𝟎𝟏. Sin escape

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❝Sin escape❞

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❝Sin escape❞

Laia contuvo la respiración temerosa a que cualquier acción en falso significara la muerte segura. La escasa y amarillenta luz que se colaba recién la dejaba enfocar la vista con claridad en el fondo del salón.

De pronto entre las sombras la voz mordaz y juguetona de un hombre rebotó en cada centímetro del lugar envolviéndolos por completo.

—Hermana, te enviaron a traer uno y regresaste con una sorpresa. —Hubo una pausa en la que seguramente el hombre reparo en su presencia y Laia se tomó el tiempo para dar un respiro profundo imaginando que sería el último.

—Que chica tan lista. —Aludió hacia su subordinada e inmediatamente regresó la vista hacia ellos—. Que agradable sorpresa. Bella está viva después de todo, ¿no es eso maravilloso?

La extensa sonrisa de Aro le provocó escalofríos.

Una ráfaga de viento gélido golpeó contra su espalda, pero Laia temió moverse, y mientras el vampiro se apresuraba hacia ellos a paso veloz, finalmente pudo contemplar el resto del lugar dónde se alzaban imponentes tres asientos semejantes a tronos.

Dos de ellos ocupados, el de Aro, vacío.

—¡Me encanta! Un final feliz después de todo.

Sus palabras más que un susurro resultaban un siseo y algo dentro de su actuar hacía sentir a la morena llena de molestia.

Pronto el Volturi tomó la mano de Edward en busca de la información necesaria y Bella soltó un jadeo que provocó fastidio en Laia.

—Son tan raros —mencionó al momento del contacto. Luego de unos segundos extasiado y conforme, miró a ambos impresionado—. La tua cantante. —Su expresión se volvió retorcida—. Su sangre te atrae tanto que me provoca sed. —Una pausa incómoda donde el vampiro trago con dificultad se formó y Laia quiso vomitar—. ¿Cómo soportas estar cerca de ella?

—Con gran dificultad —admitió Edward.

—Ya lo veo.

Una risita fingida abandonó los labios del contrario.

—Aro puede leer cualquier pensamiento que he tenido con sólo tocarme —explicó el cobrizo a Bella que yacía confundida a su lado—. Y ahora lo sabe todo. Acaba de una vez —le suplicó.

—Y tú eres un excelente lector de almas, Edward. Aunque, no puedes leer sus pensamientos.

Los ojos rojos vagaron entre la pareja por un rato.

Silencio.

—Fascinante.

Aro se miró dubitativo por un rato antes de saciar su curiosidad.

—Me encantaría saber si es inmune a mis dones también. —Extendió una mano lentamente en dirección a la castaña—. ¿Me harías el honor?

Bella asustada vaciló antes de aceptar el gesto y por un momento que pareció eterno todos los ojos se mantuvieron expectantes ante el intercambio.

BEFORE THE DAWN⎯  Caius Volturi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora