36 | Edelweiss

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36 | EDELWEISS

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36 | EDELWEISS

Ante ellos el camino les abría paso a un barranco en el que su caída te llevaba a la muerte segura. Desde aquella altura se podía ver todo el valle nevado, claro que la oscuridad de la noche no facilitaba la visibilidad. En plena noche, lo único que pudieron visualizar eran los detalles luminosos de las torres del castillo, cuyos cimientos se extendían por un lateral hasta el fondo de las montañas y más allá. Al mirar arriba con una bocanada de aire, Teodora pudo observar que estaban en mitad de dos de los picos de aquella majestuosa montaña.

Allí arriba, el viento era aún más frío.

—¿Creéis que nos atenderán a estas horas de la noche? —preguntó mirando embobada hacia arriba en las torres. Tuvo que apartarse unos mechones de cabello que se agitaban frente a su boca a causa del viento.

—No lo sé —dijo Shaun a su lado, también mirando con asombro el sublime castillo—. Pero si queremos que Boris y Nathalia estén a salvo, más nos vale intentarlo. —Teodora asintió.

Todos se dirigieron con cansancio frente al gran portón de madera. Sus pies estaban tan adoloridos que casi no sentían el impacto contra el suelo al caminar. Sus piernas, aun moviéndose por la inercia del movimiento, se arrastraban con pesar y su cuerpo estaba caliente, sudoroso, debido al esfuerzo. Sin embargo, no podían quitarse demasiadas capas de abrigo si no querían terminar con una hipotermia. Teodora y los guardianes observaron el castillo que se imponía frente a sus ojos; grande y solemne sobre unos fuertes cimientos de piedra y madera de roble, reconstruida y barnizada.

Era un castillo digno de novela que daba perfectamente lugar a la imaginación.

—¡Alto ahí! —exclamó desde arriba de la torre un elfo. Llevaba una ballesta apuntándoles directamente y un quinqué que colgaba del techo iluminaba su rostro de piel oscura. En la otra torre, otro vigilante los apuntaba con la misma arma—. ¡¿Quiénes sois y qué hacéis aquí a estas horas?! —reclamó con exigencia.

—Disculpe, soldado —habló Varion—. Mi nombre es Varion y soy el comandante del Ejército Real de la Reina Erulissë. Venimos por orden de la Reina a acompañar a los guardianes, traemos noticias urgentes.

—¡¿Guardianes?! —exclamó el otro vigilante—. ¡Eso es imposible! ¡Solo hay un guardián!

—¿No les han llegado las noticias? —susurró Tom con el ceño fruncido al lado de Shaun—. Así va todo...

—¡Es posible! —exclamó Teodora, que caminó hasta llegar al lado de Varion—. El comandante está en lo cierto. Mis compañeros y yo deseamos conversar con el alto mando —dijo señalando al resto de guardianes con la mirada—. La Reina Erulissë y Adrus, el jefe de los enanos, mandan un encargo importante.

—Señor, llevamos viajando muchísimos días. —Intervino Amira, que también se puso al lado de Teodora—. Estamos agotados y hemos sido atacados en varias ocasiones. Si no quieren recibirnos ahora lo entenderemos, pero al menos dejad que nuestros compañeros malheridos puedan estar a salvo. —Amira hizo uso de su empatía mientras señalaba a Nathalia y a Boris.

CRÓNICAS DE LA MADRE TIERRA I: Los mundos de TeodoraWhere stories live. Discover now