Capítulo 17

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Abrí la puerta lentamente, y Rafael lo recibió con una sonrisa en el rostro.

-Hola- dijo feliz.

-Hola- contesté.

Su mirada se posó en aquel niño de ojos profundos como el mar. Alexander se acercó a mí y extendió sus brazos para cargar al niño.

Rafael se fue con él. Su pantalón de mezclilla y camisa azul cuadrada resaltaban sus rasgos.

-Hola campeón, que guapo te ves hoy- enunció con un tono de voz infantil.

Solté una pequeña risa.

Alexander me miró mal.

-¿Puedo saber de qué se burla?- cuestionó levantando una ceja.

-De que nadie en la empresa se lo imagina hablando de esa manera con un niño de un año- respondí con burla.

-Y más le vale no decirle a nadie, no quiero perder mi imagen-

Notaba la diversión en su mirada.

-Será mejor que pases, o la comida se enfriará- indiqué haciéndome a un lado. Alexander entró a la casa y miró todo su alrededor, como si fuera un lugar completamente nuevo.

Mi padre estaba de pie en el umbral de la cocina. Cuando vio a Alexander cargando a Rafael, un brillo se asomó en sus ojos.

-Alexander- dijo alegre -Es una maravilla tenerte aquí de nuevo-

-Alfonso- contestó él -Sigues viéndote igual de joven-

Se acercaron y se dieron un corto abrazo.

-Lamento mucho la perdida de tu esposa- comentó al separarse. El sentimiento de lastima volvió a aparecer en su cuerpo.

Mi padre no pareció entristecerse o cambiar se semblante. Seguía viéndose maravillado ante su visita.

-Agradezco tus palabras-

Me arrimé a ellos lentamente.

-Podemos sentarnos a almorzar-

Ambos hombres tomaron asiento. Tomé a Rafa y lo senté en su sillita, le acerqué su verdura con pollo y su fruta. Hacia ruidos de alegría, pues comer era de sus cosas favoritas. En eso se parecía a mí.

Yo también tomé asiento y servimos la comida.

-Esto se ve delicioso- comentó mi ex esposo.

Mi padre soltó una pequeña risa.

-Puedes alagar a mi amigo, la comida la pedimos de su restaurante. No nos dio tiempo de preparar algo-

Alexander y yo soltamos una carcajada.

-Se suponía que era un secreto- dije divertida.

Comenzamos a comer y servir el jugo. Alexander miraba maravillado a Rafael y su manera tan energética de comer.

-Es como tú- señaló.

-Tenía que tener algo mío-

Continuamos hablando y poniéndonos al día de nuestras vidas. No tocábamos algunos temas, pero la plática no se detenía.

-¿Qué tal la empresa?- cuestiono mi padre.

Alexander tosió de manera inesperada. Al parecer no esperaba que le preguntaran por la empresa.

-Va bien, no es su mejor momento, pero nada nuevo-

Evitaba hablar de la caída que estaban teniendo. Yo no sabía bien los números o datos, pero si era consiente que la empresa estaba hiendo en picada, y que, si no lograban reponerse, se irían a la quiebra. No era tonta, y al leer notas, noticias e informes que estaban en internet, podía deducir esto. Además de que conocía bien la empresa y sabía que no era normal lo que estaba pasando.

Siempre Contigo #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora