34. Distracciones

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Melania está incluso más insoportable desde que Maia y yo decidimos dejar de mostrarnos como una pareja y dedicarnos a lo que realmente somos: amigos. Estoy seguro de que le resulta imposible entender que no seamos capaces de hacer un pequeño "esfuerzo" por nuestras carreras.

Me da igual lo que ella piense.

Y tampoco es como si estuviera dejando de lado la música. Al contrario, ni siquiera he tenido tiempo de enfocarme en deducir qué podría ser ese "algo" que no le permite a Brenda estar conmigo, porque el concierto está a la vuelta de la esquina y nos estamos preparando tan arduamente que no podemos siquiera respirar.

Melania ha hecho cambios de última hora. Ella quería reemplazar algunos de los coros de Tadeo por la voz de Bruno, pero mi mejor amigo detesta cantar, por lo que decidió darle un solo de bajo más largo que el que se había programado en un inicio. Aparentemente, la razón es que la organización ha decidido darle mayor destaque a él, puesto que mi popularidad con las chicas se ha visto afectada debido a que "cambio de novia con cierta rapidez", según declaraciones textuales de nuestro responsable de marketing.

En pocas palabras, me he convertido en el mujeriego del grupo, a los ojos de la gente. Oliver dice que eso es bueno y no estoy muy seguro de ello; pero, para alguien como yo que siempre fui considerado así en el colegio, tampoco me parece preocupante.

Entre más nos acercamos a la fecha del concierto, más aumentan nuestras ansias, expectativas y todo tipo de nervios. Bruno y Francis han discutido más veces de lo normal esta última semana. A veces me encuentro a Tadeo deambulando por la sala en la madrugada, incapaz de dormir. Y yo... yo tengo en mi billetera desde hace varios días la última entrada que me queda, de las que nos ha dado la producción. Es para papá, pero no me he decidido a invitarlo al concierto. Sé que, si Gloria estuviera aquí, me habría animado a hacerlo. Estoy seguro de que incluso estaría dispuesta a presentarse allí esa noche, a pesar de no ser para nada un ambiente para alguien de su edad.

Conociéndola, estaría alentándome en primera fila.

La única tarde libre que tenemos esta semana es la previa al concierto. Todos nos encontramos agotados de tantas prácticas, así que la utilizamos para descansar. Las chicas han venido al departamento, pero cada uno de nosotros se encuentra por su lado. Francis y Sam están en su habitación. Tadeo en la suya, con Brenda y Stacy. Y Bruno está metido en la mía, acostado en el suelo, lanzando a la pared mi pelota de básquet repetidas veces.

—Mañana es el día más importante de nuestras vidas —comenta.

—Lo dices como si fuéramos a casarnos o algo así —me burlo, en broma.

Él me lanza la pelota, para desquitarse, pero la atrapo en el aire antes de que me toque.

—Estoy seguro de que nuestra primera vez sobre un escenario de verdad supera a un estúpido casamiento —se defiende entre risas—. Al menos para quienes no somos dominados como tú.

Rio a la par que él durante unos segundos, luego ambos nos mantenemos en un silencio casi melancólico. Ya no suena el repiqueteo de la pelota que Bruno producía hace un minuto, porque la he dejado a un lado de la cama, y el rock pesado que se estaba reproduciendo en mi notebook se ha detenido por falta de actividad.

—¿Estás emocionado? —le pregunto de repente.

Él se incorpora, sentándose en el suelo, y gira la cabeza para verme.

—Demasiado —contesta, con una sonrisa animada—. ¿Tú no?

—Lo estoy.

Tuerce un poco la cabeza, frunciendo levemente el ceño. Se pone de pie y se mueve hasta mi cama, analizándome, para luego sentarse a mi lado.

Ese último momentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora