Capítulo 54 •Con la Luna no se juega•

102 17 0
                                    

Seguía pensando en el comportamiento de Pasquale, era muy inusual la reacción que había tenido, por lo general a los chicos que les dices algo así terminan por entender que no quieres nada, hay algunos casos en los que siguen insistiendo, pero no ...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Seguía pensando en el comportamiento de Pasquale, era muy inusual la reacción que había tenido, por lo general a los chicos que les dices algo así terminan por entender que no quieres nada, hay algunos casos en los que siguen insistiendo, pero no te tratan mal, es algo que simplemente no deben hacer si quieren ganarse el aprecio de una chica.

Pero él me agredió y amenazó y creo que eso es suficiente como para no querer verlo nunca.

Caminaba hacia mi casa, había rechazado la invitación de Agustina a su casa para ver películas y comer palomitas de maíz, pero con esta situación en la que me encuentro donde el chico que quiero ha dejado de verme durante días y por otro lado el pretendiente intenso me insulta creo que es mejor ir a dormir para olvidar los acontecimientos del día.

Cada vez a mi vida le encuentro menos sentido, las personas que quiero mueren o se alejan y eso me produce cierta depresión, como ahora.

Entré a mi casa mirando al suelo, sabía que mis abuelos estaban en la cocina esperando a que fuera a avisarles que ya había llegado, pero no lo hice, sólo arrastre mi existencia a mi habitación, donde se que nadie me molestaría.

Con Ruggero

Después de que el ruloso hablara con Agustín, decidió darle una pequeña visita a Karol, pero sin que ella lo viera, estaba desde las alturas de un árbol, sentado en las ramas, observando a la chica quien hace poco había llegado a su casa, Ruggero sonrió al poder verla y saber que estaba bien.

—Pronto estaremos juntos —dijo mientras sonreía—. Lo prometo.

Las horas pasaron y Ruggero seguía observándola por la ventana, ella leía acostada en su cama sin saber que el chico que ella quería estaba a unos metros de ella, observándola para asegurarse de que estaba bien.

Al día siguiente

Ruggero corría a toda prisa hacia el monte, aquel monte donde su padre biológico lo había abandonado cuando era apenas un bebé, se preguntaran el por qué. Su madre lo había quedado de ver ahí, donde todo empezó.

Al llegar, la luna ya estaba esperándolo.

—¡Cariño! —dijo la luna y soltó un suspiro—. ¿Estás seguro de qué esto es lo que quieres hacer? —preguntó girando a verlo.

—Si, sólo ella puede hacerme feliz, madre y quiero estar a su lado el resto de mi vida —habló Ruggero

—¿Comprenderás que serás un mortal al igual que ella, verdad? —cuestionó la luna levantando una ceja.

—Estoy dispuesto a hacerlo. Sólo convirtiéndome en un mortal podré ser libre de estar con ella y así nadie ni nada podrá separarnos.

La luna se acercó a su hijo lentamente.

—Sabes que te amo, Ruggero —dijo y acarició la mejilla del ruloso—. Sólo quiero tu felicidad y aunque te deje de ver para siempre tienes que tener presente que siempre te voy a amar y a cuidar desde arriba —dijo.

—Lo sé, madre —le dió un abrazo a su mamá que había cuidado de él desde bebé y que le había brindado refugio cuando había quedado solo en el mundo—. Dime lo que tengo que hacer, mamá, en tres días serás la luna creciente.

Ella asintió.

—Viernes de luna creciente —dijo la bella mujer—. A las 11:55 de la noche, debes nuevamente declararle tu amor a Karol justamente aquí, en este monte, donde todo empezó y terminara, tus poderes serán eliminados y te convertirás en un mortal, todo saldrá al pie de la letra si ella te ama también, si no lo hace, deberás abandonar el pueblo para venir nuevamente conmigo y ahora jamás regresaras —Ruggero escuchó todo con atención—. Y una última cosa... —dijo la luna levantando el dedo índice—. Y la más importante, a cambio de lo que voy a hacer por ti —hizo una pausa y sonrió la luna—. Quiero que me entregues al primer hijo que tengas con esa chica.... Alguien debe ocupar tu lugar para ser mi hijo.

Ruggero abrió los ojos a más no poder.

—¿Quieres que el primer hijo que yo tenga...  Sea como yo? —la luna asintió.

—La Leyenda no se debe terminar, así será, Ruggero, yo hago que seas un mortal como tu amada, pero quiero a tu primer hijo.

Ruggero sabía lo que se sufría al ser hijo de la luna, pero era un trato. Y con la luna no se juega.

Hijo de la Luna Where stories live. Discover now