Chapter 3

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—No pisaste este lugar dos años, y creí que no volverías a cruzar esa puerta—habló Hopper

—¿De qué otra manera te vería?

Jim pegó la nuca de Aslan y suspirando se adentró para hacer el papeleo correspondiente y así sacarlo de la estación de policía.

Hacía semanas, luego de la incómoda salida con los amigos de Byers menor, que había ido a visitar a Hopper. Aunque el encuentro fue un poco incómodo. Jim y quien creía que era la bibliotecaria de Hawkins se encontraban en la cama del hombre, para suerte del menor, tapados.

Lo evitó por unos días, queriendo que esa imagen se borrara de su mente.

—Maldito, eso dolió—

La mujer que iba pasando por ahí se detuvo y empezó a inspeccionarlo

—Aslan Harrington ¿No estás un poco pronto por aquí?—pregunto arqueando una ceja

—¿Y hacerte esperar, Florense? Esos no son buenos modales.

La mujer mayor sonrió. Añorando el regreso del niño que una vez fue

—Bienvenido a casa, hijo

Tal vez era el olor a café, el humo de los cigarrillos o el sonido de la máquina de golosinas al caer una de estas, que lograba hacerlo sentir eso, esa sensación de pertenencia. Aquel lugar, desordenado y abatido por los años, era sinónimo de hogar.

Volví —pensó Harrington, sintiéndose tan bien en aquel lugar. Con aquellas personas.

Después de un breve intercambio, la mujer le ofreció un jugo de naranja y algunos sándwiches de jamón y queso, que estaba seguro de que se encontraban hace semanas en el pequeño refrigerador, pero eso lo hacía más especial.

—Hey amigo, ¿Quieres jugar?—le preguntó a un hombre no más de 40 años, quien estaba sentado a su lado.

—Claro—dijo simple Ash

Aquel hombre mostraba signos de haber consumido alcohol, pero aquello no hizo más que divertirlo.

Y lo primero que vio Jim al salir de su oficina fue a Aslan y a un sujeto mayor jugar con sus manos. Aparentemente, quien perdiera, se quedaría con el último sándwich.

—Me divertí, Tony. Lo repetimos uno de estos días

—Seguro, Asher. Usualmente, estoy aquí de viernes a lunes

Se notaba que el jefe no quería que hablaran, ya que insistía arrastrándolo hacia afuera

—¡Entonces vendré!—tuvo que gritar porque ya se encontraba en la puerta principal de la estación, siendo jalado por Jim

—Qué agradable niño—dijo el señor de dudosa higiene

Al llegar a fuera, Hopper abrazó al preadolescente.

Shut Up| Will Byersحيث تعيش القصص. اكتشف الآن