Epílogo

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Cinco meses después...


No puedo creer estoy de nuevo en París, pero esta vez para mudarme con Jean Paul. La prensa nos cataloga como un romance fugaz, solo que lo que ellos ven, en realidad no es lo que vivimos.

Nos cansamos de los viajes de cuarenta y ocho horas para volver a nuestras obligaciones y vernos por FaceTime. Necesitábamos más y aunque a Leah le dolió mi renuncia, estaba feliz de que encontré el amor.

Cierro la última gaveta y él me abraza desde atrás pegándome a su cuerpo, acaricia mi dedo anular, el mismo en donde hace una semana colocó un solitario después de proponerme matrimonio.

—Estás en casa —murmura.

—Estoy en casa.

Me alza en sus brazos y me saca del vestidor hasta llevarme a la habitación. Su piso es cinco veces más grande que el mío, aquí hemos pasado noches hablando o haciendo el amor.

Me posa sobre la cama y se queda admirándome. Su mirada muchas veces puede abrasarme, ya que sus ojos se oscurecen cuando la llama del deseo emerge. No obstante, parece que tiene otros planes y se acuesta a mi lado, deja un beso en mi cuello y me abraza hasta que nuestros cuerpos forman uno solo.

—Eres lo que tanto buscaba y que no encontraba. Llegaste para cambiar cada aspecto que odiaba de mí y encender mi corazón con tu amor. Me llenas y me complementas, no me importa cuando dicen que nos dan un año, porque, nena... Yo por ti apostaría mi vida si fuera necesario.

Y es la convicción con la cual me dice esas palabras que hace que se me forme un nudo en la garganta.

—Yo también esperé muchos años por ti y esperaría muchos más —le aseguro.

—Ashely, te amo.

—Y yo te amo a ti, Jean Paul.

Nos besamos. Poco a poco nos vamos despojando de la ropa y hacemos el amor lento.

Tal vez en nuestro camino encontraremos un montón de obstáculos, pero estoy segura que si nos amamos y nos seguimos comunicando como lo hacemos, encontraremos la forma de vencerlos.

Recuerden que les dije que nuestra vida es el resultado del montón de decisiones, las mismas que tomamos en este transitar.

Sean felices, sonrían y siempre sean positivas. El día menos pensado, encontrarán al chico que tomará su mano para nunca más soltarla.

Así como yo, tú puedes tener tu cuento de hadas.


Fin...

Un beso en ParísWhere stories live. Discover now