Capítulo 38 •Libro•

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Con Ruggero

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Con Ruggero

—¿Ruggero? ¡Ruggero! —se escuchó la voz de Agustín.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Ruggero molesto—. Te dije muy claramente que te fueras a tu casa, no es seguro que estés aquí.

Agustín se le quedó viendo a Ruggero un tanto curioso y observó a su alrededor.

—Perdón, es que... —soltó un suspiro—. Escuché voces y ruidos extraños —Agustín frunció el ceño—. Pensé que tal vez necesitabas ayuda.

Ruggero rodó los ojos.

—No, niño, mira, aunque hubiera necesitado ayuda tú no puedes hacer nada —Agustín agachó la cabeza—. Las cosas a las que yo me enfrento no son... —Ruggero hizo una pausa—. ¿Por qué te estoy diciendo? ¡Ya vete!

—Siento si te incomode.

—Ajá, si, lo que digas, ojitos. ¡Largo! Que luego no quiero sentirme culpable si te pasa algo.

—Está bien, Ruggero.

Agustín giró sobre su eje y siguió su camino.

—Ash, que niño —murmuró Ruggero.

Narrador omnisciente

Por la noche

El frío entraba por la ventana de la habitación del hospital de Karol, ella tenía los ojos cerrados, trataba de tranquilizarse después de ser víctima de seres invisibles que arañaron su cuerpo.

Ruggero pensaba que era la oportunidad de colarse en el hospital para poder verla, así que escaló hasta la ventana abierta de la habitación de Karol y entró.

Al verla ahí, se dio cuenta que era la chica más linda que ha visto en su vida y vaya que ha visto muchas chicas, pero ella era diferente, tenía ese ángel que hacía que todo lo que ella hiciera o dijera fuera lo que él siempre quiso escuchar o ver, nadie podía compararse con ella.

Se acercó a la cama y la vió dormir, su respiración era lenta y a Ruggero se le hizo tan tierna aquella escena “pobre niña” , pensó Ruggero “Tuviste que ser tú la que me llamará la atención. Y por mi culpa estás aquí”.

Karol sintió la presencia de alguien en aquella habitación así que abrió los ojos y pudo ver al chico de ojos cafés, la luz de la luna lo alumbraba, se veía tan hermoso, un chico inigualable que si lo vieran, tendría a todas las chicas de “El beso del Diablo” tras él, Karol se sintió afortunada de ser la única que podía tenerlo tan cerca.

Sonrió y Ruggero le devolvió la sonrisa.

—Perdóname, no quería despertarte —comentó Ruggero con voz tranquila.

—No lo hiciste. En realidad no estaba durmiendo, sólo trataba de relajarme —habló Karol.

—Me alegra, yo... —Ruggero miró a sus manos y comenzó a jugar con ellas, señal de nerviosismo—. Sólo quería saber como estabas, en verdad me he estado preocupando por ti.

—¿Lo dices en serio? —Ruggero asintió—. Gracias por preocuparte, voy mejorando —soltó un suspiro—. Afortunadamente mi papá será quien me done sangre, pienso que después de eso podré salir de este lugar.

Ruggero sonrió y soltó un suspiro de alivio, después de todo, lo que dijo Lucifer no iba a pasar.

—Eso me pone muy feliz —Ruggero tomó la mano de Karol—. Tienes que salir adelante.

—Lo haré, Ruggero, es mi prioridad, aún me inquietan algunas cosas que tengo que resolver.

Ruggero frunció el ceño.

—¿Cuáles son esas cosas? —preguntó curioso.

—Bueno, creí que tú tenías el libro de las Leyendas del pueblo.

Ruggero abrió lo ojos a más no poder.

—Y lo sigo teniendo, ¿por qué dices eso? —comenzaba a alarmarse.

—El día que te fui a buscar, cuando llovía, encontré uno en mi sótano.

Ruggero tenso la mandíbula.

—¿Qué?

—Si, Ruggero, hay una copia de ese libro.

—Pero, supongo que tú lo tienes.

Karol asintió y Ruggero soltó un suspiro.

—Lo tengo muy bien guardado, creo que es muy importante.

—¡Lo es!, ese libro en manos equivocadas puede ser muy peligroso —habló Ruggero seriamente.

—¿Por qué?

—Ahí encuentras como... Asesinarme —soltó un suspiro.

Cuando Ruggero dijo eso Karol se sintió horrorizada, no podía imaginar eso. Ahora, Ruggero se había ganado su aprecio incluso algo más y no permitiría que le hicieran daño.

—En cuanto salgas de este lugar, debes darme esa copia, estará segura conmigo —comentó Ruggero.

—Claro que si, no te preocupes.

—Si, ahora lo que importa eres tú, Karol, quiero que vuelvas a ser la misma curiosa de antes.

Karol sonrió ante esas palabras.

—No eres malo, Ruggero y eso me agrada.

Ruggero le sonrió.

—Puedo ser la persona más escalofriante, pero tú me haces ser alguien más.

Ruggero se acercó poco a poco a ella y depositó un beso en sus labios, que fue muy dulce y lleno de ternura, se separó de ella y esbozó una sonrisa.

—Duerme.

Hijo de la Luna Where stories live. Discover now