Capítulo 6

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Jean Paul.


Cuando coloco mi cazadora en sus hombros, muero por girarla y besarla. Sus labios son como una frutilla muy roja y jugosa que me te tienta a morderla. Desde que cayó en mis brazos no puedo dejar de pensar en ella.

Aquella tarde tuve que pasar por el centro de convenciones para darle el último vistazo a la conferencia. Ashely estaba distraída en su móvil y yo tenía cinco minutos admirando su belleza, una preciosura en todos los sentidos: su cabello de color castaño oscuro y sus ojos azules... Ese rostro perfecto podría ser envidiado por cualquier modelo de alta costura. Aquel día simplemente quedé hechizado por ella.

—París es perfecto —musita posando sus manos en el muro.

Me acerco a ella por detrás y susurro en su oído:

—¿Te quedarías en París?

 Exhalo un poco antes de separarme y ella se remueve nerviosa. La atrapo con mis brazos entre el puente y mi cuerpo.

—Me quedaría —murmura con voz ronca.

—Dices que mi ciudad es perfecta, pero nunca la había visto tan perfecta como esta noche, contigo a mi lado recorriéndola.

Ashely se gira y se queda mirándome. Sé que le atraigo pero también, que le soy indiferente. Sin embargo, esto sería un romance de una semana porque ella volverá a su país y yo me quedaré aquí preparándome para las presidenciales.

—Le dices eso a todas —comenta colocando su mano en mi pecho. La tomo y la llevo a mis labios para besarla. Me encantaría sentir ese mismo contacto con sus labios pero por ahora, mantendré la distancia.

—Te lo digo a ti. No veo a otra mujer cerca y en este preciso instante, solo estoy interesado en ti.

—Apenas me conoces —me expresa.

Sonrío.

—Hay parejas que llevan años juntos y no se conocen, pero hay otras que apenas tienen poco tiempo y sí lo hacen. —Ella suspira al mismo tiempo que se sonroja. Hipnotizado por su boca, tomo su mentón entre mis dedos y acaricio su labio inferior con mi pulgar—. El tiempo es relativo. Lo que verdaderamente importa es la conexión, las ganas de conocerse y el deseo de aprender a amar a la persona que está a tu lado.

—Jean Paul... —musita.

Y sin dejar de pensar me guío por el deseo, me lanzo famélico a sus labios y la beso. Atrapo primero su labio inferior y lo muerdo, ella gime bajito y es el momento para soltarlo e introducir mi lengua; la suya me corresponde tímida. Atrapo su nuca con mis manos y comenzamos una danza lenta, ella tomó mis mejillas entre las suyas tratando de intensificar la conexión. No puedo evitar sentir deseos por esta chica, quien pega un poco su cuerpo al mío y creo que voy a morir al escuchar los soniditos que emergen de su garganta.

Renuente a terminar el contacto, voy haciendo un poco más lánguidos mis movimientos hasta que poco a poco dejo sus labios. Pego mi frente a la suya y llevo una de mis manos a su mejilla. Lentamente, sus ojos azules se asoman y yo sonrío.

—Moría por besarte desde que te tuve en mis brazos.

—¡Dios mío! —exclama bajito.

—Sé que el tiempo es corto, que solo es una semana y que sería una locura pedirte esto, pero... —Respiro hondo—. Ashely, ¿serías mi acompañante en la cena de cierre este viernes?

—Sí —murmura.

Con su respuesta me siento conforme y aquí en este pedacito de París, la beso pensando que nunca me había sentido tan conectado a una persona como lo que percibo con esta chica.

Un beso en ParísWhere stories live. Discover now