CAPÍTULO LXXI

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-Todo va a salir bien.

-La última vez que tus padres me vieron yo te abandonaba, Verónica- me tomó la mano guiñándome ojo.

-Sé lo que te digo- salió del auto y solté un suspiro mirándola entrar a la casa.

-¿Ahí viven los papás de Verónica?- giré la cabeza hacia Jérémie que había dejado el celular a un lado. Asentí y sonreí como pude. Siempre que iba a ver a la familia de Verónica me ponía nerviosa, pero era diferente esta vez. Las circunstancias me hacían sentir terror ante la manera en que reaccionarían. Mis padres nunca querían hablarme o verme después de que hubiese hecho las cosas mal. Y yo había hecho las cosas mal con ella.

Después de un rato vi la puerta abrirse y Ainhoa salir de la casa corriendo hasta el auto. Una sonrisa se me escapó, saliendo y recibiendo su abrazo que me hizo sentir mucho más tranquila.

-Te extrañé mucho, Kamille- quise llorar ante los sinceras que sonaban sus palabras y la emoción que me transmitió. La puerta del auto se abrió a nuestro lado y mi hijo apareció con una sonrisa. Todos lo miraron sorprendidos. Habló con Ainhoa que me miró extrañada, sin entender nada. No podía explicar mucho ahora, era cierto. La situación era irreal, me consternaba un poco. Me alejé de Ainhoa para saludar a sus padres.

-Héctor, ¿cómo estás?- su mirada se detuvo en mi rostro.

-Señorita Dupont- su tono fue suave, dulce, bajo. No esperaba algo así.

-Beatriz- me dirigí a su madre.

-Hola querida, te ves hermosa- una sonrisa se me escapó ante su alago. La tensión se cortó de golpe, volvía a sentirme cómoda en su espació, no me sentía señalada o juzgada.

-Gracias.

-¡Mamá!- Jérémie se aferró a mi y miré a Verónica buscando su ayuda para esto.

-Papá, mamá él es Jérémie. Es hijo de Kamille- lo presentó ante ellos.

-Hola señor, es un placer conocerlo- sonreí mirándolo hacer eso que yo había hecho antes, pero con mucha más confianza y seguridad. Los padres de Verónica charlaron un poco con él mientras yo me apoyaba en los ojos tranquilos y nostálgicos de su hija que miraba la escena enternecida. En sus ojos podía ver aquella ilusión de familia unida, conjunta, fuerte. Aquella que yo también tenía, pero que temía cumplir.

-Queremos ir a ver a Eric, pero Jérémie...- Verónica empezó a decir mirándolos.

-Se quedará conmigo, no te preocupes- la miré con una sonrisa- ¿Quieres jugar, Jérémie?

-¿Puedo, mamá?- me miró y asentí dándole un beso en la mejilla.

-Gracias por confiar en nosotros para cuidar a tu hijo, Kamille- Beatriz me sonrió y sentí mi corazón latir con fuerza. Agradecerme ella a mí cuando era yo quien necesitaba de ellos. Eran personas maravillosas.

-Gracias a ustedes.

-Las puertas de nuestras casa estarán abiertas para usted y su hijo, siempre- no supe que decir, no sabía como responder ante su amabilidad después de lo que yo había hecho. Después que yo había herido a su hija, ellos recibían con tanto cariño al mío. Cuando subimos juntas al auto, ella me sonrió y yo solté un suspiro. Todo esto me sobrepasaba. Cuando llegamos a la sala de espera nos encontramos con Paula y Scarlett, que nos dijeron poco y nada, ya que estaban esperándome. Sentía un miedo terrible. Me sentí así aquella noche que perdí a Adrien, no quería repetir el sentimiento. Sin embargo, aquí estaba, no podía hacer más que enfrentarlo.

-¿Señorita Dupont?- Damien llegó hasta nosotras y nos acercamos a él. Se veía destruido, bastante mal. Lo sentí por él. A penas el día anterior me había sentido igual de desesperada por Verónica, lo entendía.

DE AZUL A MI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora