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Guadalupe



—Fíjate de agarrar la plata para comprar la comida... —Salí del cuarto y fui a mi mochila a buscar mi billetera. — Guadalupe te estoy hablando, por lo menos contesta. —Giré a verlo y él levantó una ceja.

—Si Matías estoy buscando la billetera, ahí agarro la plata. —Levanté mis manos y suspire bajando mi vista hacia la mochila en donde saqué la plata. Tenía un miedo y sentimiento de culpa que era inexplicable, desde que fui a la casa de Nicolás siento un dolor en el pecho muy grande. Me gustó, la pasé hermoso pero el miedo de que Matías se entere me persigue toda el tiempo después... ¿Si se entera del celular que tengo? No le había contado pero me había comprado un celular en el cual tenía a todos mis contactos pero lo usaba cuando él se iba.

— ¿Ya estás? Dale que es tarde y cierra todo Guadalupe. —Asentí y agarre mi atado de cigarrillos mientras caminaba a la puerta. — Bue... ¿Vas a fumar? Que forra, sabes que no me gusta —Negó con su cabeza. — anda bajando que ahí voy. —Camino hacia el cuarto.

Fui a la cocina y aproveche para sacar la basura, baje en el ascensor y salí por la puerta de servicio que me quedaba más cerca el tacho.

— ¿Lupe? —Escuché esa voz y mi cuerpo se erizo por completo, gire rápidamente y ahí estaba él. Tenía puesta una remera blanca holgada, una bermuda de jean y una gorra siempre tan a la moda. Abrí mis ojos y miré hacia el interior del edifico ¿Qué te pasa Guadalupe? Cae en la realidad ¿Qué queres que se enoje Matías?

— ¿Qué haces acá? —Fue lo primero que me salió, mi corazón comenzó a latir rápido. — Nico ándate, por favor. —Hablé suave, el solamente me miraba con su ceño fruncido y me dolía el pecho más de lo común, debía de pensar de que era una estúpida, un asco y si... Matías tenía razón con solamente verle la cara a Nicolás en este momento sabía que nunca nadie iba a poder estar conmigo. Escuché como se activaba de adentro la llave para salir y gire prendiendo mi cigarrillo para no terminar llorando como una ridícula.

—Lupe, no entiendo ¿Qué pasa... —Habló pero se callo cuando escucho la puerta y yo lo único que rezaba que Matías no nos haya escuchado ni siquiera visto. Sentía que en cualquier momento me faltaba el aire, mi mano temblaba y trataba de calmarme pero era imposible... Me quería ir.

—¿Hola? —Habló Matías.— ¿Te puedo ayudar en algo? —Se callo por unos segundos y volvió a hablar — ¿Vos sos Otamendi? —Rio a lo cual gire un poco mi vista para ver. —Lupe, amor... —Me pudo agarrar justo cuando giraba a verlos.— Guadalupe, te estoy hablando. —Habló más brusco a lo cual gire y sonreí mirándolo a él evitando desviar mi mirada hacia Nicolás.

— ¿Qué pasó? —Murmuré abrazándome a mí misma. Matías abrió sus ojos y señaló hacia Nicolás, llevé mi mirada hacia él y sonreí levemente.

—Es el jugador de la selección —Habló sonando obvio. — Perdónala, no sabe nada —Matías corrió su vista hacia el pero Nicolás no sacaba su vista de encima mío, moví mi cabeza hacia un costado y mordí mi labio. Volví rápido mi vista hacia Matías quien había bajado su vista para agarrar su celular y rápidamente lo mire diciendo con mis labios "Ándate" Nicolás tomo aire y suspiro. — ¿Te sacas una foto? —Matías levantó su cámara en modo de selfie apuntando hacia él.

—No, discúlpame me confundí de edificio me tengo que ir. —Nicolás sonó súper seco y se hizo hacia atrás. Me miró y saludo con un asentimiento de cabeza y luego volteo caminando hacia su auto.

— ¿Y a este fantasma que le pinta? Encima que nadie lo conoce se viene a hacer el estrellita. —Chasqueo su lengua. — Igual que pelotudo de tu amigo que las dos veces que lo vi se hizo el estrellita y ni la hora me dio. —Me tomó de la mano y vio hacia el auto donde Nicolás había subido y ya estaba saliendo del lugar estacionado. — ¿Qué mierda habrá estado haciendo acá?

Mi cabeza estaba por explotar en cualquier momento de los nervios. Me encogí de hombros y seguí caminando mientras daba una seca a mi cigarrillo.

— ¿Vos ya lo conocías?—Giré a verlo a Matías y fruncí mi ceño, mi cuerpo comenzó a transpirar. — Que vas a conocerlo vos si ni los junas y ni siquiera se te acercaría a hablarte el vago. —Rió y negó con su cabeza. Y ahí aparecía ese sentimiento ¿En qué momento pensé que alguien podría verme con otros ojos? Si era un asco, tenía que agradecer que Matías me haya dado bola. 

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Creo.|| Nicolás OtamendiWhere stories live. Discover now