Capítulo 13

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Regresamos caminando a casa. Habíamos llegado a un acuerdo, mañana pasaríamos todo el día juntos, de esa manera, Rafael podría conocer y estar con su padre. Hoy teníamos que organizar algunas cosas de manera personal.

De regreso, no dijimos nada, al parecer cada uno tenia su mundo en la cabeza.

-¿Mañana a donde quieres ir?- preguntó un poco tímido.

Verlo así de callado e introvertido era muy raro.

Normalmente estaba acostumbrada al Alexander mandón y frio, al que deseaba que todo mundo siguiera sus ordenes y no aceptaba un no por respuesta.

-A Rafa le gusta el pequeño parque de diversiones del centro, tiene un área para bebés y muy pocas veces hemos ido- comenté.

Quería que mi hijo se sintiera cómodo y tranquilo.

-Entonces vengo por ustedes para ir-

-No- dije -Te vemos ahí-

Él no estaba muy convencido, pero no dijo nada más. Estaba muy dócil.

Finalmente, llegamos al jardín delantero de casa.

-Creo que ahora debemos despedirnos- comenté poniéndome frente a él.

Una sonrisa de lado apareció, y se acercó un poco más a mí.

Quise hacerme para atrás, pero mi cuerpo no respondió. Pero mis demás sentidos lo hicieron.

El olor de su perfume invadió mis fosas nasales, y lo aspiré lentamente, deleitándome con ese embriagante aroma. Seguía usando la misma colonia italiana que tanto me gustaba.

Mis ojos detallaron cada detalle de su rostro, e incluso vi mas de cerca su semblante, y noté nuevas marcas y como sus facciones habían madurado. Sus ojos eran aun del mismo hermoso color, y los veía cada mañana al despertar junto a mi hijo. Su barba recién afeitada le daba ese toque sensual y atractivo que ponía a cualquiera a sus pies. Sus labios se notaban sedosos y brillantes, y ya había olvidado lo que se sentía al besarlos.

¿Qué demonios estaba pensando?

Di un paso hacia atrás, intentando poner espacio entre nosotros. Sin embargo, Alexander fue más rápido que yo y me tomó del brazo para evitar mi alejamiento.

-De verdad voy a aprovechar esta oportunidad, y prometo no decepcionarte- dijo en voz baja.

-No me importa si me decepcionas a mí, solo no le falles a él- pedí.

Su sonrisa parecía no borrarse, y eso me estremecía cada fibra nerviosa.

-Voy a ser un buen padre-

Ahora la que sonrió fui yo.

-No es tan fácil- dije en un tono bajo -Todos los días vives pensando en no fallarle, pero al mínimo error te sientes como lo peor del mundo, y sientes no merecer a esa increíble persona-

Colocó su otra mano en mi otro brazo. Estábamos tan cerca que me daba miedo.

-Eres una gran madre, te lo puedo asegurar-

-Muchas gracias, eso dicen todos- contesté.

Alexander abrió la boca para decir algo, pero un grito nos hizo girar la cabeza.

Rafita gritaba desesperadamente, y conocía ese llanto: algo le había pasado. Me alejé preocupada y me mente se enfocó solo en mi hijo.

Caminé rápidamente a la puerta y la abrí. Antes de entrar, sentí los pasos de Alexander a mis espaldas, así que giré para verlo.

Siempre Contigo #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora