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-¿Te estás masturbando en mi cama?

Pegué un salto al hacer contacto visual con el chico que se encontraba en la puerta, con los brazos abiertos y una cara de espanto. Acomodé mi ropa como pude, me pasé la mano por el cabello y disimulé mi estado. Aún no podía creer lo que había pasado. ¿Cómo pude ser tan imprudente? ¿No pude simplemente irme de la habitación para tocarme?

-Lo siento tanto...- comencé diciendo.

-¿Qué haces aquí?- se acercó a zancadas, revisó su alrededor y me miró incrédulo- ¿Cómo entraste?

Improvisé- Parece que me dieron la llave equivocada- dije riendo para intentar contagiarle la diversión. Pero era comprensible que no lo haya logrado- Joder.

Lo próximo que hizo el chico fue salir de la habitación, dejándome sola por varios minutos. Al principio no entendí por qué no me echó a patadas, o al menos hizo algo al respecto. Pero comprendí cuando reapareció con una persona a su lado que había exclamado un sonoro "¡¿Qué?!" mientras venía por el pasillo. Le di mi sonrisa más inocente a Austin.

-Creo que está borracha.

-Gracias por avisarme, Winston.

El chico pelirrojo me cargó en sus brazos y me sacó del lugar, con el rostro tenso. Por supuesto, saludé amablemente a Winston con la mano.

Me sentía relajada y cómoda en esta posición mientras mi hermano falso nos arrastraba a través del hotel. Austin olía tan bien como siempre, con su colonia de siempre. Apoyé mi mejilla en su pecho y admiré su mandíbula tonificada, con aquellos pelos recién rasurados sobresaliendo de su piel. Ya no estaba tan borracha como antes, pero sabía que seguía sin estar bien. En especial cuando, por mi mente, se me cruzó la idea de romper la distancia entre nosotros y besarlo. Pero obviamente no iba a hacerlo. No podía.

Al cabo de unos minutos, caí sobre la suave superficie de la cama de hotel que me correspondía. Ahora, más miradas estaban sobre mí. Las de toda mi familia. Parecían estupefactos y preocupados.

-Ay esta niña- Caroline rio divertida, negando con la cabeza.

Entre todos comenzaron a discutir sobre qué iban a hacer conmigo. Que si agua, que si un baño frío, que si dejarme en paz. Yo los ignoré para centrarme en la mano del pequeño, la cual se había aferrado a mi tobillo. Con su dedo índice dibujó la forma de una estrella, consecutivamente. Parecía ajeno a todo lo que sucedía. Yo moví los dedos de mis pies para llamar su atención. Él me regaló una sonrisa de pocos dientes muy hermosa.

-Ten, cariño- Normand me extendió un vaso de agua, mientras me ayudaba a incorporarme- Elián, deja el tobillo de tu hermana.

Él le hizo una seña con las manos.

-No. Ya sabes que no- respondió su padre.

Luego de tomarme una pastilla para aliviar el dolor de cabeza que amenazaba con derrumbarme, me despedí de los chicos. Querían quedarse, pero insistí en que me encontraba bien. Ellos estaban cansados, luego de un gran espectáculo, y la bienvenida que les di no fue la que hubiese querido. Austin apretó mi mano para susurrarme algo antes de irse.

-Tú y yo tenemos que hablar.

Desapareció detrás de la puerta y en ese momento, quise gritar. Recuerdo haberle mandado un mensaje, pero no exactamente qué decía. Ahora tenía miedo de abrir el chat de mi teléfono.

-¿Qué hacías en la habitación de Winston?- me preguntó Tarah, divertida, sentándose en el borde de la cama.

-No lo sé- mentí- Espero que me perdone.

Circus (+18) I COMPLETA IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora