33. De cero

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Amores:

Les pido mil disculpas por tanta demora (en especial a quienes llevan tiempo esperando actualización). La verdad es que el año pasado estuve atravesando el bloqueo más fuerte que he tenido hasta ahora, debido a muchas situaciones que no esperaba. Lo bueno es que ya se acabó y ahora retomamos los capítulos semanales hasta llegar al final (Falta poquito).

De nuevo, gracias a quienes siguen aquí desde el inicio (digan yo ❤️ para saber que todavía nos acompañan). Y gracias también a quienes me escriben a menudo preguntando por las actualizaciones. Ustedes son mi motor y les amo mucho.

Ahora sí, vamos con el capítulo.

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Pasé el último sábado sin poder hablar con Ivanna a pesar de haber desperdiciado como dos horas en ese maldito bar. Creí que luego de las cosas que le dije la noche en que nos vimos, lograría entrar en razón, pero me equivoqué.

Las mujeres de mi vida siguen siendo algo que no comprendo en absoluto y solo espero no perder también a mi madre y mi hermana, así como perdí a Stacy.

Y mierda, cuánto me está costando haberla perdido.

Ella no ha vuelto a los ensayos, como lo hacía últimamente. Es probable que, aunque quiera estar con Tadeo, esté intentando mantener cierta distancia de mí.

"Es por nuestro bien" me repito cada vez que entro a la sala de ensayos sin recibir un beso suyo.

Mi vida continúa hecha pedazos, como lo estuvo todo el año. La diferencia es que al fin estoy haciendo algo al respecto, que no me siento a esperar a ver cómo se desmorona y, en especial, que no soy yo el que manda todo al demonio; por el contrario, intento reparar los trozos de a poco.

Lo positivo es que la emoción por el concierto se hace cada vez más fuerte, a medida que se acerca la fecha. Las entradas se agotaron como si fueran cerveza gratis y el nombre de nuestro grupo comienza a sonar un poco más desde que se ha revelado que seremos teloneros.

Es verdad que, probablemente, la totalidad de quienes compraron esas entradas lo hicieron con la intención de ver a Whatever. Y a pesar de que nuestro nombre apenas se ve en los afiches, eso no borra el hecho de que llegaremos a miles de personas. En especial si logramos dar una presentación inolvidable. Aunque Melania no esté tan segura de eso.

—¡Bruno! ¡Madre mía, ponle más ganas! Me estoy empezando a dormir, así como lo harán los fanáticos en el concierto. —Ha interrumpido la canción exclusivamente para regañarme.

Los instrumentos se quedan en silencio de golpe y los chicos giran la cabeza para mirarme. Los cuatro estamos cansados después de largas horas de ensayo y, aun así, ninguno de ellos me reclama. Melania, por el contrario, se aproxima a donde estoy y me reprocha a gritos:

—Nene, ¿qué es lo que te ocurre? Parece que te han succionado toda la energía del cuerpo. ¡Son las seis de la tarde y nos queda al menos una hora más de ensayo!

Desde que terminaron las clases y tenemos más tiempo para dedicarle a la banda, esta mujer nos exprime.

—Ya, volveré a enfocarme —me disculpo. Afino los acordes para continuar, pero ella me interrumpe de nuevo:

—No has respondido mi pregunta. ¿Qué es lo que tienes?

—Nada, estaba con la cabeza en otro lado.

Mi respuesta no parece complacerla. Hace una mueca, curvando los labios a un lado y afinando los ojos como un gato que ha encontrado a su presa.

—Déjame adivinar... Tu novia te dejó, ¿no?, por eso ya no se la ve por aquí.

Ese último momentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora