Ella es tan prohibida, como mía, choque su auto tal vez no por accidente, deseaba tenerla, llevarla lejos y mostrarle que no podía escapar de mi ni dejar que otros hombres la tocaran, pero tuve que alejarme en las sombras y ver de lejos como jugaba...
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Laia.
Estoy en su auto, está callado y no me está bombardeando con preguntas que posiblemente me harán sentir más incómodas.
Las gotas caen tan fuerte que empañan el camino y agradezco que haya aparecido si no ahora mismo tendría otro problema, yo sola en la carretera.
Hay una larga fila para pagar en la caseta, un hombre corre por todos los autos, Taehyung baja el la ventana.
—¿Pasa algo oficial?— El está calmado pero luce curioso por el alboroto.
—Dos autos chocaron y cayeron, venían de la ciudad, ahora mismo está cerrado el paso hasta que llegue la ambulancia, es mejor que regresen si no esperaran hasta media noche.
—Gracias oficial—El hombre siguió informando a cada auto y todos daban marcha atrás—Parece que debemos volver
—Pero no tengo donde quedarme—Volvía a ponerme nerviosa.
—Podemos quedarnos en el taller, no hay cama pero si es seguro para refugiarnos de la lluvia—
Me quede callada, Taehyung aviso con sus luces que daría la vuelta como los demás autos, solo me quedaba ver por la ventana el mismo paisaje de la mañana pero ahora con la luz de la noche.
La lluvia aún era fuerte pero a la vez agradable, estaba más oscuro pero aún así pude notar el taller cerca, apago el coche al llegar.
—Toma, está es la llave—De la guantera sacó un juego de llaves
—¿No vas a entrar?—El negó—Tratare de no incomodarte
—Yo no quiero incomodarte laia
—Para nada, es mejor que entremos, estaremos más cómodos
—Está bien, entonces corremos para no mojarnos.
Abrió la puerta de su auto y sin esperarme corrio hasta el taller, lo seguí pero las gotas me empaparon.
—No corriste los suficiente laia—Se burló de mi, abrió su taller, los relámpagos aluzaban el lugar.
El conocía el lugar, escuchaba ruidos y después se iluminó, había encendido unas velas, entendía que no había electricidad en este lugar.
—¿Tienes baño?—Pregunte con una esperanza
—Si pero no regadera.—
—Solo quiero secar mi blusa—
—El baño está al fondo es la única puerta— sonríe y seguí el camino que me indicó hasta encontrar el cuarto
Estaba oscuras pero no importaba, me saque la blusa y la exprimí con fuerzas como si le sacara un jugo a una naranja. La sacudí un par de veces pero sólo pude sacarle el agua, seguía húmeda. Me rendí y me la puse de ese modo.
