Un poco más, voy lento, porque mi cabeza anda muy ocupada, no de la mejor manera, y poco espacio para las historias
Abrazo grande
Abrazo doble por ser hoy el Día de la Mujer, que siempre se respeten sus derechos y sean libres para ser quienes quieran ser, sin miedos
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Gía se quedó trabajando hasta tarde, hasta que Bertea la echó. Al salir se encontró a Arren esperándola. Era extraño volver a verse después de su discusión. Empezaron a caminar juntos hacia el castillo
-¿Puedes curarlo? – preguntó y ella un poco confundida iba a preguntar de quién hablaba hasta que cayó en la cuenta de que se refería a Reith.
-No, solo aliviarlo un poco del dolor y mejorar su condición mínimamente.
-Es una pena- dijo él pero su tono era brusco.
-Lo es- respondió pensativa , aquello la frustraba como sanadora y como amiga
-Sí, si pudieras curarlo te sería más fácil librarte de él- dijo y ella detuvo su marcha.
-¡Arren! Es mi amigo, no quiero librarme de él, quisiera poder ayudarlo, él intentó ayudarme y se lastimó.
-Es verdad, no quieres librarte de él- dijo brusco y se alejó de ella. Luego se detuvo varios metros adelante y la miró- Vamos, es tarde- la llamó. Gía iba a rebelarse pero solo iba a parecer una niña malcriada y ya no quería pelear más con él, parecía que sus últimos encuentros siempre terminaban en discusión. Se apresuró y volvieron juntos y en silencio. La acompañó hasta la puerta de su habitación.
-¿Quieres entrar? – le preguntó provocadora, pero su tono de voz denotaba que estaba enfadada por aquella custodia tan celosa.
-Que descanses- respondió Arren y se marchó.
En la tarde había visto a Reith de Fion entrar en la consulta, y aunque había deseado entrar tras él se había comportado y había esperado fuera, calmado. Y una vez que el joven se había ido ,se había quedado allí esperando a Gía, y durante la espera no había podido evitar que su malhumor creciera. Quería a Reith lejos de ella, si pudiera intercambiar su brazo sano con él para que la joven no se sintiera culpable por aquella herida, lo haría, pero no era posible y pensaba que eso siempre la ataría al heredero de Fion de alguna manera. Aquel día ambos habían estado juntos, ambos habían salido heridos y él había llegado tarde.
No sabía qué palabras decir, no sabía cómo llegar a ella, e invariablemente terminaban discutiendo.
El joven capitán estuvo taciturno en las jornadas siguientes, se ocupó de la seguridad de sus señores pero evitó interactuar con ellos, especialmente con Gía.
-¿Qué harás con Arren? – le preguntó Bertea a su discípula.
-¿Qué tengo que hacer con él?
-Creí que tú tenías algo que ver con su humor de perro rabioso, ¿no pelearon?
-No, bueno, no exactamente – intentó explicarse porque ni ella entendía cómo terminaban enfadados.
-Había recuperado su buen humor cuando volviste, pero ahora vuelve a ser un incordio para todos. Exactamente como en los años que estuviste fuera, así que pensé que tenía que ver contigo.
-¿Él no estuvo bien cuando me fui? – preguntó.
-Fue una completa molestia, niña. Así que deberías hacer algo con él antes que nos empiece a volver locos.
YOU ARE READING
El Capitán y la Sanadora
RomanceGía es una jovencita con una capacidad innata para curar, es la sobrina de los señores de Skye y tiene una personalidad tan chispeante como su cabello rojo.Y tiene un amor unilateral por Arren, el Capitán de la guardia de su tío. Él la trata como...