Capítulo 16.

377K 29.5K 47.8K
                                    

Esta mañana puse una denuncia, una que si escucharon. No sé si es porque se ha corrido la voz de la defensa que el rey Silas tuvo para conmigo o porque lleve la nota que descubrí en mi habitación ayer al llegar del juicio. Una donde Edmund amenazaba con hacerme pagar la supuesta infidelidad que cometí cuando me vio salir del bosque Ewan con Stefan.

—Hola, hermanita, ¿puedo hablar contigo? —Me paro bajo la puerta abierta de la habitación de Liz.

—Por supuesto—se gira, colocando su pecho sobre el colchón para apoyar sus manos —¿Qué sucede?

—Esto es un secreto. Promete que tomaras en serio este asunto.

—No puedo prometerte eso —explica mientras me acerco a ella —¿Qué ocurre? Me estás asustando.

—Bien, escucha. Edmund ha estado actuando algo extraño estos últimos días.

—¿A qué te refieres con extraño?

—De la nada comenzó a llamarme por tu nombre, me persigue e incluso ha dejado notas en mi habitación.

—¿Te persigue? —inquiere preocupada —¿Desde cuándo? ¿Te ha hecho algo?

No sé bien como decir esto. Edmund ha sido nuestro amigo por años y jamás había tenido este tipo de comportamientos.

—Cuando salía del bosque Ewan con Stefan comenzó a gritarme, pero se refería a ti. Monto toda una escena de celos en la cual el príncipe tuvo que intervenir, y ayer encontré un nuevo papel con una advertencia peligrosa.

—¿Escuchas lo que estás diciendo? —replica, levantándose de la cama —. Edmund es como un hermano, es pacífico y totalmente respetuoso.

—¿No me crees? —cuestiono indignada —¿Piensas que inventaría algo así?

—No lo sé. Hace unos días me lo encontré y actuaba tan normal como siempre.

—No estoy mintiendo, Liz. Créeme.

—¿Dónde está esa supuesta nota?

—No la tengo en este momento conmigo.

Y es cierto. La he dejado en la central como material probatorio junto a la primera misiva que me dejó en mi alcoba.

—Es eso o simplemente no existe tal carta.

—¿Estás bromeando? Jamás jugaría con algo tan delicado, no después de lo que pasé con Faustus y lo sabes.

—De acuerdo, si esto es cierto, no tendrás problema en repetirlo frente él ¿verdad?

—¿A qué te refieres? —Pregunto temerosa.

—Iremos a su casa y lo dirás frente a su familia.

—Lo haré solo si mi padre va con nosotros. Ellos deben saberlo también.

—No, lo haremos solas. Somos adultas y resolveremos esto sin hacer demasiado ruido. No involucraré a mis padres en tu lío.

—¿Mi lío? Te estoy hablando con la verdad. Soy tu hermana, debes creerme.

—Y lo vamos a enfrentar juntas —replica exasperada —. Iremos allá y le haremos frente a la situación. No voy a dejarte sola, pero antes necesito estar completamente segura de que no has simplemente malinterpretado la situación.

—Bien —cedo con algo de decepción —. Si eso hará que me confíes en mí, está bien.

Al salir de casa no mentimos cuando le avisamos a mamá sobre el lugar en el que estaremos la próxima media hora.
Caminamos bajo el estridente sol de Mishnock, topándonos con un guardia del palacio en el camino, quien sin reparos me mira fijamente.
Intento omitir su presencia y él también hace lo mismo, pero a pocos metros de llegar a la casa de Edmund, lo sorprendo mirándome nuevamente ya en la lejanía.

El perfume del Rey. [Rey 1] YA EN LIBRERÍAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora