18 | De tripas, corazón

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18 | DE TRIPAS, CORAZÓN

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18 | DE TRIPAS, CORAZÓN

Los días transcurrieron con normalidad o más bien lo que quedaba de ella. La herida de Teodora sanó con éxito, pero los daños colaterales que recibía la aldea de Lejre, así como toda Dôr o Gwaith, se iban intensificando. La Tierra en la que hasta ahora había vivido la guardiana tampoco se libraba: fenómenos meteorológicos fuera de lugar se iban produciendo, así como el calor abrasante que con éxito mató al invierno aquel año.

Teodora debía tomar una decisión.

—Teo, ¿me estás escuchando? —preguntó su abuela. Teodora sacudió la cabeza, despertando de sus pensamientos.

—Perdón, ¿qué decías? —La abuela de Teo la miró cómo si estuviera leyéndole los pensamientos a través de la mirada.

—¿Qué te pasa? Te noto dispersa, ¿hay algo que me quieras contar? —Teodora negó con la cabeza.

—Estoy bien abuela, es que... —Bajó la cabeza. En el fondo, sabía que por muy surrealista que pareciera todo aquello, no podía alargarlo más. Había experimentado que todo aquello era real y la cicatriz en su pierna lo demostraba. Debía tomar una decisión en ese momento—. No quería decírtelo tan repentinamente, pero... —Levantó la cabeza para ver mejor el rostro de su abuela. La anciana la observaba con preocupación—. Voy a irme una temporada.

—¿Irte? —La abuela de Teo frunció el ceño, confundida—. ¿A dónde?

—Me voy... De viaje, con una amiga. A Europa y después a la India.

Era una mentira pésima. Teo odiaba mentirle a su abuela, odiaba tener que encubrir toda aquella locura con mentiras, pero era la única forma de protegerlos. De lo contrario, si Teo les explicaba todo, puede que se rieran de sus palabras o, lo que era peor: encerrarla en un manicomio.

—¡¿A India?! —exclamó la anciana—. Pero no lo entiendo. —Sacudió la cabeza, desconcertada—. ¿Y tus estudios? Aún no has terminado el curso. ¿Qué se te ha perdido por allí? ¿Porqué no me lo has dicho antes?

La abuela de Teo la miraba intensamente, sobresaltada por aquella noticia. Tomándola de las manos, Teodora no podía mantenerle la mirada durante mucho tiempo, temerosa de que su magnífica muralla interior construida pudiera desmoronarse en cualquier momento. A cambio, una lágrima amenazó con salir, pero Teo hizo un esfuerzo enorme por mantener la compostura.

En aquel momento, descubrió el significado de lo que era hacer de tripas, corazón.

—Lo sé, pero ya está todo solucionado. Tengo los papeles en regla y... Necesito hacer este viaje, abuela. Será un viaje para estudiantes, no seremos las únicas en hacerlo —dijo casi convenciéndose a sí misma de su propia mentira. Era lo peligroso de las mentiras: nunca sabías cuando podrías caer tú mismo en ellas. Teodora agarró las manos de su abuela con fuerza, esta vez aguantándole la mirada. Tuvo que hacer un esfuerzo tremendo para conseguirlo sin derrumbarse—. Siento no habértelo podido decir antes, no he estado pasando por un buen momento. —Tragó saliva al decirlo.

CRÓNICAS DE LA MADRE TIERRA I: Los mundos de TeodoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora