Capítulo 8

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Arren había esperado que después de poder hablar sobre lo sucedido, Gía volvería a actuar como antes. Él le había dicho que había sido lo correcto defenderse, también sus tíos la habían apoyado, pero aún así , ella no parecía mejorar. En lo exterior actuaba muy parecido a antes, se encargaba de sus tareas y respondía que estaba bien si alguien le preguntaba, pero no era la misma de siempre.

Él debería haber llegado previamente a que ella se salvara a sí misma, pero ya no podía cambiar lo sucedido. Y se alegraba de que hubiera matado a aquel maldito para salvarse. De hecho , cuando pasara un tiempo, iba a enseñarle a defenderse.Pero cuando se lo había comentado, ella no había estado de acuerdo.

-No es necesario, Arren. Estoy bien- había dicho sucintamente y luego se había marchado con alguna excusa. Antes siempre lo buscaba, ahora parecía rehuirle.

Tampoco el señor de Lowen sabía cómo proceder con su sobrina, también había creído que sería cuestión de tiempo, pero aunque ella se esforzaba en demostrar que estaba bien, podían notar que no lo estaba.

Su tía la acompañaba en silencio, esperando señales que le dijeran que era lo que Gía necesitaba. También Bertea la había vigilado atentamente y fue ella quien pidió reunirse con los señores de Skye y con Arren.

-No está mejorando – dictaminó.

-Pero lo hará, una vez que pueda asimilar lo sucedido, ella es fuerte – dijo su tío.

-Y lo que hizo fue justicia, era su vida o la de él-agregó el capitán.

-Me temo que no entienden, no es cuestión de tiempo. Haber matado a alguien, aunque fuera necesario, no es algo que pueda sobrellevar fácilmente. Ella es una sanadora, y no me refiero solo a que es mi discípula, sino a algo con lo que nació, que es innato en ella, que quizás ya viene desde su madre. Por lo o tanto haber matado a una persona ha herido lo más profundo de su esencia. No pudo ayudar al joven señor de Reith, ni al niño enfermo, y luego se vio forzada a quitar una vida, Gía no es tan fuerte como creen.

-¿Y qué se supone que hagamos? – preguntó el señor de Skye.

-Creo que deberíamos enviarla una temporada d lejos de aquí, pensé en mi pueblo natal.

-No- dijo Arren y Bertea lo miró en forma desaprobadora. Su tía también objetó.

-¿Enviarla lejos? No creo que sea lo correcto, aquí es su casa, aquí cuidaremos de ella, estamos los que la queremos, estoy segura que ...

-No, mi señora- interrumpió Bertea- justamente ese es el problema. Las heridas curan más rápido si no se cubren, pero estando aquí, ella seguirá fingiendo que está bien, seguirá ocultando su dolor hasta que eso se vuelva algo demasiado pesado y se le infecte dentro. No quiere herir a los que ama, pero cubrir lo que sucedió no la ayudará.

-La haremos hablar entonces, y llorar , o lo que haga falta para que pueda superarlo- insistió Arren.

-No es la forma y no lo hará.No es una batalla que podamos luchar por ella.

-Pero sí juntos – dijo Vivienne-No puedo enviarla lejos, Bertea.

-Estoy dando mi opinión como sanadora y como su maestra, quizás las heridas no estén en su cuerpo pero puedo verlas, y si la dejamos seguir aquí, no sanará.

-¿Y cometeremos el mismo error de nuevo? ¿La enviaremos lejos donde no podamos cuidar de ella?- inquirió Arren molesto.

-Arren, de eso se trata , aquí no solo está cargando su propia culpa, sino la de todos nosotros que no pudimos protegerla, y si dejamos que el miedo que sentimos por ella eche raíces, Gía terminará perdiendo su valor. Debe luchar y recuperar sus propias fuerzas- dijo suavemente y Arren calló porque estaba enojado, porque aquella idea de enviarla lejos le parecía absurda, y porque sabía que lo que Bertea decía era verdad. Gía hablaba, sonreía, andaba ocupada de un lado a otro, pero parecía apagarse cada día más.

El Capitán y la SanadoraWhere stories live. Discover now