Capítulo 42: Corazón cobarde que matas el tiempo.

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- ¿Qué haces por aquí morena?

-Holaa María. Sabía que sales del gimnasio a esta hora ¿podemos dar una vuelta y hablar?

- Si es una vuelta hasta ese parque y nos sentamos sí. Bastantes vueltas he dado ya ahí dentro.

- Vale, vale tranquila.

Caminamos hasta un banco cerca y nos sentamos al solecito.

- Bueno, dime qué has hecho con la rubia para que vengas hasta aquí para contármelo.

- ¿Tanto se me nota que quiero hablar de ella?

- Eres un libro abierto cariño.

- Pues... me vas a matar, pero me a la casita de la sierra.

- ¡A la casita dice! casita la de los tres cerditos, lo tuyo es casi un chalet en medio de la nada. Bueno, pero, por lo menos allí estaríais tranquilas ¿No? no me parece lo más malo que has hecho.

- Nada de eso. Porque Manu apareció.

- ¿Cóoomoo? -y me agarra del brazo sorprendida - ¡No puede ser! ¿cómo supo qué...?

- Supongo que nunca ha dejado de vigilarme.

-¿Y qué paso? ¿Os hizo algo? ¿Ella sabe que tú...?

- No, no. Sorprendentemente me siguió el rollo delante de ella, mintió por mí. Dijimos que nos conocíamos del trabajo, y estuvo tensando la cuerda mucho, pero, al final, no dijo nada. Creo que solo fue a torturarme. Dice que por qué se va a molestar en hacernos daño si ya nos estamos destrozando mutuamente, y que va a esperar a que ella me descubra, que entonces no tendré donde esconderme.

- Joder... y Lo peor es que tiene razón...

- La tiene, la tiene. Y pues... aquí estoy, con la misma mierda de siempre, y me jode porque el caso es que estuvimos muy bien hasta que él apareció. Bueno, yo lo estaba. Compartimos una cotidianeidad que jamás pensé que podría volver a compartir con nadie. Fue raro, y la vez natural, no sé cómo explicarlo. Como si no fuese yo, como si fuese otra persona, una normal. Pero me gustaba ser esa persona. Y me siento estúpida por permitirme disfrutar de eso.

- Madre mía... Cariño... Es que estás hasta las trancas y más adentro. ¿Y ahora qué vas a hacer? ¿Ahora qué él lo sabe?

Yo dibujo círculos en el suelo con la bota, mirando hacia abajo y María continúa:

-Bueno, supongo que me dirás: "ahora no puedo alejarme María, tengo que protegerla, tengo que estar cerca de ella". Y así solo vas a cumplir todo lo que él predijo. Tú eres quién eres y ella es quién es, eso no va a cambiar nunca.

-Voy a dejarla.

- ¿Ves? Lo sabía. Espera, ¡¿quée?! ¡¿vas a dejarla?!

- Tienes razón, siempre la has tenido. Otra cosa es que yo haya querido hacer caso. Pero tengo que alejarme. Esta vez de verdad. Ya he jugado bastante caminando por el filo, y he descubierto que puedo no ser un monstruo, que el dragón que vive dentro de mí puede no consumirme en sus cenizas. Sigo siendo humana gracias a lo que siento por ella y no quiero cargarme su humanidad también. Le diré que no estoy preparada, que me perdone... Yo qué sé... o simplemente desapareceré... .

- Pero... ¿y toda la mierda en la que anda metida ella?

- La ayudaré como pueda, desde lejos. Tenías razón, no puedo llevarle también a mis propios enemigos al frente. Solo estoy acorralándola entre el peligro. Me duele muy hondo tener que elegir dejar de sentir esto, pero es necesario que me comporte de forma justa y coherente por una vez. Que no sea egoísta y la deje ir. Eso también es amar y el infierno es mi lugar, y ya he ascendido bastante tiempo de él por ella, es hora de volver y cuidarla de verdad.

DesenmascárameWhere stories live. Discover now