35 | El Castillo de Dôl

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35 | EL CASTILLO DE DÔL

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35 | EL CASTILLO DE DÔL

El muchacho yacía inmóvil sobre la nieve fría. Su rastro de sangre contrastaba con la blancura de la superficie y su piel estaba tan pálida que ni siquiera había rastro del rosado de sus labios. Bajo sus ojos, dos oscuras manchas lo delataban.

Parecía un cadáver.

Shaun se agachó al lado del cuerpo y apoyó su oreja sobre el pecho del chico mientras el viento frío le alborotaba el cabello.

—Está vivo —dijo mirando a los demás. Y enseguida reaccionó: ejerciendo su máxima fuerza posible, tomó al chico en brazos—. ¡Rápido! Hay que darle calor.

Dado que ya no llevaban los carruajes con ellos, Amira se quitó una de sus capas de abrigo para extenderla en el suelo, pero Ethan la detuvo poniendo una mano sobre su brazo. Amira lo miró sorprendida.

—Yo lo haré. —Quitándose una primera capa de su abrigo, la extendió sobre el suelo y Shaun tumbó al chico en ella. Laila se apresuró y le tendió una manta por encima.

—Está herido —dijo Nathalia, observando la herida: a un lado de su torso se extendía un gran corte abierto del que momentos antes habría salido una gran cantidad de sangre.

—Hay que darle algo caliente —añadió Teodora.

—Toma, le vendrá bien. —Varion le tendió una cantimplora con una bebida caliente en ella.

En cuanto la agarró, Teodora se arrodilló al lado del chico y alzó su cabeza con cuidado, apoyándola sobre sus muslos. El chico estaba tan inmóvil que su cabeza caía muerta. Con leve esfuerzo, puso el cuello de la cantimplora sobre los labios del chico.

—Su pulso es débil —dijo Laila, que mantenía el dedo índice y el dedo corazón sobre el cuello del muchacho, tomándole el pulso. Pero a pesar de tener el pulso débil, el chico sorbió con esfuerzo de aquel líquido caliente que ahora pasaba por su garganta.

Estaba vivo.

—Otro guardián... Y moribundo. —Lamentó Varion—. Eso solo complica las cosas.

—Tom, ¿no hay algo que puedas hacer? —le pidió Amira.

—Sí, puedo proporcionarle calor. Solo así puedo acelerar el proceso.

—Hazlo. —Teodora pronunció aquello con decisión mirando al brujo.

Tom asintió y se agachó al lado del cuerpo del chico. A pesar de tener las manos rojas y heladas de frío, el brujo quitó las capas de ropa del muchacho que le impedían el contacto con su piel y puso las manos sobre su pecho desnudo. Cerró los ojos y ocurrió un proceso mágico que hizo que la piel de aquel cuerpo empezara a sudar extremadamente. De las manos del brujo salía una pequeña luz que iluminaba la zona allá donde estaban puestas. El chico empezó a temblar ligeramente, a remover su cuerpo y su cabeza. De repente, empezó a murmurar algo.

CRÓNICAS DE LA MADRE TIERRA I: Los mundos de TeodoraTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon