9. Adiós 1/2

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Giyuu se desperto con tremendo dolor de cabeza, Sanemi no se iba a quedar atrás, cuando Giyuu despertó le entró un dolor de mierda, supo al instante que Giyuu despertó, al parecer la reseca si estuvo fuerte como lo imagino.

—Joder, Giyuu despertó, deja voy a ver como está—habló Sanemi a la nada, la única alma en aquel lugar de la casa era él, todo estaba frío y tenía un aura de tristeza.

Fue directo al cuarto que compartía con su amado, lo vio, estaba tosiendo sangre, otra vez, tenía unas ojeras enormes, y en el futon había manchas de sangre, que obviamente eran de Giyuu.

—'Yuu, cariño, ¿otra vez esa maldita maldición?—lo único que Giyuu hizo fue un asentimiento con la cabeza; a lo que Sanemi lo abrazó fuerte, dándole todo el calor y protección que Giyuu ocupaba en ese instante, siendo que era manchado de sangre por la tos del pelinegro—. Tranquilo, vas a estar bien, encontraré la manera de que esa maldita maldición ya no te moleste más, ¿sí?

A lo que Giyuu solo lo abrazó y se refugió entra su pecho, que para él era como su casa, su lugar seguro.

Después de que Giyuu se sintiera mejor, ambos despertaron a Makomo y a Hitori, Mei la dejaron dormir un rato, después comieron los cuatro juntos.









Pero espera, ¿no había dicho en el capítulo 7 que esa fue su última comida? Pues sí, este no fue un desayuno feliz.


















En pleno desayuno a Giyuu se le cayó la cuchara en el plato de caldo de pollo, empezó a temblar e hiper-ventilar, su respiración era agitada y sudaba frío.

Sanemi se preocupó y lo llevó al baño.

—Mami, ¿vas a estar bien?
—Sí, Hitori, tu Mami va a estar bien

Y con esas palabras ambos fueron al baño. Giyuu vomitaba sangre en exceso, su apariencia de demonio estaba presente y por si no fuera poco lloraba y sollozaba fuerte.

Mientras esto seguía Hitori y Makomo estaban demasiado preocupados por su madre.

—¿Y si se muere?—dijo Hitori asustado.
—No se va a morir, Dios, es mamá, mamá es fuerte—le habló Makomo, segura de que su madre no iba a morir.
—Tienes razón, él es fuerte.

Terminaron de comer y fueron a hacer su tarea. Mientras que Giyuu seguía vomitando sangre en el baño.

Sanemi le sobava la espalda a su esposo y amor de su vida, sin saber realmente qué hacer o cómo ayudarle.

—Ay, Giyuu, ¿por qué no me lo dijiste antes? Anda, tú puedes, eres fuerte.

Le repetía Sanemi a su esposo, mientras también le acariciaba su cabello que crecía cuando era demonio.

Ambos se quedaron así, al rededor de una hora; salieron y Giyuu se quedó profundamente dormido en la cama.

Sanemi se acostó con él y también durmió.

Cuando Sanemi despertó algo le hacía falta, era la presencia de su esposo, se levantó lo más rápido que pudo y fue al baño, donde otra vez estaba vomitando.

Giyuu sollozaba fuerte, él solo quería que este infierno acabará de una vez, para él era una completa tortura pasar por eso, solo quería que se acabará; aunque Sanemi le haya prometido que encontraría la cura, eso era una farza, la única cura es la muerte.

—Querido, creo que hay que ir con la niña, Aoi, ella es muy buena en medicinas, tal vez te ayude—le dijo Sanemi acercándose a Giyuu, arrodillandose y sabandole la espalda.
—N-no, no le di...—dijo Giyuu separando su cabeza del inodoro para ver al Alfa que yacía a su lado, pero no pudo terminar de hablar ya que en ese momento Giyuu se cayó al suelo a toser con más fuerza y gritar.
—¡Ey! ¡Ey! Tranquilo, tranquilo—le trataba de consolar.

Pero nada funcionaba, aquel omega estaba sufriendo, Sanemi no sabía que hacer, lo llevaría a la finca mariposa, pero su esposo de dijo claramente que no, pero ya no tenía más opciones; tomó el cuerpo de Giyuu y fue a su cuarto.

Tomó una cobija y lo tapó, ¿qué más da que su esposo se esté derritiendo de calor? Era mejor que se muriera por toser tanta sangre.

Cuando llegó a la finca todos los presentes se le quedaron viendo, Aoi se acercó.

—¿Qué pasó, Sanemi-San?—preguntó Aoi, preocupada. A lo que Sanemi le quitó la cobija a Giyuu y lo vio.

Vio un demonio retorciendose del dolor en los brazos de que Alfa con cara de preocupación, ahora Aoi no sabía que cara poner, si miedo o preocupación.

—E-es Giyuu, digamos que él es un demonio, pero no hay tempo para eso, se está muriendo y no puedo hacer nada, pero tal vez tú si—Sanemi, a su manera, le rogaba a Aoi que ayudará a su esposo.
—Ah, ah, e-es que, n-no sé nada sobre demonios—excusó Aoi, con miedo.
—Solo ayudalo a estabilizar su respiración, los demonios también tienen el mismo aparato digestivo, pulmonar, reproductor, cardíaco, etc, de una persona.
—E-está bien, déjelo en la camilla—le dijo Aoi, a lo cuál Sanemi obedeció.

Y con eso Aoi y Sanemi fueron a dejar a Giyuu en una camilla.























Hola! Esta vez si tengo excusas del porque no había actualizado.

Pues, el sábado fui a una competencia y mis dos manos quedaron medio sin poder escribir.

Se ma abrió la canilla y no saben cómo duele, no podía ne agarrar una servilleta o arreglarme el pelo, dolía de la mierda.

Esta vez si se pasaron, me pusieron a pelar con una vieja bien alta y pa' acabarla de joder estaba muy ancha.

Y era peto eléctronico! Jodete Jidokwan! Jodete taekwondo!

Todavía tengo dolores en la canilla pero ya no son tan fuertes

Bai!

✓Capítulo editado

Mis ángeles (sanegiyuu omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora