Capítulo 36 •Lágrimas•

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Ruggero salió de la habitación donde se encontraba Karol, estaba muy preocupado por el bienestar de aquella linda chica

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Ruggero salió de la habitación donde se encontraba Karol, estaba muy preocupado por el bienestar de aquella linda chica.

Los abuelos de Karol se le quedaron viendo.

—¿Estás bien, Agustín? —habló Marcela.

—Lo estoy —respondió cortante—. Iré a casa y regresare más tarde para saber más del estado de Karol.

—Está bien, hijo, no te preocupes —comentó la señora.

—Y muchas gracias por preocuparte por Karol, en verdad significa mucho —dijo el abuelo.

—No hay por qué.

Dicho esto Agustín/Ruggero salió del hospital.

Comenzó a caminar hasta lo más profundo del bosque para poder salir del cuerpo de Agustín.

Al salir del cuerpo del castaño, Ruggero comenzó a llorar, algo que nunca había hecho en su larga vida.

Agustín se le quedó viendo un tanto curioso y a la vez preocupado.

—¿Puedo ayudar, Ruggero? —dijo el castaño ofreciéndole ayuda a Ruggero que por lo visto no estaba nada bien.

Ruggero negó con la cabeza.

—Todo es mi culpa, Agustín, he hecho que una persona inocente sufra por mi culpa —las lágrimas seguían saliendo una tras otra, era algo que Ruggero no podía evitar era tanto el sentimiento que sentía que incluso se estaba volviendo nuevamente humano.

Agustín al ver que el ruloso lloraba, no sabía como reaccionar, ¿abrazarlo? Claro que no, Agustín sabía que si intentaba abrazarlo, Ruggero era capaz de lanzarlo lejos y quería evitar dolor a su cuerpo.

—Escucha, Ruggero, sé que te sientes culpable por lo que está pasando con Karol, pero no debes llorar, al contrario, debes buscar la manera de ayudarla, sé fuerte por ella.

Ruggero miró a Agustín.

—He sido fuerte por más de 100 años, Agustín —dijo acercándose al castaño—. Ya no soporto ser más fuerte, lo sé, es un acto de cobardía, pero siento que todo esto se me está yendo de las manos, no sé como ayudarla. Soy un ser al cual... —Ruggero hizo una pausa—. Todos temen, todos odian, todos desprecian.

Agustín negó con la cabeza.

—No lo harían si tú no hubieras hecho tantas cosas malas, Ruggero, tú no eres malo —antes esas palabras habrían ofendido al ruloso, pero ahora ser malo era lo que menos le importaba.

—Eres el segundo que me dice eso —recordó cuando Karol le dijo algo parecido.

—Y es porque yo me he dado cuenta, a pesar de que me secuestrarás, me curaste la herida que tenía en el brazo, tienes un buen corazón. Ahora debes de ser fuerte, Ruggero, por Karol —Agustín miro él suelo—. Sé lo que se siente estar enamorado.

Ruggero miró a Agustín frunciendo el ceño.

—¡Es la cosa más maravillosa, Karol es maravillosa! —comentó Agustín—. Pero está claro que ella no es para mí.

Ruggero abrió los ojos como platos.

—Ella... Tú... ¿Estás enamorado de ella? —habló Ruggero algo serio.

—No te voy a mentir —Agustín alzó los hombros—. Es tan distinta a todas las chicas que he conocido que podría enamorar a cualquier tipo —dijo con una sonrisa—. Pero no puedo hacer nada, al parecer ella igual te quiere, por lo que me dijiste hace un rato y tú también la adoras.

—Agustín... —el castaño lo interrumpió.

—No, no te preocupes, lo entiendo, ella siempre me vió sólo como un amigo, demostrare que la quiero ayudándote.

—¿Ayudarme a mí? ¿Tú en que me podrías ayudar? —dijo Ruggero cruzándose de brazos.

—En que los dos encontremos la forma de que Karol se recupere.

Ruggero asintió.

—Pues fíjate que eso no será muy fácil, Karol perdió mucha sangre, todo depende de que el padre de ella sea del mismo tipo y si no, tendremos que ayudar a conseguirla —Ruggero volvió a mirar a Agustín—. ¡Es increíble que nunca aceptarás que te gustaba, hasta yo les decía que eran novios! —dijo Ruggero con recelo.

—No tienes porque preocuparte, ella ya me ha dejado en la friendzone —comentó Agustín sonriendo.

Hijo de la Luna Where stories live. Discover now