Capítulo 16: Las apariencias engañan.

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Guardo la tarjeta y la bala en el bolsillo trasero de mi vaqueros
y salgo corriendo de nuevo, sobre mis pasos. Mientras lo hago, a lo lejos, entre los árboles, veo el resplandor de las luces de los bomberos, policía y las ambulancias.
Me paro a mirar mi móvil y veo que la señal ha vuelto. Marta ha debido pedir refuerzos o el humo habrá alertado a alguien.
Me pregunto si esa hija de puta habrá usado un inhibidor de frecuencia para dejarnos aún mas vulnerables y atrapadas.

Cuando llego, veo el coche completamente calcinado y a Marta apoyada en la parte de atrás de una ambulancia. Ella está perfectamente. Veo que respira aliviada al verme:

—¡Alba! ¡Estás bien! ¿Has encontrado algo?

—Solo la mira telescópica con la que nos ha he estado apuntando.

—¿Nada más?

—Nada —miento—¿Cómo están todos?

—Han perdido mucha sangre, los tres. Así que no sé. Van a llevárselos inmediatamente.

Me fijo en Marta y veo que tiene las manos y la ropa llena de sangre de la testigo.

—Deberían mirarte eso —dice señalándome las manos—.

Me las miro y veo que tengo algunos cortes en el dorso y la palma de la mano izquierda de cuando caí sobre los casquillos de la lámpara. No me he dado cuenta de que me dolía hasta que me he mirado, ni siquiera he visto la sangre.

—Esto no es nada —respondo yo—.

Entonces, una chica joven, supersimpática y con acento canario se acerca y me pide que la acompañe para mirarme la mano.

No necesita puntos —me dice—. Me la desinfecta, me la cubre y me indica que me la cure y me cambie el vendaje una vez al día durante un par de días.

Yo vuelvo junto a Marta y después de unos momentos de silencio, dice:

—Dame una sola razón para no delatarte.

«Ya me esperaba algo así y más después de está noche».

—Haz lo que tengas que hacer, Marta. Que yo lo haré también.

—¿De que estás hablando? Hemos estado a punto de morir ahí dentro ¿Eso te da igual? ¿Qué hubiese pasado si no me hubiese lanzado sobre ti?

—Nada, Marta. Nada hubiese sido diferente. ¿De verdad crees que me has salvado de algo? Sí estamos vivas es porque ella lo ha querido así o por que se lo han ordenado así. Tú y yo no hemos decidido nada.
Pero, agradezco que te hayas lanzado sobre mí.

—Sí, se te nota agradecida. No sé que quieres conseguir con todo esto. Explícamelo Alba ¿qué más tengo que hacer para que me cuentes la verdad?

—Nada, ya has hecho suficiente.

—Alba...Explícame porque tengo que ver cómo vas morir sin hacer nada.

Silencio.

—¡Albaa!

Silencio.

—¿Por qué?

Yo, respiro hondo, muy hondo y no la miro. No puedo hacerlo.

—¡Eh! ¡Contéstame!—dice mientras me da un empujón en el hombro—¡¿Qué coño te pasa?! ¡¿Por qué haces todo esto?! —insiste poniéndose frente a mí mientras me zarandea—.

Yo miro al suelo, aprieto los labios y al mismo tiempo los puños, mientras mis nudillos se tornan de blanco. Entonces noto dolor y cuando miro, veo que el vendaje se ha empezado a teñir de rojo. Miro a Marta a los ojos, respiro hondo de nuevo y resoplo.

DesenmascárameWhere stories live. Discover now