59➹el hombre detrás de los ojos verdes

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LAS BALAS SILVARON ROMPIENDO LAS BARRERAS EN EL AIRE, y Naga se agachó apneas esquivando la mayoría, pues el arsénico le había perforado entre la sexta y séptima costilla, por no decir que los últimos seiscientos metros los había corrido con otras dos balas, una perforando su hombro y el otro su brazo izquierdo, la sangre negra comenzaba a emanar de su nariz desde el interior de su sistema envenenado.

—¡Correr no te servirá esta vez!

—¿Quién dijo que quiero correr? — Naga jadeó al recargar su mano y frente contra un árbol hueco, tragó saliva intentando escuchar las pisadas cada vez más cerca, unos más pesados que otros que eran casi felinos y rápidos llevando la delantera.

Gruñó un par de veces, tomando el coraje necesario y rasgando la madera, no iba a huir, llevaba buena parte de la hora haciéndolo. Sí su hora iba a llegar, más le valía enfrentarla con la cara en alto o Kali lo recibiría... no, mentira, sí corría como un cobarde jamás entraría en dónde estaba Kali.

—¿Crees que puedes enfrentarnos? — la rubia rio filosamente y sus colmillos se asecharon entre sus labios—. Mírate, estas casi muerto.

—Casi.

Naga apretó sus puños cuando vio a los dos berserkers aparecer entre las sombras, yendo junto a su ama.

—No durará mucho... De niña mi padre me hablaba de que cazar un lycan me consagraría como la mejor cazadora de la familia, tal vez ahora pueda volver sí le llevo tú cabeza — una cruel sonrisa tiró de los labios de Kate Argent ante los gélidos parajes teñidos de un sangriento rojo en los ojos del lycan —. No lo maten.

El lycan no apartó su mirada de la mujer jaguar aun cuando las cuchillas de hueso fueron sacadas en los puños de los berserkers y el primero de él corrió directamente hacia él, pero Naga espero y en lugar de atacar esta vez, hundió sus pies en el suelo, consciente que herido, era más lento y, por lo tanto, no podría estar a la ofensiva, tenía que pasar al plan b.

Naga esquivó la cuchilla y deslizó sus garras alrededor de la cintura del berserker, raspando y enganchando su armadura lo suficiente para redirigirlo contra el árbol, con el segundo alcanzó a tomar su cuchilla y romperla, esquivó su puño izquierdo al agacharse y con esfuerzo, logro pasarlo por su espalda y derribarlo. Los pasos se amontonaron y sus pies volvieron a deslizarse hacia atrás, teniendo cuidado con no tropezar con el guerrero caído, pero también esquivando las cuchillas del que tenía enfrente, cortando en aire y él deslizándose en zig zag hasta que un contundente golpe lo tumbo en el suelo.

—Estúpido bagua — lo que Naga en realidad quiso decir fue: "debí de practicar más con Deucalion cundo lo enseñó." ¿Pero qué hacía? Naga era un luchador por naturaleza, ser defensivo sólo era en casos estrictos, como ese.

Escupió la sangre acumulada y se puso de pie tambaleante, sólo para recibir otro golpe de un berserker que lo desestabilizó, luego otro del segundo y tras el cuarto, se había convertido en un saco de boxeo mientras uno lo sostenía y él otro implantaba los golpes en su nariz rota y ojo medio hinchado. La sangre negra formaba un horrible revoltijo en su cara, sus sentidos se abrumaban como una antena mal colocada, pero podía escuchar pasos, muchos y cerca.

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