Capítulo 27 •¿Moretones?•

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Maratón 3/5

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Maratón 3/5

Gire para encontrarme con aquellos ojos grises.

—Debería decir que no —respondí un tanto molesta, después de cómo me habló creo que es normal estar molesta.

—Exacto, deberías, pero pensándolo bien, te acompañare porque no quiero que te vaya a pasar algo —levanté una ceja—. En verdad.

—Así que, preocupándote por mí, ruloso —dije con burla mientras cruzaba los brazos y esbozaba una sonrisa.

—¡No me digas así! —habló enojado, me limité a rodar los ojos y a soltar un suspiro.

—Si eso quieres —descruce los brazos—. No es necesario que me acompañes, no estoy muy lejos de mi casa, mejor ve a investigar lo que de verás importa.

—Pero de verdad quiero acompañarte —me suplicó Ruggero.

—Mejor di que quieres saber donde vivo —levante una ceja.

—Tal vez —levantó los hombros y sonrió.

—Sabes, Ruggero. Creo que después de todo no eres tan malo —dije sonriendo, Ruggero cambió su rostro a uno serio. Di la vuelta para seguir mi camino.

—¿Qué? —dijo desconcertado y me alcanzó—. No es que no sea malo, ¿entiendes? Debo cuidar que no te vayan a matar, digo, me gustaría que él que te matara fuera yo —pare en seco y lo mire.

¿Debería asustarme lo que dijo?, tal vez, pero debo admitir que no me dio ni una pizca de miedo.

—No sé como reaccionar a eso —dije seria, me quede observando sus ojos, que por alguna razón esta noche se veían muy bonitos.

—No sé, tal vez con..., ¿miedo? —dijo y se acercó un poco más a mí, invadiendo mi espacio personal.

Casi podía sentir su aliento en mi nariz.

—Quisiera sentir miedo de ti, pero no —susurre lo último, parpadee un par de veces y caí en la cuenta de que mis labios estaban a centímetros de los suyos.

Abrí los ojos y me aleje de él.

—Me voy —dije seria y comencé a caminar. ¿Qué pasa conmigo?

Ruggero ya no dijo nada, gire para poder verlo y me di cuenta que ya no estaba.

—¡Ay, santa patricia de las cajas! ¿Qué me pasa? —dije preocupada.

Estaba a punto de besar al chico más temido de este pueblo, un ser sobrenatural. ¿Acaso es normal eso?

Al llegar a mi casa, volví a subir por la escalera de la cochera y me metí a mi recámara.

En mi mente aún se reproducía la escena que había pasado hace unos minutos, ¿cómo pudo pasar eso en tan poquito tiempo?

De pronto escuché pasos afuera de mi habitación, supuse que era mi abuela así que me apresure a meterme bajó de las cobijas. La puerta se abrió.

—¿Estás bien, cariño? —preguntó mi abuela entrando a mi habitación, la mire por encima de las cobijas.

—Si, ¿por qué no lo estaría? —dije frunciendo el ceño.

—Es que, escuché ruidos que provenían de la cochera —abrí los ojos, me había escuchado.

—Seguro era el viento, o cómo ya sabes, la casa es bastante vieja, es normal que se escuchen ruidos.

—Tal vez tengas razón —me sonrió—. Perdón si te desperté.

—No hay problema, abuela —le sonreí.

—Bueno, me voy, que descanses —asentí y ella salió de mi habitación.

🌙🌙🌙

Al día siguiente, Sábado, no tenía que ir a la escuela ni al trabajo, significa aburrimiento total aquí en la casa.

Me destape el rostro y quite el cabello que me cubría este, bostece y mire el reloj que estaba en mi buró el cual marcaba las 9:30 a.m., me levante de la cama, me puse mis pantuflas y camine al baño, me mire al espejo y me di cuenta que en mi rostro tenía un moretón junto a mi labio, como si alguien me hubiera golpeado, lo toque, en el momento en que mis dedos tocaron la piel de mi rostro me dolió muchísimo, aleje mi mano rápidamente y pude notar que de igual forma tenía rasguños en mis brazos.

—¿Qué me pasó? —dije asustada, abrí el grifo y moje mi rostro con cuidado de no lastimarme.

—¡Cariño! —dijo mi abuela entrando a mi habitación, rápidamente cerré la puerta del baño para que no pudiera verme.

—¿Qué pasa, abuela? —grité desde el baño.

—¡Oh! Creí que aún no te habías levantado, sólo venía a avisarte que el desayuno está en la mesa, por favor no tardes mucho en bajar —demonios, debo cubrir el moretón de mi cara.

—Claro, abuela, enseguida voy —dije.

—¿Te encuentras bien? —preguntó con voz alarmada.

—¡Mejor que nunca! Ahora voy, abuela.

—Está bien, cielo —escuche que la puerta se cerraba, señal de que mi abuela ya se había ido.

Salí del baño rápidamente tome ropa para darme una ducha rápida y me volví a meter al baño, tarde 15 minutos me seque, me puse ropa abrigadora y ahora tenía que taparme ese moretón, aunque me doliera no dejaría que mis abuelos me vean así, ¿qué voy a decir? Que me salieron así sin más, obvio no. Saque el maquillaje líquido y me lo puse, mientras hacía muecas de dolor, cuando estuve segura de que ya no se veía baje a desayunar.

Hijo de la Luna Where stories live. Discover now