II • ME PERTENECE

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Jimin

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Jimin

Había vuelto, a su hogar y a mi lado aún que no lo supiera.

Golpeó tan fuerte mi escritorio pero me obligó a mirar la pantalla, pasó con amargura el líquido de mi copa tratando de convencer que no pasara nada más

Pero esos chicos tienen laia en un privado, uno la besa y el otro observa, tiro la copa hacia la pared

—Quiero que cuiden ese privado—Le grite a uno de mis trabajadores, tomó mi saco y salgo de la oficina.

No me quedaría a observar el espectáculo y como le faltan el respeto a mi mujer. Yo nunca la compartiría es demasiado valiosa como para hacerlo.

Baje por un ascensor y subí a mi auto, pensé todas las posibilidades de matarlos pero ahora no podía ponerlo en práctica, entre en razón y salí del estacionamiento

Entonces ahí estaba laia parada esperando un taxi, me detuve frente a ella, no podía verme y sabía que tenía miedo, quería salir del auto y abrazarla de nuevo como hace un momento.

El sonido un claxon llamo su atención y la mire subirse, de nuevo ese chico que era su hermano de entrometido

Seguí ese auto y ella no sé quedó en el auto ni un momento, entro a casa y se encerró, me gusto que fuera así.

Ella era mía.

Pero los días pasaron y los celos me hacían hervir, ver como se acostaba con ese chico me torturaba como látigos calientes, acaso no lo miraba, solo la usaba, no era dulce ni mucho menos gentil.

Laia era demasiado ingenua para darse cuenta que Jin se estaba acostando con su hermanastra, era prácticamente obvio que tenían una relación.

Yo quería seguir recordándole que estaba detrás de ella, posiblemente no lo sabe ni se lo imagina, cartas con flores era mi pista para decirle que me pertenecía y que los pasos que daba no me parecían ni un poco razonables.

Se acostó con esos dos tipos y no lo impedí, yo estuve con tantas mujeres que sería un cabron si no dejo que disfrute de los placeres, así que puede hacerlo pero cuando esté en mis manos ni un solo hombre podría ni siquiera tocar un mechón de su hermosa cabellera, y el que se atreviera hacerlo lo pagaría tan caro que seguiría pidiéndome perdón en el maldito infierno de rodillas, hasta que sangrara por los ojos.

Soy un canalla, me levanto de la cama mi torso esta desnudó y miro hacia la cama una rubia desnuda esta ahí, me froto con fuerza los ojos, dejo algunos billetes aún lado de ella.

Me acoste como Tamara, todo fue una noche de bebida, pero eso no me justifica, solo quería hacer sufrir un poco más a Jin, le había echo pagar de la misma manera que uso a laia.

Estar lejos de laia me había puesto más intranquilo.

Pensar en ella me ponía mal, se había marchado de la ciudad, donde fue que me enamoré de ella.

Al principio la quería para mi pero después de sentir que no podía contenerme me hizo temer, ninguna mujer me había puesto de esta manera, besarla aquella noche había dado inicio a mi infierno, las 24 horas era solo ella en mi cabeza.

Las flores y notas no faltaban, recibir fotos de ella disfrutando de ese detalle me alocaba el corazón me hacía débil.

Ahora estamos los dos en California más cerca de unirnos, esta ciudad me pertenece

Fue mucho tiempo de darle flores y enamórala, no quería que me temiera no iba hacerle daño.

Había bajado del avión hace poco, el cielo estaba nublado pronto caería una tormenta, las flores fueron enviadas más tarde mal normal, quería ver yo misma su rostro al tomarlas.

Un alcon vigilaba y gravaba absolutamente todo, podía verlo por una tablet que trasmitía las imagines.

Se miraba intranquila, no paraba de hablar con teléfono, ni siquiera se sorprendió por las flores, solo firmó de recibido y siguió su camino, pero se quedó en medio de la calle, la lluvia la empapaba y no parecía importarle.

Las lanzó a la basura sin importancia y me ardió, no fue el ego, había sido más que eso.

Entonces algo se rompió en mi, se lanzó entre los autos sin importar poner su vida en riesgo, y lo abrazo, a él, ese hombre que pensé por un momento que se había alejado de nuestras vidas.

Había sido paciente con el, lo ayudo caminar como si no tuviera nada de fuerzas pero yo sé que finge, en sus ojos hay deseo no tristeza.

Por primera vez la llamo múltiples veces pero ella solo desecha mis llamadas y parece lo mejor porque no sé que decirle para que se relaje de ese idiota porque es mía, laia me esto, me obliga hacer cosas estupidas.

Laia camina por el estacionamiento y cuando están en el auto el la abraza tan fuerte que siento que me asfixia, ella se aleja y el desea besarla.

No importa si me descubren, enciendo el auto y ella parece entrar en razón por el ruido.

Hago una seña y toda mi seguridad la sigue, yo me quedo meditando todo lo que acaba de pasar.

Se ha marchado con el y junto con mi corazón en pedazos.

Se ha marchado con el y junto con mi corazón en pedazos

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Atrapada | JIMIN Where stories live. Discover now