Capítulo 1: La familia Jeon

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Es de esos días en los que el señor Jeon debe asistir a una reunión importante, y para eso, necesita la compañía de la mujer con la que está casado.

El único hijo de los Jeon también siente deseo de acompañarlos ese día. Jala de la camisa de su padre, quien está atendiendo el teléfono bastante ocupado.

Con su inocente sonrisita lo mira desde su estatura.

―Appa... ¿Yo también voy? ―pregunta con auras angelicales.

―No precioso, esta vez no puedes acompañar a papi... ―El hombre se agacha para tocar el rostro de su bebé, de su tierno hijo recién levantado de la siesta.

―Pero Appa... ―Hace un pequeño mohín con los labios mientras infla sus mejillas.

―No mi niño grande, por hoy no, ¿bien?

JungKook asiente sin más remedio, formando un característico puchero. No ha servido de mucho pero ahí está, tratando de convencer a su padre, quien por poco no se resiste.

Y aunque suene increíble, JungKook tiene quince, pero bien este podría disimular unos perfectos diez. Su cara angelical y la estatura igual a la de un gnomo son confundible para cualquiera. No es que sea demasiado enano, pero tal vez es posible llegar a enredarse de solo quedarse viéndole.

Ha pasado al menos media hora y su niñero no ha llegado...

[. . .]

JiMin corre con todas sus ganas y se impulsa a seguir corriendo para llegar a tiempo, ya que es su primer día de trabajo como niñero temporal, desea causar una buena impresión a los señores Jeon.

Y por fin conocerá a JungKook, el chico de quien los señores Jeon le habían mencionado, según ellos: "nuestro niño especial". Está ansioso al poder conocerlo, y no es por nada, pero ya le habían comentado sobre él algunos conocidos.

Un chico de apariencia pasiva, calmada, sutil e inocente.

Decían inocente, y temía poder corromperlo, pues su boca no era la más puritana, sus hábitos mucho menos. Cada cosa que decía venía con un insulto o alguna perversidad incluida, no quería asustar a JungKook, sino este sería capaz de contarles a los señores Jeon y ellos a sus padres, por lo que las consecuencias serían...

¡Mierda! Dos semanas sin celular no era bonito.

Negó con la cabeza, tratando así que los pensamientos negativos se eliminaran.

Una vez que llegó a la residencia de los Jeon, regula su respiración, exhausto. Toca la puerta de la casa tratando de lucir con un aspecto más sereno y pulcro.

Pasa unos segundos en lo que espera después de su llegada. Y solo escucha suaves murmullos detrás de la puerta, entonces, nervioso, mete sus manos a sus bolsillos de su campera negra.

Muerde sus labios, creyendo generar así el disipo de su nerviosismo. Pero su cuerpo reacciona cuando el chirrido de la puerta da paso a una señora jovial. JiMin disimuladamente la escanea, viendo que está demasiado hermosa y elegante. Sonríe amistosamente.

―¡Oh! Hola, JiMin, llegaste ―menciona la señora Jeon alertada por una sonrisa que dio a conocer al joven pelinaranja―. Pasa, por favor ―le invitó cortésmente―, solo falta darme unos retoques, y mi marido aún sigue luchando con la corbata. ―Se ríe con burla―. Espera unos momentos, ¿sí? Bajamos en unos instantes.

JiMin asiente gentil y toma lugar en el sofá de la sala mientras observaba a su alrededor.

Quería preguntar por el nene. De seguro se trataba de un chiquitín adorable con un espíritu infantil al igual que sus pequeños primos que tenían por hijos sus tías, también estaba seguro que el pequeño muestre los rasgos finos como los de su madre, y la perseverancia constante de su padre. Él deducía todo ello, gracias a su madre que no paraba de contarle que los señores Jeon, eran personas humildes y generosas.

No fijó el tiempo transcurrir mientras pensaba en la posible apariencia de quien cuidaría. Al poco rato, los dueños de la casa aparecieron vestidos elegantemente, listos para irse.

Con las indicaciones respectivas partieron, y él, todo confuso e irritado por no presentarle formalmente con su hijo, escuchó en el silencio unos pasos acercarse a su dirección.

Una castaña cabellera le sorprendió y se sobresaltó. La criatura frente suyo tenía puesta una bata blanca sobre el cuerpo húmedo.

―Tú debes ser, JiMin... ―agregó de repente el pequeñajo, quién sonreía curioso―. Hola... ―saludó angelicalmente.

―Ahm... Hola... ―A penas pudo agregar a la cosita celestial que osaba hablarle.

JiMin creía en las semejanzas divinas, en los santos, en los pecados y los milagros, en los demonios y los ángeles. Pero JiMin nunca creyó ver tanta belleza junta y sola para su deleite.

Un lindo chico con el perfil aniñado y la piel clara, le miraba dulcemente. JiMin podía sentir sus mejillas arder, sus orbes brillar y sus manos temblar. Quedó en detenimiento observando la delicadeza de ese rostro esculpido por los dioses.

¿Quién se creía para ser tan lindo?

Quería gritar como esas chicas que gritan y lloran sangre por su artista preferido, quería gritar como su prima leyendo el smut de su couple favorito, solo sabía que quería tocarlo para comprobar si era real y no un espejismo.

Se notaba que sus padres lo habían hecho con muuucho amor.

―¿Estás bien, JiMin? ―dijo JungKook al notar el estado deplorable del mayor, como si estuviese ahogándose―. Por cierto... ¡¿Puedo llamarte, Hyung?! ―comentó emocionado, con la voz suave y aniñada.

El mencionado tomó más atención al asunto, moviendo la cabeza de arriba a abajo como aceptación.

―¡Genial! ―Se alegró el castaño―. Me llamo JungKook, pero puedes decirme Kookie. ―avisó, mientras las expresiones de su cara adornaban la belleza que de por sí ya tenía.

JiMin se estremeció al ver cómo el contrario arrugaba la nariz y estornudaba, luego con una mano sobaba en aquella zona. Se quedó enviciado por los gestos que profesaba el menor... Era tan lindo.

Desde aquel día, JiMin empezó a perder la noción del tiempo.

Desde aquel día, JiMin empezó a perder la noción del tiempo

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Aclaraciones:

Debido a la diferencia de edad entre JungKook y JiMin, les aviso en este
apartado que, este último, es más alto que Koo. Esto, solo es por la historia.

No estoy romantizando ninguna de estas actitudes, ni comportamientos "heteronormativos". Así que,
te pido, por favor, que tú tampoco lo hagas. #noalosestereotiposcomunesycorrientes :>

Los trastornos de la inocencia↬[ᴊɪᴋᴏᴏᴋ]Where stories live. Discover now