Tenemos una tregua

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Una nueva mañana comenzó cuando el sol estaba en lo alto. El aroma de las flores estaba empezando a nacer. Los dragones estaban saliendo de su hábitat para salir a volar e indicar la estabilidad del clima. 

Cuando el reloj marcó las siete en punto, Sergio se levantó de su cama de inmediato para salir al mercado a comprar ese libro que había visto ayer por el comercial. 

Luego, sin hacer el menor ruido posible, se dirigió a su placard para tomar un abrigo rojo. Todo, con el fin de tapar sus orejas, así ningún ciudadano de ese mundo no le reconocería que era un humano, y con la capucha encima, lo iban a identificar como un miembro más. Cosa que esa idea, la hablaron con Samanta cuando fueron al mercado por primera vez, así evitaban cualquier peligro. 

Después de tomar ese abrigo, salió de su habitación bastante sigiloso y se dirigió a la puerta principal para irse al mercado de una vez. 

Una vez que estaba afuera de la casa, empezó a caminar por los aromatizantes pastizales en dirección al mercado. Uno de sus lugares favoritos en las Islas Flotantes, porque eran completamente diferentes a su mundo. 

Después de una larga caminata, llegó al mercado donde se quedó alucinado con las vistas que tenía. Las tiendas eran una locura con las cosas que vendían, porque la ropa, armamento o comida, eran diferentes a las de nuestro mundo. Pero todas esas tiendas de campañas no era lo que buscaba Sergio, sino que quería encontrar la sección en donde vendían libros. Así que decidió caminar por el centro para ver si lo encontraba, y cuando lo halló, sus ojos se iluminaron de felicidad.

El libro que tanto andaba buscando estaba parado en frente de su nariz. Sin dudarlo, lo tomó y se fue directo a pagarlo para no perder más tiempo en ese lugar y llegar a casa como si nada hubiera pasado. 

Pero había un problema, Sergio no tenía dinero. 

-Serían cien monedas, joven- Decía el vendedor cuando Sergio apoyó el libro en el mostrador. 

Sergio empezó a tocar los bolsillos de su pantalón para ver si encontraba algo de dinero, hasta que sintió su billetera. Luego, comenzó a buscar para encontrar un billete de cien, hasta que lo tenía en la mano. 

-Aquí tiene, señor- Le deja un billete de cien en la mesa. 

-¿Qué es esto?- Toca el billete de cien. -¿Un papel de mala calidad que tiene dibujado a una humana? ¡¿Qué está tramando?- Hablaba algo enojado. 

-Nada, solo… pagar el libro e irme a mi casa- 

-Mira, chico, si piensas engañarme con un papel que tiene dibujado el número cien estás muy equivocado, yo quiero cien monedas de oro, no un papel dibujado- 

-¡¿Cien monedas de oro?! O sea, ¿oro real? ¿Pero dónde conseguiré monedas de oro?- 

-Mira, jovencito, sus problemas económicos no son mi responsabilidad, pero acá en el mercado necesitan a varios ayudantes. ¿Quién sabe? Por ahí necesitan a alguien fuerte como tu y puedes ganar el dinero suficiente para pagarme- 

-Oiga, ¿no hay otro método para que me lo pueda llevar?- El vendedor lo mira con una cara rara. -Ya sabe, un canjeo. Que tal si le doy mi pulsera de acero quirúrgico a cambio del libro- Se saca su pulsera para dársela. 

-¿Qué es esto?- Observa detenidamente la pulsera. -Chico, está cosa no tiene valor- Tira la pulsera al pasto. -Mejor buscate una mejor cosa para canjear, sino no hay libro- 

-Bien, supongo que tendré que irme, que tenga un lindo día- Decía Sergio mientras se iba bastante deprimente. 

-Espera un momento, creo que puedes hacer algo a cambio de este libro- Ve que Sergio se le acerca. -Veras… Hay una extraña cueva en donde habita un mineral bastante caro llamado cristal rodado. Si me consigues ese cristal... Te daré el libro a cambio- 

Islas Flotantes y las 7 gemas elementalesWhere stories live. Discover now