo dejé hacerlo, porque era su culpa que ahora estuviera tirada en la arena, sentada de manera poco femenina. Procuré cubrirme la entrepierna con el pareo y mirar a cualquier lado menos a él.

—¿Eres consciente de que es la segunda vez que nos chocamos así? —pregunté con ironía.

Rhett tuvo el descaro de sonreírme con picardía.

—Supongo que es algo nuestro, ¿no?

—Si por "nuestro" te refieres a que es completamente tu culpa, sí, lo es.

—Oye, fuiste tú quien se interpuso en mi camino. No es mi culpa que quieras chocar contra mí para tener un momento a solas. Si es así solo tienes que pedírmelo, no necesitas hacer estos teatros.

Mis dientes chocaron luego de oírlo. Rhett Saunders era el peor dolor de cabeza que alguna vez había tenido.

En ese momento sus amigos lo llamaron pero él hizo un gesto de desestimación a sus espaldas, sin mirarlos, y continuó agachado a mi lado, con mi pie entre sus manos. Podía sentir la calidez de su aliento a menta y la fuerte esencia de su colonia. Olía buenísimo. Pero eso era algo que jamás diría en voz alta. Primero muerta.

—¿Acaso te golpeaste en la cabeza la primera vez que nos chocamos? —pregunté, retórica. Saqué mi pie de su agarre, al instante mi piel sintió su ausencia pero lo ignoré poniéndome de pie. Cuando lo asenté en la arena noté cierto dolor, pero no era lo suficientemente fuerte como para no caminar. Antes de seguir mi camino, miré sus profundos ojos color marrones que parecían piscinas de chocolate. La cosa que más amaba en el mundo. Aparte del helado, claro, y las hamburguesas—. Tú chocaste contra mí las dos veces, idiota. Y si vuelves a hacerlo una próxima vez no dudes en que te golpearé, muy fuerte.

Se rio a carcajadas, como si acabara de escuchar el chiste más gracioso de su vida. Lo fulminé con la mirada, estaba tentada a golpearlo, pero decidí reservarme. Muchas personas nos miraban con curiosidad y yo odiaba que la atención estuviera puesta en mí. Es por eso que me alejé sin importarme nada, al instante su risa se cortó.

Sentí que me sujetaban el brazo por detrás. Volteé tan rápido que fue un milagro que no me mareara o me rompiera el cuello.

—No me toques, idiota.

—Y tú no me provoques, Cerecita. —Soltó mi mano al ver que no iba a ninguna parte—. ¿Se puede saber por qué me odias tanto? Creí que habíamos superado esa parte al ser compañeros de Química.

—No hemos superado nada. Tú sigues siendo un idiota molesto.

Sus ojos se entrecerraron, pero en vez de mostrar molestia, me sonrió de lado como si todo lo que le dijera le pareciera gracioso.

—Y tú sigues siendo una sexy pelirroja que se cruza en mi camino, y que creo que choca conmigo a propósito, para llamar mi atención.

Jadeé.

¿Acababa de... llamarme "sexy pelirroja"?

Mis sentidos se pusieron alertas y mis mejillas se tiñeron de rojo, como un tomate muy maduro. Nadie nunca en la vida me había llamado "sexy". Jamás. Esta era la primera vez que escuchaba esa palabra dirigida a mí, y me resultaba tan extraño que viniera del mísmisimo Rhett Saunders.

Amor en química | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora