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Sofía (mejor amiga de Lexie)

24 de diciembre 2018. (Antes de todo)

Tik-Tak, Tik-Tak, las manijas del reloj resuenan una y otra vez en mi cabeza, las horas pasan y mi cuerpo guiado por mi mente apagada no decide funcionar. Siento como mi cabeza está saboteándome y la sensación me consume.

El sonido de un puño tocando la puerta de mi recamara no hace que mi vista puesta en la ventana frente a mí se aparte, las gotas de agua se deslizan por ella despacio. Segundos después la puerta se abre lentamente como si la persona detrás de ella tuviese miedo de interrumpir un acto ilícito.

Los pasos cuidadosos de unas botas se integran al sonido de la lluvia que aumenta, llevo mis rodillas hasta mi pecho y recuesto mi rostro húmedo en ellas. La persona que ingreso a mi recamara se sienta a mi lado y el aroma a medicamentos y menta llega a mis fosas nasales. Estoy sentada en el piso frio y ahora la persona me acompaña.

— ¿Alguna vez tu mente te ha saboteado?— pregunto sin levantar la mirada.

—Todos los días— la voz masculina de la persona a mi lado llega a mis oídos.

— ¿Y qué haces cuando sientes que la persona que está dentro de tu cabeza no es la persona que quieres manejar?

—Finjo— su respuesta es rápida y concisa.

Guardo silencio y la primera lágrima se desliza por mi mejilla. No me preocupo por limpiarla.

—No quiero fingir— murmuro.

—Si no quieres que te pregunten cómo estás o que te pasa cada cinco segundos es mejor que hagas eso.

Liam levanta sus manos y limpia la leve lágrima que se deslizo por mis mejillas

— ¿Quieres hablar?— pregunta.

—Realmente quiero hacerlo—admito—solo que las palabras no salen de mi garganta.

—Entiendo—se limita a contestar.

Sin embargo, eso no le impide quedarse a mi lado en este momento... El silencio se prolongó por segundos y luego minutos, solo escuchamos las leves respiraciones de ambos.

— ¿Cuándo lo descubrieron?— hablo refiriéndome a su cáncer.

—Aún estaba en la primaria—dice con pesar que intenta ocultar.

— ¿Eras un niño, cómo pudiste con todo eso?

— ¿Quien dijo que lo hice?— voltea el rostro y siento su mirada sobre la mía.

—Pues estás aquí— digo lo obvio. También volteo mi rostro encontrando aquellos ojos azules cielo mirándome sin ninguna emoción en ellos.

—Era eso o...— no continua —No le digas a alguien que es fuerte solo porque está vivo, algunos somos débiles pero seguimos aquí.

—No entiendo— murmuro.

—No entiendes— suelta una sonrisa triste.

—Yo solo quiero descansar Sofía— susurra —y mientras esté vivo no podré hacerlo.

—No digas tonterías chico extraño— me asusto.

—Tengo quimio tres veces a la semana, los demás días tengo estudios y revisiones, mi padre no pudo con esto así que se fue, mi madre apenas puede con los gastos— dice —mientras ella se preocupa por mantenerme vivo haciendo mil cosas solo para pagar por su hijo defectuoso, yo no quiero hacerla sufrir más.

—No eres defectuoso— intento poner mis manos en sus rodillas pero las aparta.

—Le dices eso a alguien que no puede ir al baño sin aparatos conectados a su cuerpo— baja la mirada.

Antes de que te vayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora