Una trágica novela verídica no tiene su final tras la muerte del escribano.
Yamaguchi transmigra al cuerpo del escritor, el personaje con la peor suerte en la vida.
Deberá recorrer las desgracias que esconde la historia y registrarlas en su diario...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
「╥─ ᭄✾ྀ─╥」
Aquella inesperada y extraña visita de Ushijima fue el alivio de Yamaguchi para los siguientes días. Pudo comer mejor, descansar más tranquilo y recibir ayuda adecuada a la hora de levantarse y caminar.
Era agotador estar tantas horas en la cama. Por ello, de vez en cuando, se sentaba afuera con un colchón en su espalda. Tampoco quería retrasar sus estudios asi que se encontraba repasando sus notas.
—¿Tan pronto vuelves a ocuparte? —preguntó Ushijima retóricamente.
El mayor se asomó para hacerle compañía, recostándose en la columna de la terraza. Era el tiempo a solas perfecto para que Yamaguchi saciara sus confuciones.
—¿Cómo llegaste? Es imposible que te haya tomado un día.
—Llegaron extraños rumores de un niño de aquí y tu nombre estaba envuelto, por eso regresé. Para cuando tomé tiempo libre para regresar, ya estabas en otro problema que desconozco. —refiriéndose al incidente de su espalda. —Créeme, estoy más sorprendido y aún desorientado de qué relación llevas ahora con Tsukishima.
Yamaguchi nunca pensó en un título para aquella cercanía con Tsukishima. ¿Lo adoptó? ¿Le acogió como un hermano menor o es más bien joven dicípulo?
Desvió la mirada buscando en su mente una respuesta. Su vista encontró al pequeño Tsukishima dormido en sobre la pequeña mesa de comedor. Después del incidente, la ansiedad lo dejó sin sueño por unos días y Yamaguchi se percató de cuan pendiente estuvo de su salud. Sin embargo, no le ha hablado desde que le reprendió.
—No lo sé. Pensé que ya no debía seguir reconociéndolo como vándalo si puede ser y hacer algo mejor, pero es muy difícil. Tal vez me equivoco.
Aunque ahora estuviese resguardándolo, Yamaguchi no veía un cambio definitivo en Tsukishima ni en la tendencia de robar o la recién actitud agresiva contra los débiles. No tenía idea si estaba sembrando algún bien en el niño o si llegara a rendir frutos antes de marchitar o podrirse.
—¿Le tienes poca fe?
Yamaguchi le devolvió la mirada.
—No a él, sino a lo que suceda. Las desgracias no se terminan.
Ushijima respiró profundo para seguir la charla a su línea de la charla a su interés.
—¿Y qué desgracia les ocurrió esta vez? ¿Quién le hizo eso y por qué?
Aunque Yamaguchi temiera tanto al clan Bokuto, Ushijima era un mayor de quien estaba seguro de confiar por la historia.
—Ushijima-san, fui negligente. Lo dejé solo con niños extraños sin haberlo preparado del prejuicio por su mano. Tsukishima ha golpeado sin remordimiento a uno de los hijos menores del clan Bokuto y pagué por la culpa.
