Capítulo 4 - Necesito sangre

2.8K 167 127
                                    

El día siguiente no fue muy diferente al anterior

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El día siguiente no fue muy diferente al anterior. Por la mañana, Muzan había solicitado de nuevo su tazón con "sangre", pero había pedido que no fuera la sangre de vaca como la que le habían dado ayer; pues parece que no lo dejó muy satisfecho.

Kagaya tuvo que recolectar unos cuantos frutos rojos, para posteriormente sacarles todo el jugo.  Lo sirvió en el plato y lo colocó frente al demonio, justo como lo había hecho ayer.

Kibutsuji se inclinó y comenzó a tomar el líquido. Al primer instante se dio cuenta de la mentira.

—¿Piensas seguir engañándome, Kagaya?

Masculla molesto al probar la supuesta "sangre" que el menor le había dado por comida. El demonio le dedica una mirada tan furiosa que al menor le provocó algo de pánico. El de cabello lacio se sostuvo de uno de los muebles y retrocede cuando ve a Kibutsuji levantarse del suelo y dirigirse hacia él.

—¿Crees que un demonio no sabe cómo sabe exactamente la sangre?

Alega acorralando al de ojos púrpuras contra la pared. Su mirada deseosa hace su aparición cuando ve el rostro del chico asustado.

Con sus manos el menor intenta alejarlo.

—¿Q-Qué haces? —. Le cuestiona con la voz temblorosa al tenerlo tan cerca.

—No te preocupes, sólo tomaré un poco de tu sangre —responde y sujeta las muñecas del contrario con una sola mano, poniéndolas igual contra la pared—. Te aseguro que no te dolerá nada.

Muzan acerca su rostro hacia el cuello del menor con esa mirada pícara mientras se relame los labios. Kagaya estaba aterrado, pero era tan débil que no podía contra la fuerza del mayor y casi no oponía resistencia.

—Hueles tan bien —. Murmura abriendo su boca, preparándose para morder su cuello.

—Espera, Muzan —. Ruega con el rostro sonrojado.

Si alguien entraba ahora al lugar su situación sería mal vista, pues parece que están haciendo, otra cosa...

El demonio se detiene fastidiado para escuchar lo que tenía que decir.

—Te daré de mi sangre, pero así no.

Kibutsuji lo deja libre y lo mira de manera atenta, ¿cuál sería esa manera?

Kagaya camina por el cuarto y abre uno de los cajones, sacando una aguja. Él solía enmendar los trajes de sus pilares cuando tenían alguna ruptura pequeña.

El de cabello lacio se para enfrente del demonio. Suspira y cierra sus ojos con fuerza, encajando la aguja en su dedo índice. El demonio no paró de mirarlo mientras hacía eso. Tan pronto como Kagaya se pinchó con el alfiler, poca sangre empezó a brotar por la herida.

Antes de que el menor siquiera abriera sus ojos, Kibutsuji ya se hallaba lamiendo su dedo, saboreando la caliente sangre del contrario. Estaba en lo correcto, la sangre de Kagaya era muy deliciosa.

Su cuerpo se erizó cuando sintió su lengua recorriendo parte de su mano. Y se ruborizó mucho más cuando Muzan empezó a chuparlo, buscando sacar una mayor cantidad de líquido.

Kagaya estaba tan avergonzado, nunca había imaginado a Muzan en esta situación. Con los ojos cerrados, relajado mientras comía de su sangre, pasando su lengua alrededor de su dedo, y mordiéndolo levemente. Era tan fácil malpensar eso que el menor no pudo evitar que esos pensamientos se metieran en su mente.

Los chasqueos de Kibutsuji al chupar su extremidad resonaban por la habitación. Si cerraba sus ojos por un momento pareciera que estaba haciendo otra cosa más sexual.

De seguro el mayor ni siquiera sabía lo que estaba provocando. Tal vez los demonios no tenían idea de lo que era el sexo. Y eso hacía sentir algo mal al contrario, no debería de malpensar si Muzan no estaba succionando su dedo con esas intenciones. Se supone que es una persona pura.

—Sabes muy bien —. Susurra mientras sigue alimentándose.

El menor casi tenía una hemorragia nasal en ese instante por la grande excitación que lo invadía. Nunca se había sentido tan avergonzado como Muzan Kibutsuji lo hacía sentir.

De un momento a otro el demonio comienza a morderlo, lo cual le causaba algo de dolor al otro.

—¡Hey, sin morder!

Lo regaña con un hilo de voz. Por primera vez Muzan obedece sin replicar, asombrando al menor. Era sorprendente como podía controlarlo a cambio de su sangre.

Pero Kagaya termina por llegar a su límite cuando Muzan empieza a gemir suavemente mientras seguía en lo suyo. El de ojos púrpuras sabía que esos gemidos no eran para provocarlo, si no que significaban que el demonio estaba disfrutando mucho de su comida; pero aún así era inevitable no imaginarlo en otra situación mucho más sucia y ardiente.

El menor no puede soportarlo más. Si persistía de esa manera terminaría por tener una erección frente al demonio. Eso sin duda lo haría pasar una gran, gran vergüenza.

—M-Muzan, ya es suficiente —. Habla sacando su dedo de la boca de Kibutsuji.

Al hacerlo, el de cabello lacio pudo percatarse de toda esta saliva cubriendo su dedo, haciéndolo brillar, cosa que logró sonrojarlo una vez más.

—Quiero más —. Pide con un tono más suave que el habitual.

—No, es todo lo que te daré por hoy.

—Ahg, no es justo.

Y el Muzan de hace unos minutos había regresado. Ese Muzan testarudo y enojón. Por lo menos, ahora Kagaya había encontrado una forma de alimentar a su mascota sin tener que matar a una persona o a un animal indefenso.

 Por lo menos, ahora Kagaya había encontrado una forma de alimentar a su mascota sin tener que matar a una persona o a un animal indefenso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐋𝐚 𝐌𝐚𝐬𝐜𝐨𝐭𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐏𝐚𝐭𝐫𝐨́𝐧 | Muzan x KagayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora