CAPÍTULO 09: MI SALVADORA

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Punto de vista de Jennie

Había despertado otro día más sin ganas de vivir, cansada del maltrato del que decía llamarse "mi prometido" empecé a escribir la carta a mi amada, a la que sería mi salvadora, ella veía una luz de esperanza, en ella veía mi huida; mi libertad.

"27 de marzo, 1970

—Querida Lisa,

Te escribo esta carta para recordarte lo mucho que te amo y pedirte perdón, no he hecho más que lastimar tu afable corazón, eres un ser de luz que apareció en mi vida como el alba de las mañanas, irradiaste mi alma y mi todo mi ser, nunca pensé encontrar todo lo que imaginación soñó convertida en alguien como tú, siempre pensé que la ficción nunca superaría a la realidad, tú eres mi realidad y cambiaste mi perspectiva. Me encuentro encaminada a una vida miserable a lado de un hombre que no amo y nunca lo haré, no pienso ceder mi libertad, incluso si soy condenada por mis padres, familiares o la misma sociedad, no viviré arraigada a un matrimonio desdichado y que siente como el infierno; sueño con recorrer el mundo a tu lado, siempre anhele eso, ahora eres símbolo de mi libertad, mi amada salvadora.

—Con amor, tu cándida doncella, Jennie".

Viviré como siempre lo deseé, saldré de esto, ahora que terminé de escribirlo, se lo enviaré mediante una sirvienta en secreto.

Punto de vista de Lisa

Después de visitar varios días al orfanato donde se encontraba la pequeña Lily, me encariñé demasiado con la niña de apenas unos tres añitos, tan dulce, tan linda, he pensado mucho en adoptarla y educarla con todo mi amor. Esa idea pronto dejará de ser solo un anhelo que pasará a una realidad y Lily será mi hija.

El cartero que siempre pasaba por las mañanas, me entregó algo especial, me dijo que era algo anónimo, al abrirlo me encontré con una grata sorpresa. Al terminar de leer esa carta no pude evitar derramar unas lágrimas, mi amada estaría pasando por un infierno y yo tengo liberarla de su cautiverio. Tendría que pensar detalladamente como hacerlo, como escapar de las dos familias vinculadas, lo podría hacer claramente, aunque conllevaría muchos riesgos; no importa darlo todo si el motivo es Jennie.

Escribí una carta como respuesta para ella.

"28 de marzo, 1970

—Querida Jennie,

No puedo evitar sentir impotencia al no poder estar a tu lado ahora mismo, siento un dolor inmenso dentro de mí desde que no estás conmigo, te he amado, te amo y siempre lo haré, eres la aurora de mi vida, llegaste a iluminarme, tú y tu joven sonrisa me enamoró desde el primer momento en el que te vi, supe que serías mi gran amor cuando bailaste conmigo y llamaste por primera vez "mi salvadora" en el día de bienvenida, no he podido sacar la imagen de tu rostro de mi mente, mi amor por ti es tan profundo y cálido. Prometo que escaparemos juntas y nunca envejeceremos, confía en mí, dulzura. Conozco la casa en donde te encuentras y lo mejor para huir es la puerta trasera, escaparemos mañana a medio día y tomaremos un tren a la libertad; cabe mencionar que, llevaré con nosotros a una pequeña replica mía que te aseguro que amarás desde el primer momento.

—Con amor, tu salvadora, Lisa".

Se lo envié ese mismo día, espero que lea mi mensaje y así podamos huir evadiendo todo. Hoy mismo, tendría que alistar a la pequeña Lily, tengo que rescatar a Jennie.

Al día siguiente, llegó la hora, fui a esperar a Jennie por la puerta trasera, al ver que no llegaba, convencí con un poco de dinero a la empleada de esa familia que me dejará pasar por un momento, pues sabía a lo que iba.

—¡Hey! —dije despacio y Jennie, volteó a verme mientras terminaba de leer mi carta.

—Amada mía viniste por mí. —Sonrió al verme.

—Necesito que tomes mi mano y huyamos ahora. —Dije.

—Escapemos, amada. —Tomó mi mano y me sostuvo fuertemente.

Salimos por la puerta trasera, mientras tanto el guardia que había llegado se percató de nuestra salida, empezamos a correr sonriendo, me encontré con una bicicleta y me subí ahí con Jennie abrazándome, pedaleé lo más rápido que pude para que no me alcanzaran. Cuando por fin me percaté que no me seguían pude gritar con orgullo.

—¡Los perdimos, los perdimos!

Esa misma tarde tomamos un tren para París, porque anticipadamente había recibido una carta de Rosé indicándome que se encuentran en esa ciudad y que podría visitarla.

Cuando Jennie conoció quedó encantada con la pequeña, se habían convertido en madre e hija en unos minutos, incluso inseparables.

"Viviré contigo más allá de la muerte, incluso hasta cuando seamos fantasmas"

—Lisa Manobal.

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