Capítulo treinta-nueve

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Narra Jeremy:

*Flashback*

Un golpe tras otro golpe a mi cuerpo le rindieron como tributo, no hacía falta dar una explicación pues la razón era evidente, mi existencia era aquello que con tanto esmero ansiaban enterrar. El mismo cielo parecía disfrutar de la decadente vida que se me otorgo que hasta a mi más cercana familia se llevó, la madre que debía cuidar de su hijo en el parto falleció, reafirmando así el hecho de lo maldito que era mi origen.

...

—Lo has visto, no conforme con matar a su propia madre también nos ha traído desgracias—murmuro con enfado el líder del pueblo sin ninguna sola de las consideraciones—si hay un culpable, ese es él, el único que tiene la culpa de que nos haya sucedido esto, esa mujer se acordó de nosotros cuando cayó en desgracia, es una maldita bruja—estallo revelando su verdadero rostro ante los demás adultos, esos mismos asintieron de manera positiva, acordando el mismo pensar.

No podría olvidar ese rostro.

El hombre que me crio fue quien también decidió hundirme, no importa las buenas acciones que realizara conmigo u otros, si al caer la noche este se volvía un espejismo fabricado para satisfacer a los demás. ¿En quién debía confiar? No, de ninguna manera se podía creer en esas personas, mucho menos en él que daba la mano y a escondidas planeaba un asesinato.

Detrás de la puerta me toco callar, ganas no faltaron de pararme enfrente suyo y pedirle que volviese a repetir sus inmundas palabras, no obstante, yo no era más que un inútil, uno sin valor alguno por el que nadie se preocupó.

...

Y no morí cuando creí la muerte vendría a buscarme, justo entonces descubrí la maldición de la que hablaban, la misma por la que ellos estaban tan temerosos, honestamente no comprendo si fue temor o envidia, pero entendí que no era igual a esas personas, mientras ellos caían sin levantarse, yo viviría incluso si se me arrancara las extremidades inferiores, no importa si me clavan un cuchillo, ni el filo de una daga me llevaría al otro mundo.

Las torturas si fueron horribles, más agradecí el encuentro que inicio con su propio error.

Lo recuerdo bien, con la memoria afectada y sin saber quién era descubrí secretos, aunque no pude odiarlos por despreciarme ya que también me despreciaba a mí mismo, y no se puede hacer nada si yo mismo me encargue de odiarme.

...

Ahora no estás solo—esa voz tan desconocida y familiar brindo calor a mi alma perdida, en ese momento no lo sabía, desconocía que no existía, que tan solo era yo mismo—somos dos, voy a ayudarte.—no mintió cuando lo dijo, mi vida drásticamente cambio, el pueblo entero me dejo tranquilo.

¿La razón de ello? estaban muertos del miedo.

Cada que él aparecía la muerte sucumbía al pueblo y lo transformaba en un mar sangriento, al día siguiente no había huella de su llegada y yo ni siquiera lo conocía, el monstruo que cometía tales atrocidades era yo, aunque no éramos el mismo, Ray no era una persona, era una personalidad nacida del rencor que le guardaba a mi pueblo y a sus acciones.

*Fin del flashback*

No recuerdo quien lo conoció primero, si fui yo o fue esa otra persona viviendo en mi interior, más la coincidencia de nosotros fue una esperanza para mí, Ray no pensaba lo mismo, constantemente me atormentaba diciéndome que la muerte iba a culminar con su vida, que su destino estaba sellado, el motivo del suceso su búsqueda constante por confianza, estaba más que seguro que su obsesión por gente leal iba resultar en su derrota.

El príncipe del Inframundo[#4]©Where stories live. Discover now