Capítulo 07: Quien no aparece

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Hanji había tomado la información para clasificarla por periodos y por especialistas para buscar los registros de mayor tamaño o los que más subsecuentes, anotando los más relevantes e imprimiendo algunos para leerlos a más detalle en otra oportunidad.

Los más voluminosos eran los de área ginecológica, pero los más consecuentes eran de psiquiatría.

Y el resumen hasta ahora era terrible.

Desorientada en tiempo y espacio, palabras entrecortadas e ideas que no terminan de formarse.  Ha pasado por tres embarazos los cuales dos terminaron en abortos y un nacido que falleció a las pocas horas. 

Ella le llamaba Levi e insistía que su bebé estaba vivo, decían los registros del psiquiatra.

De eso hace una década.  Los otros registros parecían ser rutinarios, sin aparentes signos de mejoría, con psicotrópicos que (según hizo Levi una rápida búsqueda en Internet) son para inducirla a largas horas de sueño.

—Pero no hay registros de antipsicóticos— observó Hanji en los datos de los fármacos que le han administrado —Incluso lo que indica aquí, la Vitamina C la camuflaron bajo el nombre de antiescorbútica, la B12 como Cianocobalamina, la D como colecalciferol + ergocalciferol... así con todas las demás.

—Como si solo buscaran inducirla al sueño— agregó Levi, pasándose las manos por el cabello negro.

Hanji dejó imprimiendo la sección de fármacos y se volvió hacia Levi, quien de manera automática buscó refugio entre los brazos de ella sin poder darle la cara.  Al primer contacto ella sintió una oleada de rabia y dolor atravesarla al punto de hacerla derramar lágrimas silenciosas.

Las manos de la fémina se deslizaron alrededor de la espalda tensa, los labios posándose en la frente.

—¿Desde cuándo no duermes?— murmuró Hanji, la punzada de dolor en su pecho sin menguar.  Lo sintió encogerse de hombros en señal de aparente indiferencia.  Ella lo aferró más contra sí misma, sus manos acariciándolo hasta llegar a la nuca y volviendo hacia la espalda en repetidas ocasiones.  —Vamos a la cama.

Silencioso como estaba, Levi asintió.  De camino hacia el cuarto Hanji cayó en cuenta que su cama no era apta para dos personas.  Aquello la hizo sonrojarse y tartamudeó una vaga disculpa.

—Estaremos un poco ajustados esta noche— replicó Levi, su voz más ronca aún así guardaba un tono de juego.  Se quitó la camisa y buscó en su maleta, aún sin desempacar, un pantalón para dormir.  Hanji también empezó a cambiarse de ropa delante de él.  Aquello, aunque parecía algo simple, les hizo ser más consciente de los momentos que han regresado.

Ella se volvió hacia Levi y, dándole un beso en la comisura del labio, fue empujándolo hacia la cama.  De ahí se colocó encima de él, sintiendo los fuertes brazos rodeándola.

—Levi— dijo ella, recostando su cabeza en el pecho, escuchó un suave murmullo de él dando a entender que la escuchaba.  La intensión de Hanji era admitir cuánto lo había echado de menos, pero sus labios dijeron otras palabras más significantes aún. —Te amo.

Hanji sintió cómo los latidos del corazón se aceleraron en él.  Sintió la mano deslizarse alrededor de su espalda mientras parecía contener la respiración.  Quizá por estar sobre su pecho, ella escuchó con más profundidad la respuesta.

Al poco  tiempo ambos se dejaron llevar por el sueño.

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Adheridos SeparadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora