Capítulo 3 - Orejas de gato

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Luego de esa humillante escena se encontraban de nuevo en la cocina

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Luego de esa humillante escena se encontraban de nuevo en la cocina. Kibutsuji se había despertado de nuevo después que el menor. Durante el transcurso de la mañana el menor había estado actuando de manera sospechosa. Volteaba a mirarlo por unos segundos y consecuentemente se le escapaba una risita.

¿Qué es lo que le provocaba tanta gracia?

—Eres un pésimo cuidador —menciona Muzan sentado en el suelo—. Han pasado dos días y ni siquiera me has alimentado y, por si fuera poco, te atreves a usarme como taburete.

Kagaya ríe al escuchar al mayor. Por fin estaba entrando en su rol como su "mascota".

—Aww, ¿el gatito quiere comer? —. Le cuestiona burlándose de él.

Casi olvidaba mencionar que toda la mañana el de ojos púrpuras estuvo refiriénfose al demonio como "gatito". Apodo que obviamente no le gustaba para nada al mayor, pero es una de las demás cosas que tendría que soportar durante su estadía con el líder los cazadores. Aún no estaba muy seguro de la razón por la cuál el de cabello lacio le llamaba así. Es algo que tendría que averiguar.

—Toma, aquí está tu desayuno, mínino —. Dice con una voz dulce, dejando un tazón de leche fresca frente a él.

—¡Que no soy un gato, joder! —. Grita fastidiado.

Mira el tazón que el menor había depositado delante de él y al ver su reflejo se percata de dos orejas propias de un gato adornando su cabeza. Sorprendido, Muzan rápidamente dirige sus manos hacia su cabeza, sintiendo esas orejas peludas entre su cabello. 

El presente casi no pudo contener su risa al ver el rostro del demonio.

—¿Qué mierda me has hecho? —le pregunta preocupado intentando arrancarse las orejas—. ¿Acaso modificaron mi génetica mientras dormía o algo así?

—De hecho, eso fue exactamente lo que hicimos —. Contesta bastante tranquilo.

Molesto, Kibutsuji sigue tratando de quitarse las orejas, pero es algo que no podía hacer.

—Ya déjate las orejas y come —. Ordena el menor séntandose a tomar un vaso de té.

—Ahg, no pienso beber esto —comenta asqueado al ver el tazón—. Prefiero un poco de sangre.

—Eres tan complicado —. Dice Kagaya levantándose a retirar su plato.

El de cabello lacio sale fuera del lugar, atrayendo la atención del mayor. ¿En verdad le traería algo de sangre? ¡Eso sería excelente!

El demonio ya empezaba a sentirse con el control nuevamente, como si fuera el rey de los demonios otra vez. Al menos se siente un poco cerca a como solía ser antes.

Pero en realidad, Kagaya sólo salió para aparentar que iría por aquel líquido que al demonio le fascinaba. El de ojos púrpuras coloca algo de colorante rojo en el plato, lo revuelve con una cuchara y hace que se vea como si fuera sangre. De una forma u otra lograría que el mayor se tomara la leche.

El menor regresa con el tazón en manos y vuelve a colocarlo frente a su mascota.

—Aquí tienes tu sangre.

Inmediatamente Muzan se relame los labios y su mirada deseosa está de vuelta. Toma el plato con sus manos, dirigiéndolo a su boca para poder por fin saciar su hambre.

—¿Los gatitos comen así? —. Le corrige sonriendo mientras da un sorbo de su té.

Kibutsuji suelta un suspiro, deja el plato en el suelo como estaba antes. Inclina su cuerpo y baja su cabeza para poder comenzar a beber del líquido como si fuera un felino.

Algo que el menor no tenía en cuenta es que al momento de que el demonio inclinó su cuerpo para comer, no pensaba que se vería tan bien en esa posición; algo que lo hizo sonrojarse demasiado al saber en lo que estaba pensando en ese momento.

—Espero que estés disfrutando de esto, Kagaya —. Habla el mayor contoneando su cuerpo mientras seguía bebiendo. A el de cabello lacio le pareció escuchar que usó un tono pícaro para decir eso, lo que lo puso aún más ruborizado.

—D-Disfruto cada segundo —. Titubea casi hipnotizado por los movimientos del contrario.

—Eso es bueno —responde mirándolo directo a los ojos con esa mirada deseosa—, porque después de que recupere mis poderes tú serás el primero en ser devorado.

El menor regresa a la tierra, recordando que el deseo del demonio era simple, sólo pensaba en comerlo.

—Esta sangre sabe rara —. Comenta el rizado extrañado.

—Oh, es que es sangre de vaca —. Inventa nervioso.

—¿De verdad? —le cuestiona levantando la mirada—. Nunca la había probado antes. Sabe a leche.

El mayor pareció tolerar el extraño sabor y continuó tomando de aquel líquido, lo que alivió de cierta forma al de cabello lacio.

El mayor pareció tolerar el extraño sabor y continuó tomando de aquel líquido, lo que alivió de cierta forma al de cabello lacio

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𝐋𝐚 𝐌𝐚𝐬𝐜𝐨𝐭𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐏𝐚𝐭𝐫𝐨́𝐧 | Muzan x KagayaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt