Capítulo 08: Justicia de sangre

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Zeke se lanzó con brusquedad en su asiento ejecutivo mientras dejaba caer los papeles de renuncia que había traído el área de Recursos Humanos del Hospital Kusavā.

Su Jefe de Admisión y la secretaria.

No era que no las pudiera reemplazar en un dos por tres, pero le punzaba lo de "incompatibilidad de moralidad" que Ral había colocado como motivo de renuncia.

El hospital Kusavā no era inmoral.
.....

Bueno, él no lo era.  Solo lanzaba propuestas a mujeres hermosas y quedaba en ellas permitir que todo siga.  Él no está para rogarle afecto a nadie.

De manera inconsciente miró su celular, en el cual estaba de fondo de pantalla su hermano menor.

Chasqueó la lengua con cierto fastidio porque en las redes sociales que encontró de Eren, jamás tenía una foto a solas, siempre estaba con su esposa o aquel bastardo imbécil que le robó el puesto de hermano.

Ni todo el poder social ni económico logró atraer a Eren.  Lo cual en cierta medida lo llenaba de orgullo, pero al mismo tiempo lo irritaba.

Con fastidio colocó su firma y estampó el sello de autorizado en las renuncias de las dos mujeres, llamó a su asistente personal, una abogada que está para revisar y asesorar cada tema, y le ordenó que devolviera esos papeles a Recursos Humanos.

—De paso me traes melocotones en almíbar.— agregó de último momento.

La otra no dio signo alguno de protesta por el requerimiento repentino.

Zeke estaba casi seguro que, si le pedía que le bailara desnuda, ella lo haría sin chistar.  Y alguien tan dócil y complaciente no le atrae en lo absoluto.  Seguro es un asco como abogada y pierde todos sus casos, por eso debe conformarse con ser prácticamente una secretaria de directiva.

Sus pensamientos volvieron a sus temas pendientes y, como todos los días, Zeke le remitió un mensaje de saludo a Eren, pues con algo de suerte su hermano menor le contestará y entonces lo invitará a comer.

En la rutina diaria de sus actividades, Zeke atendía a sus pacientes, seguía lanzando pequeños anzuelos, en otras ocasiones pasaba por quirófano para casos de emergencia y el resto de la jornada laboral se la pasaba en trámites administrativos que, en ocasiones lo aburría, por lo cual solía escapar hacia la terraza e incumplía una de las primeras leyes de los establecimientos sanitarios, encendiendo un cigarrillo mientras leía los casos que requerían de mayor concentración.

Chasqueó la lengua, considerando qué tan factible era fusionar el área de sistemas con el de admisiones, porque no estaba viendo que el Hospital se cayera ante la ausencia de Ral, pero no le gustaba la forma de trabajar de Bott Marco, más rígido que Ral, pero al menos con ella podía deleitarse la vista y le dejaba pasar algunos desacatos de órdenes directas.  En cambio Marco, además de ser experto en su rama, no le veía otra utilidad.

Otro podría hacer su trabajo.

Consideró llamar a su ex para preguntarle si su noviecito ya consiguió empleo, quizá pudiera ofrecerle un puesto, claro está que la oferta era válida si ella esté disponible para recordar los viejos tiempos.

Los días transcurrían en esa aburrida vida, con el esquivo de Eren sin responderle los mensajes.  

En el fondo Zeke deseó que algo ocurriera y lo sacara del hastío.  Quizá, si hubiera sabido lo que se avecinaba, Zeke hubiera rogado a todas las divinidades seguir para siempre en la aburrida rutina.

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Adheridos SeparadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora