Capítulo 8 - Castigando al demonio

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—No reirás por mucho tiempo, gatito —le dice Kagaya con una sonrisa en su rostro—

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—No reirás por mucho tiempo, gatito —le dice Kagaya con una sonrisa en su rostro—. Cuando salgamos de aquí te las verás conmigo.

La piel de los pilares estaba totalmente tensa al escuchar las palabras de su patrón. Oh, pobre de ese demonio.

Mientras que Kibutsuji no se tomó muy en serio las palabras de su amo.

—No creo que sea tan horrible —decía el de ojos rojos sonriendo—. Con ese rostro y cuerpo tan lindo que tienes no te creo capaz de hacerle daño ni a una mosca.

Comenta el demonio acariciando con la punta de sus dedos la barbilla del menor.

Los hashiras estaban molestos. Este hombre estaba subestimando al patrón. Estaban a punto de soltar insultos hacia el mayor, pero su líder les hizo una seña al notar esto, pidiendo que guardaran silencio.

—La reunión ha terminado —avisa el de cabello lacio sin mostrar su molestia, levantándose y poniéndose de pie—. Vamos, Muzan. Despídete de los pilares.

—Ahg, adiós —. Se despide cruzando sus brazos sin mirarlos.

—¿Así es cómo te debes despedir de ellos? —. Le cuestiona, y era obvio que quería que Muzan hiciera algún tipo de reverencia.

Kibutsuji no estaba dispuesto a hacer eso. Sólo ignoró al de ojos púrpuras con una cara de enfado.

—Podemos estar aquí todo el día, Muzan —habla el menor esperando que se despidiera adecuadamente—. No nos iremos hasta que te despidas de ellos.

Sin más opción, el demonio se inclinó ante ellos, pegando su frente en el suelo y colocando sus manos contra el piso, a los lados de su cabeza.

—Adiós, fue un gusto estar aquí con ustedes —. Dice con una voz formal que los hashiras no esperaban que usara.

El demonio se levanta y se dirige a la puerta, seguido por Kagaya. Dejando a los demás pensativos. ¿Qué tipo de castigo le dará el patrón a Kibutsuji?

Les preocupaba que llegara a matarlo, pues según lo que el mismo patrón dijo, el demonio debería de durar tres meses en la sede.

Mientras, Kagaya se encontraba alimentando a su mascota debajo de un árbol que estaba al lado de la casa.

—Buen chico —. Murmuraba acariciando sus cabellos, con la cabeza del demonio recostada sobre su regazo.

El de ojos rojos simplemente se seguía alimentando como era de costumbre.

¿Este era su castigo?

Kibutsuji sabía que el menor no era capaz de hacerle nada. Sólo mírenlo, es un ser tan gentil, débil e ingenuo; nunca podría hacer tal cosa.

—Espero que disfrutes mucho de esto, gatito —habla con una sonrisa maliciosa—. Porque no tendrás más de mi sangre por un buen tiempo.

Entonces, Kagaya saca su dedo de la boca del mayor. Se levanta de donde estaba y se va caminando hacia la puerta de entrada del edificio al lado de ellos.

𝐋𝐚 𝐌𝐚𝐬𝐜𝐨𝐭𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐏𝐚𝐭𝐫𝐨́𝐧 | Muzan x KagayaWhere stories live. Discover now