Capítulo 6

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Un poco más, espero les esté gustando. Saludos

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La primavera se notó en el aire y también en la gente, era como si el mundo volviera a ponerse en marcha, cada estación tenía su misión, sus tareas, pero en primavera era notable el cambio en las personas. Sin embargo, aún en la estación del renacimiento, había pérdidas.

Bertea y Gía no habían podido salvar a un enfermo que habían atendido durante semanas, así que la muchacha había estado desanimada por aquella batalla perdida.

Su maestra la había echado de la consulta para que pudiera distraerse un poco, así que la joven había tenido que buscar nuevas ocupaciones.

Había intentado ayudar en la cocina, pero había sido expulsada al poco tiempo, su talento como sanadora no era correlativo con talento para cocinar. Había usado demasiada sal, dejado quemar una de las preparaciones y agregado exceso de especias a otras.

-Ve a tomar un poco de aire, Gía- había dicho suavemente su tía ante la mirada irritada de todas las cocineras.

Había intentado distintas actividades, pero fue infructuoso. Pertenecía al dispensario, en los demás lugares se sentía sumamente inadecuada o perdida. Pero sabía que Bertea no la aceptaría hasta que hubiera descansado y despejado un poco su mente, así que fue a buscar una tarea que si le interesara y que pudiera combinar con algo que la alegrara.

-¿Qué haces aquí?- preguntó Arren acercándose a ella.

-Separo hierbas y las pongo a secar – respondió ella que estaba sobre una manta con manojos de hierbas que seleccionaba cuidadosamente.

-Estás junto a las lizas- le aclaró él señalando el lugar donde él y sus hombres estaban practicando con las espadas.

-Estoy cerca, no junto.

-Es peligroso

-Necesito un espacio abierto, bajo el sol. Y no me dejas salir fuera del castillo, pensé que estarías tranquilo si estaba aquí ¿Por qué eres tan difícil de complacer? Además dudo que tú o tus hombres sean tan poco hábiles como para lanzar una espada hacia aquí.- argumentó ella.

-Me distraes- sentenció el capitán.

-Me alegra oírlo – respondió ella con una amplia sonrisa y él solo gruñó, luego se alejó porque sabía que era una pelea perdida.

Gía se alegró de haber ganado aquella pequeña batalla, podía seguir clasificando las hierbas y a la vez estar cerca de él, no solo porque le gustaba observarlo sino porque escuchar su voz dando órdenes a sus hombres, le daba tranquilidad. Arren y su dinamismo le contagiaban una vitalidad que la alejaba de pensamientos tristes. Y sentía que todo estaba bien si él estaba cerca.

A los pocos días, Gía pudo volver a reintegrarse a sus actividades con Bertea , así que le dio un poco más de libertad a Arren, aunque durante su práctica en las lizas hubo varias veces en que la buscó con la mirada para luego recordar que ya no estaba allí.

Aunque la guerra en el norte era una amenaza latente, aunque tanto el Señor de Skye como su Capitán sentían que debían estar alertas, el festival de primavera se realizó con la misma algarabía de todos los años. Aún en tiempos oscuros, se necesitaban pausas para ser felices.

Se preparó comida y bebidas, las mujeres sacaron sus mejores vestidos y se coronaron con flores, los niños obtuvieron el permiso de andar despiertos aún siendo tarde. Hubo música, juegos, baile.

Arren miró a Gía que tras recorrer los puestos se había sentado en una piedra a mirar de lejos como los demás bailaban. A veces, la jovencita desprendía un aire de soledad, como si estuviera fuera, como si no perteneciera a aquel cuadro que observaba.

El Capitán y la SanadoraWhere stories live. Discover now