CAPÍTULO V

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Cuando salí de mi casa temprano el sol aún no salía, aunque el ambiente se sentía cálido. Adrien me había prohibido pasar por él antes de las siete de la mañana así que me dirigí directamente a la editorial después de pasar por mi indispensable café, que hoy fueron dos. Me sentía exhausta. Mi noche había sido bastante larga, y eso era evidenciado en mi cansancio. Había pensado muchísimo en lo que sucedía en la editorial poniéndome de tarea estar al pendiente de todo lo que Adrien había hablado.

-Buenos días, Nuñez- Susana sonrió en la entrada de la sala, que miré vacía.

-Veronica no ha llegado, señorita Dupont- suspiré buscando mantener la paciencia. Suficientes cosas tenía para pensar como preocuparme por los horarios de Gonzales en este momento, aunque lo haría después- Por cierto, quería pedirle un favor- la miré mientras me entregaba los escritos que había recolectado.

-Dígame.

-Tuteeme- la miré por unos segundos- Sé que es... informal, pero prefiero que me llame por mi nombre, me hace el ambiente más cómodo- asentí un poco.

-Esta bien Susana- toqué su hombro y me dirigí al ascensor. Era una chica alegre y en la que era muy fácil confiar. Sus buenas vibras me hacían sentir segura de tutearla y poner mis intereses laborales en sus manos. Ella era eficiente y puntual, cosa que no podía decir de Verónica. A quien le costaría más ganarse mi confianza, quería dejar claro que el ser amiga de Adrien, no la hacía amiga mía y debía respetar nuestros horarios. Después de revisar y desechar algunos escritores decidí bajar y buscar los escritos que le correspondían a Verónica.

-Hola, K- Adrien me recibió con un abrazo- buenos días, hace una mañana radiante- completó al ver mi cara de molestia.

-Tu amiga, ¿Dónde está?- la busqué con mi mirada por todos lados.

-En su departamento aún, supongo.

-¿Supones?- me crucé de brazos.

-Aún es muy temprano, Verónica comienza a las 8 y...

-Comenzaba a las ocho, ahora ya no- soltó una risa burlona curzandose de brazos.

-Así que no puedes controlarla, Kam

-Ella me va a conocer, Adrien. Y el que sea tu amiga no la salvará.

-Suerte intentando controlarla- lo miré incrédula- ¡Y no toques a mi chica!- desapareció en el pasillo y bufé enojada. Decidí revisar en la sala antes de enojarme, pero ella no estaba todavía aquí. Me di la vuelta y decidí ir a buscarla y reprender su impuntualidad. Pero la sorpresa me la llevé yo cuando la vi besando a Eric en el ascensor, fruncí el ceño y una molestia me recorrió.

Ella se estaba besando con nuestra competencia. La miré mal, y lo miré mal a él. Que quiso defenderla y apoyar sus excusas, pero le arrebaté los documentos sin darle la oportunidad de justificar. ¿Para qué? A veces algunas imágenes hablan más que mil palabras. La sentí correr detrás de mi y seguir insistiendo para hablar del tema, pero me negué. Me sentía furiosa. Furiosa con ella, y con su impuntualidad. Entré a la sala seguida de aquella cabellera rubia que pasó por mi lado y me dejó su olor por todo el aire. Recogí los últimos documentos de Susana y salí de la oficina molesta.

Ella estaba besando a Eric. Yo luchaba con ese inepto cada día de mi vida, y una de mis editoras sólo... agh. Suspiré y recosté mi cuerpo en el ascensor dandome unos segundos para respirar un poco. Moví mis manos en el metal. Ella lo había besado, a él.

Me sentía confundida, tenía entendido que  era lesbiana, y aunque no, el último hombre al que esperaba verla besando era precisamente a Eric. Pero había sucedido. Ella lo había besado.

DE AZUL A MI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora