Ella es tan prohibida, como mía, choque su auto tal vez no por accidente, deseaba tenerla, llevarla lejos y mostrarle que no podía escapar de mi ni dejar que otros hombres la tocaran, pero tuve que alejarme en las sombras y ver de lejos como jugaba...
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Laia
Su tacto me marea, despierto desorientada, con la respiraciones entre cortada. De nuevo pienso en ese hombre. Su voz está en mi cabeza como recordatorio de no olvidarlo.
Han pasado solo dos días y las rosas dejaron de llegar, me desanimo porque presiento que solo fui su diversión.
—Laia, el desayuno esta listo—Jungkook me habla detrás de la puerta y tomo una bata para salir.
Me siento diferente con jungkook, como si algo hubiera cambiado, lo miro desayunar, me sonríe y yo le regreso la sonrisa.
—¿Quieres hacer algo?— Se escucha impaciente
—Tengo que arreglar algunos pendientes en la oficina—Quiero safarme de algún mundo
—Puedo pasar por ahí, solo debes decir la hora que estás libre
—Solo tengo que archivar algunos papeles, pero creo que para medio día estaré libre
—Entonces me daré una vuelta por ahí.
Desayunamos con calma y después tomo un baño para salir directo a mi oficina. Lo dejo a solas en mi departamento, la sensación como si alguien me vigilara aún me pone nerviosa.
Llego a mi edificio, no hay muchas personas, saludo al portero y subo a mi oficina, esta vacía igual que el florero.
De nuevo no mando ninguna rosa, me molesta, abro el cajon y sin esperar un poco trozo en pedazos las notas, para finalizar las termino lanzo al bote de basura, y trato de olvidarme de ellas.
Me sumergo en mi trabajo, hasta que llega el medio día, apago el ordenador. Camino al ascensor, pongo un pie en el y no quiero pensar mucho en ese hombre. Mi celular vibra.
"Estoy afuera, no tardes"
Jungkook me avisa de su llegada. Las puertas del ascensor se abren, un repartidor habla con el portero y el me apunta con su dedo.
Las rosas rojas están de vuelta, pero eso no debería importarme, no soy un juguete.
—Señorita laia, rosas para usted
—No pienso recibirla, es mejor que las regrese
—Lo lamentó señoría no puedo hacer eso, me despedirían, por favor firme.
—Puede decirme quien las envía.
—Solo soy el repartidor señorita.
No hago más preguntas para no hacerle perder su tiempo y firmo de recibido, pero no me interesa conservarlas, salgo de mi edifico con ellas, y las botó en la basura.
Jungkook me mira y me sonríe, me abre sus brazos y yo lo acepto, su aroma es cálido, me tiene para el.
