❤️ Shirin (1)

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Debo confesar que no fueron las mejores vacaciones de verano, mi madre estaba enojada porque arruiné nuestra visita anual a los Hamptons, papá no se enteró, estaba de viaje con su novia de turno y mis tías no dejaban de murmurar, preguntándose qué...

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Debo confesar que no fueron las mejores vacaciones de verano, mi madre estaba enojada porque arruiné nuestra visita anual a los Hamptons, papá no se enteró, estaba de viaje con su novia de turno y mis tías no dejaban de murmurar, preguntándose qué dirían sus amistades sobre lo que había pasado.

Lo que más deseaba, aunque parezca extraño, era volver a St. Bathory, olvidar a mamá, a mis tías, el funeral de Beverley y recuperar un poco de normalidad.

Pobre ilusa.

El día que llegué a la academia fue un caos y a la vez, estúpidamente absurdo, absolutamente todos los estudiantes me veían como si, de algún modo, pudiera sacar una motosierra de una de mis maletas y matarlos de uno en uno. Lo que me parece hipócrita, todos pretenden lamentar la muerte de Beverley, cuando en realidad están un poco aliviados por eso.

Fue por eso que sentí un alivio tremendo cuando llegué a mi dormitorio.

St. Bathory es un internado de niños mimados, insistí en que me dejaran venir por su popularidad y porque se verá bien en mis referencias para la universidad, aunque no me lo crean, me gusta sacar buenas notas, aspiro a ser más que la esposa trofeo de alguien, quizás por eso no funcionó lo de Ted.

La escuela está apartada de todo, puedes entrar y salir libremente los viernes, cada estudiante tiene su propio dormitorio, la comida es deliciosa, si eres listo puedes escaparte por la noche, la academia es lo suficientemente grande para escabullirte y hacer fiestas sin que nadie lo note. Era un sitio de monjas antes, una abadía, pero lo restauraron casi todo a excepción del campanario.

Tener un dormitorio para mí sola es un alivio, no creo que nadie me quiera de compañera.

Estaba metiendo mi ropa al armario cuando llamaron a la puerta y me dijeron que el detective Ramírez quería hablar conmigo y que me esperaba en la dirección.

En serio siento ganas de romper cosas ¿por qué iba a querer matar a Beverley en primer lugar?

Sí, sí, imagino que el FBI se enteró de que la muy zorra tenía sexo con Ted cuándo él y yo salíamos juntos, pero eso fue hace mucho, al final me hizo un favor. En todo caso también lo habría matado a él, en el hipotético caso de que yo fuera una asesina, claro.

Entro al despacho de la directora, el detective está de pie junto al escritorio de caoba de la señorita Montgomery, hace dibujos invisibles en la superficie de madera pulida y mira inquisitivamente por uno de los ventanales, la torre de la abadía se ve a lo lejos, una sombra se mueve en una de las ventanas, debe ser un efecto de la luz, pero de todos modos me da un escalofrío y me siento en una de las butacas mullidas, delante a la chimenea apagada.

—Señorita Williams, ¿desea tomar algo? —me pregunta amablemente. No es tan viejo, tiene piel clara un poco bronceada, cabello negro peinado hacia un lado y viste saco y corbata. Aburrido.

—No, gracias —contesto sacándome el chicle de la boca, pegándolo debajo de la butaca. Él frunce los labios, pero no dice nada.

—Shirin. ¿Prefieres que te llame por tu nombre? —Me encojo de hombros—. Bien, Shirin, necesito que me cuentes qué hiciste la noche en la que Beverley murió.

Ruedo los ojos.

—Estaba en el baile —espeto y él alza una ceja— y antes de eso me enrollé con Daniel, mi novio... exnovio... en su auto. —Ramírez me mira expectante ¿Qué otros detalles quería?—. Frente al parque que da a la calle Magnolia.

Eso pareció consternarlo.

—¿En la calle Magnolia? ¿Fuera del internado? Daniel ¿qué? ¿Por qué terminaron?

—Demasiadas preguntas —suelto—. Se llama Daniel Smith, va a la universidad, se graduó el año pasado de St. Bathory. Nos vimos en la calle Magnolia porque no lo iban a dejar entrar, no dejan que entren los exalumnos o universitarios sin invitación, una estupidez si me lo pregunta. Terminamos porque no tenemos tiempo para vernos.

Ramírez toma notas y más notas en un aburrido bloc, y aunque no dice nada más, sé que quiere asegurarse de que tengo una coartada. Lo he visto en la tele, mi mamá y mis tías son adictas a los programas de Investigation Discovery.

—Shirin —dice finalmente—, ¿no viste nada raro en el baile o de camino a la escuela? La calle Magnolia está cerca de aquí, ¿no había nada sospechoso?

—Con todo respeto, el detective es usted —espeto y él permanece impasible, ese hombre debe tener úlceras tremendas de tanto contener la rabia o quizás está acostumbrado a lidiar con adolescentes y le da igual—. No vi nada sospechoso —digo finalmente—, pero cuando caminaba de regreso, vi a Beverley salir de la torre del reloj, estaba con Dean, Dean Foster, el hijo de la actriz de cine.

Él asiente.

—Se veía como siempre —agrego—, quizás tenía el vestido un poco desarreglado y el cabello alborotado, pero ya usted conoce la reputación de Beverley ¿no es verdad?

—¿A qué hora fue eso?

—Cerca de las nueve de la noche, miré la hora en mi teléfono celular para asegurarme de llegar a tiempo al baile.

—Gracias —dice— ¿te gustaría añadir algo más?

Miro hacia un lado, el cuadro de Anastasia Bathory, la mujer a la que le debe el nombre nuestra escuela, parece atravesarme con la mirada, juzgarme. Debo estar volviéndome loca.

—No sé quién fue el imbécil que pintó en casi todos los baños St. Bathory "la reina debe morir", pero yo no lo hice, ni siquiera es mi letra —digo finalmente mirándolo a los ojos—, sé que lo vio, todos lo vieron.

—Gracias, Shirin. Es posible que te llame de nuevo, conversar contigo ha sido muy útil.

Me levanto, no le digo que escuché la campanada en la abadía, tampoco le digo que hablé con Beverley antes de ver a Daniel, o que dormí con Ted esa noche, luego de que se llevaron el cadáver.

❓❓❓

Número de palabras: 998.

Número de palabras: 998

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La reina debe morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora