37 | La convergencia de dos mundos

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37 | LA CONVERGENCIA DE DOS MUNDOS

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37 | LA CONVERGENCIA DE DOS MUNDOS

Cinco días. Cinco días habían pasado desde que los guardianes se despidieron de sus acompañantes, de sus amigos. Cinco días sin saber noticias de Shaun, ni de Laila, ni de ninguno de ellos.

La preocupación carcomía a Teodora por dentro. Dormir en aquella habitación sin Shaun había sido duro para ella y el no saber si estaban bien, si su viaje de regreso estaba yendo correctamente y sin complicaciones era algo que no le permitía vivir con tranquilidad ni paz interior. El Capitán Aritz estaba siendo amable con ellos, pero a la vez firme en sus decisiones. Decretó que, como miembros de la comunidad que eran ahora, deberían seguir un horario al igual que el resto de personal. En sus propias palabras: «ser guardianes, humanos, no os extingue de vuestros deberes y vosotros más que nadie debéis aprender a defenderos». Claro que Teodora trató de conversar lo mínimo posible con el Capitán. A penas le dirigía la palabra y cuando lo hacía, lo hacía de forma seca. Comprendía su decisión, pero no comprendía el autoritarismo al decidirlo por su cuenta: nadie los había consultado. Y por si fuera poco, no rendía en los entrenamientos. De hecho, no hacían más que recordarle a sus entrenamientos con Shaun en Lejre durante sus primeros días allí.

Ethan la tiró de repente al suelo tras hacerle una zancadilla en los pies con el bastón con el que entrenaban en el patio de entrenamiento. Teodora cayó al suelo torpemente, sobre la tierra mojada.

—¿Estás bien? —Ethan le tendió la mano para ayudarla a levantarse.

—Sí. —Bufó Teodora, ignorando el gesto de su compañero y levantándose a solas. Aritz los controlaba desde lejos, observándolos de brazos cruzados y con su presencia imponente mientras la miraba fijamente con el ceño fruncido.

—Meller —exclamó el comandante encargado de entrenarlos llamando a Dylan—. Ocupa el puesto de Evans. Creo que a la guardiana le vendrá bien descansar —dijo mirándola con desaprobación.

Teodora le devolvió la mirada con indiferencia y soltó un bufido para alejarse de allí mirando al suelo, pero una voz masculina la detuvo.

—¡Evans! —exclamó Aritz acercándose a ella con decisión. Cuando estuvo frente a la guardiana, le indicó con la cabeza que lo siguiera.

Obviamente, seguirlo era lo último que quería hacer Teodora, pero lo hizo. Observó las botas militares negras del Capitán pisar con firmeza el suelo hasta llegar a unas escaleras. El Capitán miraba a su alrededor con la mandíbula tensa mientras subía los escalones. Teodora miró entonces a sus compañeros: los únicos que entrenaban eran Dylan, Ethan y Amira. Los chicos estaban concentrados entrenando y Amira la miraba mientras seguía al Capitán. Teo se encogió de hombros y volvió la mirada al frente en el momento justo para no caer de bruces contra el suelo y detenerse con sus propias manos sobre uno de los escalones.

—¿Estás bien? —Aritz le tendió la mano para ayudarla a levantarse, pero Teodora lo ignoró; se sentía ridícula.

—Sí. —Se levantó sola. El Capitán la miró con duda y continuó caminando. Teodora lo siguió de nuevo sin ánimo.

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⏰ Última actualización: May 06 ⏰

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CRÓNICAS DE LA MADRE TIERRA I: Los mundos de TeodoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora