13|| Beautiful things

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ᴀɪᴅᴀɴ ɢᴀʟʟᴀɢʜᴇʀ:

Di unas pequeñas caladas al cigarro que tenía en la mano, deje que el humo fuera a mis pulmones y luego soltar el humo, mientras leí una noticia donde decía "Las marcas de cigarros más dañinas" todo estaba bien está que aprecio mi fiel amigo: Marlboro… agarré mi cajetilla, su color rojo y blanco, su nombre escrito en negro y con una pequeña corona dorada.

Bufé, ¡¿Qué cigarro no te hacía mal?!  Al final todos los cigarrillos hacían su objetivo: te hacían morir de un tipo de cáncer (pulmón, laringe, boca, esófago, garganta, vejiga, riñón.. etc), todos los cigarros hacen que termines en una cama de hospital y luego en la Morgue; pero todos terminamos así, todos terminamos en una tumba o un cenicero, así que no es necesario que la gente haga una noticia tonta donde dice "Las marcas de cigarros más dañinas", y por favor persona que escribió esto no es necesario que te esfuerces tanto, nadie lo va a tomar en cuenta y tú no harás el cambio.

Tiré mi cigarro al piso, lo apagué con la suela de mi zapatilla que tenía cerca de mi mano, sentí el frío del piso cuando mis pies tocaron este, camine directamente a la puerta, abrí está; la mirada divertida de Candy apareció.

—¡Por fin!— solté—. Creí que ya no ibas a venir.

—Te dije que iba a venir a la tarde pero no especifique la hora, así que no te quejes.

Fui directo hacia mi cuarto, ella caminaba tras mí, abrí el cajón de mi ropero para sacar la poca ropa que tenía de Candy.

Ella dejó su mochila en mi cama.

—Ahí está tu ropa— dije y le entregué en su mano.

Ella hizo lo mismo con la mía, solo la diferencia fue que yo se lo entregue doblada, ninguno de los dos dijo nada, estuvimos así por unos minutos y luego ella agarró su mochila y se fue.

El estrés me consumía cada vez que estaba trabajando, me parecía tan odioso estar sonriendo a personas que no conocía, además la bulla que hacían a partir de las tres de la tarde era insoportable, los niños gritaban a sus padres, la voz aguda y risa estruendosa de los adolescentes se escuchaba por todo el local y yo tan solo pedía que ya sean las cinco y media para largarme del lugar.

Aunque ya me estaba acostumbrado al trabajo y sus reglas de no fumar, unos días que venía con los peores ánimos la gente se volvía más bruta y a la vez más inservible que no aportaba en nada.

Cuando el reloj marcó las cinco y treinta minutos, me di media vuelta para salir del lugar, sin importar cuánta gente esperaba su turno pues nadie me iba a pagar más por quedarme como pichula parada atendiendo a los demás.

Vi a ____, sentada en mi moto mientras observaba las puntas de su cabello, camine por detrás suyo sin que ella se diera cuenta, un gran «¡Buuu!» solté y toque sus hombros, haciendo que ella se sobresaltara y soltará un pequeño chillido.

—Dios, si que me asustaste —dijo soltando una risa nerviosa.

Solté un «lo siento» y me subí a la moto haciendo que ella se acomodará.

—¿Te gusta la playa?

—Depende— contestó.

—¿Depende de qué?

—Si es privado o no, si está limpia o no y cuando vamos.

Blanquee mis ojos.

—Para la próxima ya ni te pregunto.

Prendí la moto para luego arrancar, cuando llegamos, guarde mi moto en una cochera que había cerca.

Caminamos, por todo el bulevard que había para ir a la playa, la mirada curiosa de ____ observaba a cada persona que vendía algo pero con más preferencia de las personas que vendían comida mientras que hablábamos, pero sabía que ____ tan solo pensaba que debería comprar para comer.

Nos quedamos en silencio, sin decir nada, tampoco era necesario serlo, la voz semi ronca de ella sonó mientras canturreaba una canción.

Beautiful Thing de Grace VanderWaal.

Podría quedarme contigo por horas en una habitación vacía y nunca me aburriría, cantó en voz baja despacio y tranquila. Sin ti aquí, soy aburrida
algo dentro de ti está provocándome, suspiré levemente y sonreí; no cantaba bien pero me gustaba.

Fruncí mi ceño cuando dejé de escucharla, volteé y la vi parada frente a una chica que vendía bisutería.

Camine hacia ella, mientras tocaba y veía cada uno. Me senté y tomé en mi mano un collar de piedra verde.

Luego me paré y la observé.

«¿Puedo comprartelo?» me pregunté pensando si es una buena forma de decírselo, «Agarra uno, yo te lo compro» fruncí mi ceño y negué con la cabeza.

De ninguna forma sentí que era la indicada.

Suspiré rendido, no tenía idea de lo que iba a decir.

—Agarra uno, yo te lo compro— ella me observó dudosa y negó con la cabeza—, vamos elige, no te preocupes— dije levemente impaciente.

Ella soltó una leve risa y sus mejillas se sonrojaron, agarró una pulsera simple que tenía una pequeña flor en el medio y dos bolitas a cada lado suyo.

—Quiero este.

Asentí con la cabeza, pregunté a la vendedora quien estaba haciendo más de esas cositas de esas cual era su precio y luego le pagué.

Media vuelta y caminé, para que así ____ no le tomé tanta importancia a lo que hice.

Escuche como grito mi nombre y voltee, mire a ____ corriendo hacia mí, se había quedado atrás, me sonrió estando frente mío.

—Mira te lo compre— dijo, mostrándome en su mano el collar que me había interesado.

—No era necesario que lo hagas.

Ella negó con la cabeza— Tú me compraste algo y yo te compré algo, creo que me parece justo.

Vi como sus mejillas seguían rojas y como tenía una sonrisa tímida. «¡Maldición ____! No seas tan buena conmigo», pensé.

Negué aceptarlo, pero recordé lo insistente que puede ser ella, termine aceptando y que ella me ponga el collar.

Seguimos caminando hacia la playa, ya sin ninguna interrupción, bajamos la pequeña escalera que había para entrar a la playa, las personas empezaban a irse viendo como la luna aparecía y sol se iba, algunos estaban haciendo carpas y fogatas.

Me senté junto con ella en la arena, sentí como ella me abrazó y yo la correspondi mientras me agradecía, ella no se separaba de mi, saque mi cajetilla y un cigarro lo puse en mis labios, ____ me los quito haciendo que yo bufara, dejo de abrazarme puso sus manos en mi hombros y me miró directamente, estábamos tan cerca que sería tan fácil besarla. Dios en qué cosa estaba pensando.

—Aidan— susurro—, yo…

Fruncí mi ceño al ver que no seguía con la frase.

—¿Tú…?— pregunté un poco divertido.

—Yo… yo… —repitió esa palabra varias veces, miró la playa y luego a mí, soltando un suspiro de frustración—, yo apuesto cien dólares que no te metes al mar con ropa.

—¿Cien dólares?— ella asintió— ¿Con ropa?

—Ajá.

—Bueno anda sacando esos cien dólares.

Me levanté y corrí hacia el mar, mientras yo mismo me daba valentía para hacerlo.

—¡Demonios! ¡Aidan no es necesario que lo hagas de verdad! ¡Solo estaba bromeando!

—¡Ya es tarde!

Cigarrillos de Amor [✓] A.GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora