Capítulo 2

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La senadora baja del ascensor y me echa un vistazo, desde que estoy con ella dejé de usar vaqueros desgastados y sudaderas, ahora llevo un traje de la marca Chanel: pantalón de color negro y camisa blanca, acompañada por la clásica chaquetilla con el tejido característico de la marca; ella en cambio ha escogido un traje de falda, chaquetilla de color blanco, y sus zapatos son unos Manolo. Lo sé porque yo misma recibí ese pedido.

—Estás muy linda, Ashely —me dice a modo de saludo.

Asiento sonrojada. Ella se comporta muchas veces como una madre orgullosa y en cierto sentido lo es para mí, ya que en lo profesional es la que me ha indicado todo lo que debo hacer. Abro el iPad y comienzo mi jornada mientras andamos hasta el vestíbulo.

—Muchas gracias, senadora —Abro la agenda y le informo—: A las ocho tiene una cita con el senador de la unión europea, Bélanger. A las diez comienza la conferencia y el discurso lo dará la Primer Ministro alemana. A las doce, tiene el almuerzo junto al Primer Ministro Inglés y el senador Bélanger.

—Respira, Ashely —Sonríe cuando nos detenemos a esperar el auto—. Conozco la agenda. —Y toma mi mano—. ¿Disfrutaste de París ayer?

Su pregunta calma mis nervios pues desde que subimos el avión, siento la presión del cargo, ya que este es el momento más determinante de mi carrera profesional. Pues, en lo personal no tengo interacciones, casi ni veo a mi familia por dedicarme al cien por cien a esto; dejé de tener vida propia en el momento en que la de la senadora fue más importante.

— Me encantó. —Sonrío—. Desearía ver un poco más.

El auto se detiene y ella sube, la sigo con uno de los guardaespaldas que se sube con nosotras. Ella es toda una celebridad por así decirlo.

—Estoy pensando tomar un descanso de dos días. Tal vez puedas disfrutar un poco más de la ciudad y su gente. —¿En serio? —le pregunto emocionada.—Sí.

Conversamos sobre su ponencia y las ideas que tiene para detener el calentamiento global. Me asegura que Bélanger la ayudará a entrar al seno de la Unión Europa y yo me intereso cada vez más. Llegamos a unos de los restaurantes más famosos de la ciudad. Aquí, ella y el famoso senador (que aún no conozco) tomarán un desayuno. Al bajarnos miles de paparazis toman fotos, la sigo detrás protegidas por los guardaespaldas; el lugar es sobrio y a la altura de un sitio que tiene tres estrellas Michelin.

Cuando llegamos a la mesa y el hombre se levanta, me quedo congelada: es él, Jean Paul. Mi jefa lo saluda y cuando ambos se dan dos besos, parece fijarse en mí, esboza una sonrisa que podría romper miles de corazones y Leah se queda mirándolo.

—Jean Paul, te presento a Ashely Wilson: mi asistente personal y una hija para mí.

Jean Paul me ofrece su mano y yo se la tomo. Me sorprende al momento de posar su otra mano en ella y la lleva hasta sus labios. Deja un beso casto y dice con voz sensual:

—Encantado en verte de nuevo, Ashely.

Leah nos observa perpleja mientras yo me sonrojo, estamos hablando de que es uno de los hombres más poderosos de la Unión Europea, quien me sostuvo en sus brazos evitando que me cayera. Quien además está buenísimo y que en mi vida me había sentido atraída por alguien tan mayor como él.

—El placer es mío —me obligo a decirle y le quito la mano—. Senadora, estaré cerca por si me necesita

.—Cualquier cosa te llamo —acepta. 

Pero a punto de retirarme, Jean Paul me toma del brazo y me detiene. Ante la atenta mirada de mi jefa, los dos nos quedamos mirándonos. Él parece darse cuenta y me suelta. Cuando lo hace, respiro profundo y me siento a unas cuantas mesas. Pido un café con un croissant y temblando, busco en mi iPad y escribo: 

Jean Paul Bélanger.

Un beso en ParísWhere stories live. Discover now