Capítulo 61

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Te despediste de May y de Peter, agradeciendo sus atenciones y por haberte dejado pasar con ellos la noche. Peter, con un fuerte abrazo te dijo que siempre estaría para ti cuando lo necesitaras y May, que su casa siempre sería tu casa. Saliste del apartamento siguiendo a Rogers, callada y cabizbaja. El tramo del ascensor se te hizo eterno. A pesar de que Rogers te había pedido muy dulcemente que regresaras al Complejo Vengadores, mantenía una cara seria. Te pusiste a pensar en lo que te esperaba en el Complejo, seguro te lloverías los reproches y regaños al solo poner un pie dentro. Tenías que ir pensando en tu discurso de disculpas.

Saliendo del edificio, muchas personas notaron tu presencia y comenzaron a murmurar entre ellas. Rogers tomó tu mano y con prisa te subió a su camioneta, las personas en la calle seguían con la vista a Rogers mientras daba la vuelta al carro para subirse él. Tan pronto como entró, encendió el motor y echo a andar el vehículo. Vaya que tu cara en las noticias te habían vuelto famosa, pero no por sanas razones.

Te hundiste en el asiento del copiloto, inclinándolo hacia atrás y subiste los pies a la guantera, estrujabas tus manos manos nerviosa, llevaban ya veinte minutos de camino y no se habían dicho nada desde que salieron de la habitación de Peter. Rogers se veía muy relajado conduciendo, hasta buscó en la radio algo de música.

- Pensé que estarías súper enojado conmigo - volteaste a ver por la ventada mientras te cruzabas de brazos - ¿O el regaño me espera en el Complejo?

- No estoy enojado contigo, T/N - Rogers se acomodó en su asiento - Y tampoco pienso regañarte.

- Ok... - clavaste tus uñas en tus brazos por sobre tu chaqueta.

- Solo voy a pedirte que bajes los pies de ahí.

- Lo siento, - te recompusiste en tu asiento de inmediato, le miraste; él seguía conduciendo muy calmado - Por todo...

Rogers te volteó a ver, su mirada era serena, sonrió tenuemente y volvió a ver hacia la carretera.

- Yo no quería... lastimar a nadie - sentiste hacerse de nuevo un nudo en tu garganta.

- Lo sé - Rogers te miró fugazmente, concentrado en el camino.

- Soy un desastre, cierto - limpiaste con el dorso de tu mano unas cuantas lágrimas que habían resbalado por tus mejillas.

- Creo que ambos nos hicimos ideas equivocadas del otro - Rogers sonrió con tristeza, sin dejar de ver la carretera.

- ¿Tú crees? - le miraste con ilusión, acaso estaba diciendo que ya no creía que eras una desgracia andante.

- Si, - Rogers volvió a verte, pero con una sonrisa más notoria - Debería disculparme por juzgarte sin conocerte.

- ¿Ah, si? - reíste con ánimos - ¿Y ahora me conoces, Capitán? - le miraste ilusionada.

- Tal vez un poco - sonrió Steve, más encantado que antes - Te esfuerzas mucho por parecer dura, - te miró por un momento, ladeando una sonrisa - pero eres muy encantadora cuando hablas dormida.

- ¿Qué? - te levantaste del asiento y volviste hacia él, estabas sorprendida de lo que acababa de decir.

- Y eres muy expresiva - Steve te miró más sonriente, pero esa sonrisa tenía algo... algo que te caló por dentro y brotó en tus mejillas.

- Por favor dime que no dije o hice nada vergonzoso - volviste a hundirte en el asiento y te tapaste con las manos la cara, sentías vergüenza.

- Tal vez... - Steve volvió a verte, divertido por tu bochorno. Sonreía, y se sentía tonto.

- Ay, no es cierto... - descubriste tu cara pero dejaste las manos en tus mejillas, las sentías arder. Te pusiste a pensar en las mil y una cosas que se te pudieron haber escapado esa noche, cosas que de alguna forma creías que dijiste pero no estabas seguras si fueron sueños, la borrachera o si en verdad se las dijiste a Rogers.

Rogers siguió conduciendo, te veía encantado de vez en vez, tratando de conectar con tu mirada, pero tú ibas con la vista fija en el camino. Le encantaba ver tus mejillas rojas, ese rubor provocado por tu vergüenza. Ansiaba que llegara el día que él hiciera florecer ese mismo rubor, pero provocado por el pudor de tenerte solo para él, en su cama, mientras te complacía y lamía el sudor de tu cuello. Hacerte todo lo que en su mente cruzó la noche que pasó contigo. Sumido en esos pensamientos poco decoroso se le acortó en camino, y cuando menos lo pensó, ya estaban en el Complejo.

- Bien, - dijo y apagó el motor del auto - Ya regresamos - suspiraste preocupada - Nos esperan los demás.

El estómago te pesó como plomo al escucharlo decir que en verdad los demás te esperaban. Rogers dejó el auto en el estacionamiento trasero. Bajaste en silencio y caminaste hasta la entrada. Subieron juntos al ascensor, callados. Te comenzaste a poner nerviosa, estrujabas tus manos y tu corazón comenzó a palpitar con fuerza. Se abrieron las puertas del ascensor y ambos salieron juntos; te detuviste a mitad del pasillo, Rogers igual. Te vías muy nerviosa, y tus ojos reflejaban lo asustada que estabas.

- Hey, - Rogers se  acercó a ti - Todo esta bien.

- No se si quiero entrar - miraste con preocupación la puerta de la sala común de los dormitorios.

Rogers miró hacia la puerta y luego te miró con ternura; sonrió y puso su mano sobre tu hombro. De alguna forma, eso te dio un poco más de seguridad, sentir que te estaba brindando apoyo. De todos creíste que él en especial iba a ser el principal enfadado contigo, pero no... estaba mostrándote su empatía. Le sonreíste y asentiste con la cabeza, luego diste unos pasos hacia la puerta.

- T/N, espera - Rogers te tomó de la mano con suavidad.

- ¿Qué pasa? - le miraste preocupada.

- Aún hay algo que debo hacer - Rogers te miró con dulzura y te haló a él. Puso su mano en tu cintura, estrechándote contra su cuerpo y acercó su cara a la tuya.

- ¡Rogers, espera! - te pusiste muy nerviosa en un par de segundos.

Steve te miró confundido, te aflojó un poco y bajó la mirada, pensando que quizás se había sobrepasado. Pues claro... ¿Cómo iba a aprovecharse de tu vulnerabilidad en ese momento? ¿En qué estaba pensando?

Le miraste bajar la cabeza, apenado; causándote terneza verlo así. Presionaste con fuerza su brazo, con el que tenía rodeado tu cintura, deteniendo su alejamiento. Levantó la mirada inmediatamente y se fijó en tus ojos. Ahora sus profundos ojos azules te parecían lo más bello que habías visto en todo el universo. Te miró indeciso, con tu otra mano acariciaste su rostro, luego tomaste el cuello de su camisa y lo halaste hacia ti. Mirando su boca con deseo, el mismo deseo con el que le habías visto aquella mañana después de su cumpleaños. Steve se acercó con delicadeza a tus labios entre abiertos, al verte cerrar los ojos, se aproximó más hasta estrechar su boca con la tuya. Fue un beso muy tierno, suave y delicado; siguiendo el compás de unos labios que empezaban a conocerse pero que se deseaban desde hace tiempo.

¿QUIÉN ES ELLA?Where stories live. Discover now