Capítulo 04: Lo que ellas creyeron

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Erwin sonrió para sí mismo. Si lo hubiera planeado, seguramente no le hubiera salido tan perfecto.

Aún recordaba cuando Marie le dijo que estaba embarazada y lo aturdido que estuvo por algunos minutos. Eso considerando que él estaba bien en su matrimonio. Ahora, a las puertas de un divorcio, definitivamente Eren tiene por quiénes pelear.

—Por ahora lo dejaremos hasta aquí. — dijo Erwin, levantándose de la cabecera de la mesa de sesiones. —Tienen que replantearse sus objetivos y estrategias, buscar lo que ambos realmente desean y llegar a su común acuerdo.

Mikasa se levantó acelerada y Levi detrás de ella, sin saber cómo va a reaccionar la (ahora comprensible) hormonal mujer y su voluble carácter.

¡Demonios! Levi estaba a nada tentado de ofrecer a disolver la petición de divorcio y devolvérsela a su marido con un moño de regalo.

Salieron de la sala tres, Levi tenso observando a Kenny y su imponente figura, haciendo que el juzgado de Erwin se vea pequeño.

—¿Qué estás haciendo aquí?— le reclamó Levi, buscando no llamar la atención.

—Te llamé al celular y me salta al buzón de voz.  Lo tienes apagado.— refutó Kenny.

—Siempre lo hago cuando entro a las audiencias.— objetó Levi. Sintió que Hanji se acercaba y aquello le punzaba el pecho.

Kenny creyó entender la preocupación de Levi por lo que usó su sombrero para ocultar más su rostro.

—Ya está. Tienes que llamar a Petra— dijo Kenny, lo más bajo posible.

Pero no fue lo suficientemente bajo pues Hanji alcanzó a escuchar ese nombre.

—¿Puedo acercarme a Mikasa?— preguntó Eren a su lado. —Prometo no incomodarla... Por favor.

—Te acompañaré— dijo Hanji, aún sin poder creerse que existiera una vena masoquista dentro de ella.

Hanji y Eren se acercaron con cautela hacia Mikasa, quien pareció querer retroceder.

—Por favor— le pidió Eren, levantando las manos. Con nervios palpables, Eren acercó sus manos hacia las de ella, que estaban sobre su vientre. Las de él, frías y temblorosas, las de ella, cálidas y tensas.

Eren sonrió sinceramente y todo el tiempo desde ese instante hacia atrás se le hizo irreal, la adrenalina inundando su sistema.

—Mikasa...— dijo, con la voz temblorosa que al mismo tiempo delataba orgullo. —Estoy tan feliz...

Por la cercanía hacia la pareja, Hanji lograba escuchar lo que Levi y aquel hombre alto estaban hablando. Levi sacó su celular y lo encendió, de inmediato hizo una llamada.

—No digas una sola palabra, Petra. — dijo Levi, con voz tensa. — Voy para allá...

Cerró la llamada y sacó de su bolsillo las llaves de su auto, lanzándoselas al hombre alto.

—Lleva a Mikasa al departamento. Tiene mucho que pensar.— soltó Levi, con voz irritada, como si fuera un padre que ha pillado a su hija en una mala travesura. Eren estuvo reacio a apartar las manos de ella. Levi soltó un chasquido de irritación. —No tengo tiempo, ahora. Deja que esta mocosa piense bien y ponga todo en orden en su estúpida cabeza. Te prometo que será lo mejor, para ambos.

Levi salió sin mirar atrás.

El hombre alto miró a Eren, quien tampoco le quitó la mirada. El menor trató de recordar unos instantes quién podía ser, puesto que no lo vio en su boda.

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