En casa

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Tarde pero seguro xd. 

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A Dazai siempre le ha gustado rondar por los lugares que su padre le decía no tenía permitido ir. 

¿Qué le iba a hacer si le desobedecía? ¿Encerrarlo en una jaula? ¿Destronarlo? Nah, no podía. Era el único heredero y el tritón joven más fuerte que rondaba por esas aguas, no podía hacerle nada de eso. 

Como sea, ese día se alejó un poco más de lo planeado. El sol estaba en su máximo esplendor por lo que podía observar desde abajo del agua, así que no tenía muchas ganas de asomar su cabeza por afuera de la superficie. Sin embargo, algo llamó su atención.

Parecía una balsa... o mejor dicho, un resto de un barco, flotando y moviéndose con lentitud por el mar. Como el tritón curioso que es, no tuvo más remedio que nadar hasta la superficie para ver si había algo interesante encima de la madera. 

No había algo, sino alguien interesante. 

Sobre la madera, se encontraba un joven hombre, probablemente el más hermoso que había visto en todos sus años de vida. Este andaba con las ropas hechas un desastre, como si hubiera tenido la pelea más feroz de su vida; unos que otros rasguños y golpes sobre su pecho al descubierto; su cabello, largo y pelirrojo, parecía fuego ante la luz potente del sol, tan hermoso que Dazai incluso pensó que era falso; su rostro era como un tesoro mismo, fino, adornando sus mejillas y nariz con pecas, con los labios más esponjosos y rosados que jamás había visto, las pestañas largas y la nariz respingada. 

Había encontrado algo mejor que un tesoro. 

El desconocido se movió incómodo, tenía el ceño fruncido y el labio torcido, probablemente estaba adolorido. 

—¿Hola~? 

Su sola voz hizo al pelirrojo abrir los ojos rápidamente, buscándole con la mirada. Este despertó por completo al verificar que, en efecto, había alguien más aparte de él en estas aguas.

—¿Q-quién eres? 

¡Hasta sus ojos eran lindos! Combinaban con el mar mismo y brillaban a pesar de estar despertándose. ¿Por qué no habían sirenas así en el reino? Como sea, ahora que estaba despierto...

—Tu ángel de la guarda —mintió, sonriendo al notar cómo el pelirrojo alzaba una ceja confundido, agarrándose la cabeza. 

—Dios, debo haber quedado loco si ahora estoy viendo tipos raros con vendas... 

Dazai rio a lo bajo y, para empeorar la expresión del pelirrojo, dejó salir parte de su cola a la superficie, llamando la atención del humano que-

—Sí. Loco —el pobre se talló ambos ojos, como si estuviera tratando de verificar que estaba viendo bien. 

Dazai tenía dos opciones. 

La primera, era matar al humano y conservarlo como su mejor tesoro jamás encontrado en su vida. 

O dos, podría salvarlo, porque estaba casi seguro de que en esas condiciones, no iba a poder ni siquiera pescar para poder alimentarse. 

La primera era muy tentadora... Pero, conforme más lo veía... esas mejillas sonrojadas, esos ojos azules más vivos que el mar y ese cabello largo que podría crecer más... La segunda opción se veía más viable. Quiero decir, aún vivo podría ser su tesoro más grande jamás encontrado, ¿no? Incluso es mejor que esté vivo, así se apreciaba mejor.

Con eso resuelto...

—Voy a conseguirte comida y agua que puedas beber... —el pelirrojo alzó una ceja incrédulo, y algo le decía a Dazai, que seguro andaba pensando que estaba alucinando, como sea... —. Así que no te vayas a ir de aquí, pequeño.

Eso, pareció llamar más la atención del humano. 

—¡Mi nombre es Chuuya, caballa! ¡No pequeño! 

¿Caballa? Oh, ese es nuevo. Le han dicho maldito, idiota, demonio, enemigo de todas las especies... Pero jamás caballa, lindo. 

—Claro, claro, Chuuya~. Pero mi nombre es Dazai, no caballa. 

Observó cómo el pelirrojo- Chuuya, viraba los ojos. Le guiñó el ojo antes de volver a meterse a las profundidades del agua e ir a pedirle un favor a su amigo que conocía más de humanos que él. 

Tardó un poco más de lo que planeaba en conseguir todo lo que iba a utilizar en Chuuya; su comida, algunas medicinas y vendas para las heridas, una pequeña sorpresita... Así que llegó a pensar que este tal vez haya seguido remando lentamente para buscar tierra. Sin embargo, cuando volvió al mismo lugar en el que lo dejó, el pelirrojo seguía ahí, sentado, con solo los pantalones, un collar y un sombrero de pirata puestos, viéndose las heridas y cicatrices. 

Un pirata. Eso tenía sentido. 

—Chuuya, es lindo ver que sigues aquí —ya era de noche incluso, el cielo estrellado y la luna su única fuente de luz.

El pelirrojo le vio como si de verdad fuera su ángel guardián, porque en seguida se inclinó hacia donde él estaba. 

—¿Conseguiste comida? ¿Agua? 

Con una sonrisita satisfecha y orgullosa, le mostró la bolsita con todos los suplementos que había logrado adquirir, y se lo tiró para que Chuuya lo atrapara. 

Cosa que hizo, sus ojos azules brillando de alegría y alivio al sacar la botella del agua para darle un gran sorbo, y luego morder el sándwich de atún (este también lo robó) con rapidez. 

Así estuvieron los siguientes cinco minutos; Chuuya devorando y tomando todo lo que le trajo, él, observando desde el agua con una sonrisita. 

Cuando el pelirrojo por fin sació su hambre y sed, le volteó a ver, esta vez, se veía menos molesto.

—Gracias, cab- Dazai. 

Bien, ahora que eso estaba resuelto... 

—No hay de qué. Pero déjame ayudarte con tus heridas —pidió, poniendo en su sonrisa más encantadora, la que sabía atraía a las mujeres y hasta incluso a hombres.

Sin embargo, Chuuya le vio con cautela, sus ojos entrecerrados. 

—¿No tendría que... tirarme al agua contigo? ¿O vas a subir a esta pequeña madera? 

Bien, hora del plan. 

De la otra bolsa en donde tenía las medicinas y demás cosas, sacó una pequeña botellita que parecía veneno, más que nada. 

—Subiré contigo, por supuesto. 

—¿Puedes hacer eso? —le preguntó Chuuya. 

Pero él ya había tomado un poco del líquido que, sinceramente sabía espantoso y...

Chuuya... ¿Qué hizo Chuuya para merecer esto? ¡Él solo quería ser un buen capitán de su barco! No es su culpa que lo hayan traicionado y tirado al mar para morir... O bueno, tal vez no debió de pelear cuando Shirase le dijo que habría cambio de capitanes... ¡El punto es que no debería de tener que aguantar a un tritón raro con vendas! 

Al cual, por cierto, le estaba cambiando la cola por... ¿eran esas piernas? Vio con sorpresa y algo de horror cómo aparecían las largas piernas del otro.

—¿Cómo...?

Dazai, quien se veía igual de sorprendido pero alegre de que la extraña poción no le haya matado y sí haya funcionado, empezó a subir al pequeño pedazo de madera donde estaba Chuuya, donde solo cabían dos personas, solo para que-

—¡Estás desnudo, idiota! 

Y sí, lo empujó devuelta al mar... Lo cual le dio algo de gracia. 

Porque Chuuya andaba con la cara toda roja y una mueca.

Lo que ninguno de los dos sabía, era que ambos iban a encontrar esa pieza que faltaba en sus vidas y que, tarde o temprano, se volverían en la favorita del uno y del otro. 

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Hacen falta más fanfics con esta temática UnU. 

Siguiente: El otro lado de la moneda.

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