Abrí la puerta lentamente, y Rafael lo recibió con una sonrisa en el rostro.
-Hola- dijo feliz.
-Hola- contesté.
Su mirada se posó en aquel niño de ojos profundos como el mar. Alexander se acercó a mí y extendió sus brazos para cargar al niño.
Rafael se fue con él. Su pantalón de mezclilla y camisa azul cuadrada resaltaban sus rasgos.
-Hola campeón, que guapo te ves hoy- enunció con un tono de voz infantil.
Solté una pequeña risa.
Alexander me miró mal.
-¿Puedo saber de qué se burla?- cuestionó levantando una ceja.
-De que nadie en la empresa se lo imagina hablando de esa manera con un niño de un año- respondí con burla.
-Y más le vale no decirle a nadie, no quiero perder mi imagen-
Notaba la diversión en su mirada.
-Será mejor que pases, o la comida se enfriará- indiqué haciéndome a un lado. Alexander entró a la casa y miró todo su alrededor, como si fuera un lugar completamente nuevo.
Mi padre estaba de pie en el umbral de la cocina. Cuando vio a Alexander cargando a Rafael, un brillo se asomó en sus ojos.
-Alexander- dijo alegre -Es una maravilla tenerte aquí de nuevo-
-Alfonso- contestó él -Sigues viéndote igual de joven-
Se acercaron y se dieron un corto abrazo.
-Lamento mucho la perdida de tu esposa- comentó al separarse. El sentimiento de lastima volvió a aparecer en su cuerpo.
Mi padre no pareció entristecerse o cambiar se semblante. Seguía viéndose maravillado ante su visita.
-Agradezco tus palabras-
Me arrimé a ellos lentamente.
-Podemos sentarnos a almorzar-
Ambos hombres tomaron asiento. Tomé a Rafa y lo senté en su sillita, le acerqué su verdura con pollo y su fruta. Hacia ruidos de alegría, pues comer era de sus cosas favoritas. En eso se parecía a mí.
Yo también tomé asiento y servimos la comida.
-Esto se ve delicioso- comentó mi ex esposo.
Mi padre soltó una pequeña risa.
-Puedes alagar a mi amigo, la comida la pedimos de su restaurante. No nos dio tiempo de preparar algo-
Alexander y yo soltamos una carcajada.
-Se suponía que era un secreto- dije divertida.
Comenzamos a comer y servir el jugo. Alexander miraba maravillado a Rafael y su manera tan energética de comer.
-Es como tú- señaló.
-Tenía que tener algo mío-
Continuamos hablando y poniéndonos al día de nuestras vidas. No tocábamos algunos temas, pero la plática no se detenía.
-¿Qué tal la empresa?- cuestiono mi padre.
Alexander tosió de manera inesperada. Al parecer no esperaba que le preguntaran por la empresa.
-Va bien, no es su mejor momento, pero nada nuevo-
Evitaba hablar de la caída que estaban teniendo. Yo no sabía bien los números o datos, pero si era consiente que la empresa estaba hiendo en picada, y que, si no lograban reponerse, se irían a la quiebra. No era tonta, y al leer notas, noticias e informes que estaban en internet, podía deducir esto. Además de que conocía bien la empresa y sabía que no era normal lo que estaba pasando.
ESTÁS LEYENDO
Siempre Contigo #3
RomanceElena y Alexander amaron, lloraron y aprendieron. Ahora tendrán que decidir que es lo que quieren para sus vidas, pues ya no eran lo mismo. Nuevamente son ellos contra sus sentimientos y sus nuevos fantasmas. Las historias de amor no siempre t...