I see you [ showki ]

01.

— ¡Mierda! ¿dónde dejé mis llaves? — Hyunwoo alza la voz molesto mientras palpa sus bolsillos traseros y delanteros, haciendo malabares con el paquete lleno de comida a su izquierda.

— ¡Hey! ¿ese es el vocabulario que tu madre te enseñó? —una voz sale a sus espaldas, espantando a Hyunwoo quien casi deja caer la bolsa de papel al suelo con reflejos bastante envidiables. Por su parte, Kihyun, el motivo de su gran susto, lo mira preocupado e intenta ayudarle.

—Oh, perdona, no quise espantarte — dice apenado, su sonrisa se había borrado del rostro y ahora lo reemplaza un gesto lleno de preocupación.

—Descuida, no lo hiciste a propósito. Pero… ¿podrías abrir la puerta? creo que dejé mis llaves en el trabajo.

Kihyun se apresura a abrir la puerta y le deja entrar primero. Hacía tres meses que compartía departamento con Hyunwoo, el dueño, y podía asegurar que esa era al menos la tercera vez que su compañero olvidaba las llaves, era demasiado despistado para su gusto. Pero era justo eso parte del encanto del mayor, una persona noble de hermosa sonrisa y contrastante cuerpo musculoso y piel morena. Era como si tuviera dos personalidades habitando en su interior.

La convivencia entre ambos era lo suficientemente buena para hacer que las cosas funcionaran. Kihyun, apasionado del orden y la limpieza, se encargaba de mantener a raya al mayor, quien a pesar de no ser un desastre, había adquirido mejores hábitos de limpieza aun si estos no se aplicaban ni un poco dentro de su habitación. Terminaron viviendo juntos después de la lamentable muerte de los padres de Kihyun; pues Hoseok (el mejor amigo de Hyunwoo) había tomado la iniciativa de recomendar al menor, consciente de la gran necesidad de ahorrar dinero en vivienda y quizá un poco de cálida compañia.
Era un ganar ganar, no hacía mucho, Hoseok y Hyunwoo habían decidido emprender una escuela de natación juntos, y a pesar de que el segundo tenía vivienda propia y una buena economía para sustentarse, no estaba de más un poco de ahorro. La oportunidad era excelente por donde quiera que se viera.

—Traes muchas cosas contigo, hyung, ¿es que planeas preparar la cena? — Kihyun hurga en el refrigerador en busca de agua fría.

Hyunwoo niega a pesar de no ser visto, acomodando las cosas sobre la mesa para averiguar que todo seguía en buen estado.

—A decir verdad son cosas de Hoseok, esta mañana me comentó que se irá de la ciudad por una semana y recién había hecho sus compras, como no quería que se desperdiciara nada, me pidió traerlas conmigo.

—Que gran detalle de su parte. — Kihyun llega hasta la mesa y echa un vistazo a todo lo que había sobre esta —Prepararé la cena si no te importa, puedes tomar una ducha mientras tanto.

Un Hyunwoo de rostro iluminado asiente sin decir más y desaparece al entrar en su habitación, segundos después cruza el pasillo medio desnudo hacia el baño, un hábito al cual Kihyun todavía intentaba acostumbrarse. Claro, para Hyunwoo era más que normal andar con sólo el traje de baño de aquí allá, ¿por qué no hacerlo en su propia casa? pero es que pareciera que ese hombre no se daba cuenta de que era una tremenda obra de arte tan solo por existir y lucir sus bien marcados músculos, fruto de su profesión. Y, a pesar de que a Kihyun esto no le pone nervioso, en ocasiones se descubre fijando la mirada en él por más tiempo del que es apropiado, en serio, nadie podría culparle.

Se puso manos a la obra con música de fondo. Kihyun y Hyunwoo no solían comer juntos regularmente. Cada quien se encargaba de sus propios alimentos, pero había ocasiones como esa en las que compartían la mesa y una charla llena de asuntos de trabajo y anécdotas del día. En una de esas ocasiones, Hyunwoo se había declarado fan de las habilidades culinarias del menor, así que no era de extrañar que no pusiera ni un solo pero cuando éste mencionó que cocinaría. Y Kihyun, por su parte, no iba a negar esa pequeña pizca de orgullo y felicidad que le daba sentirse elogiado por su hyung. Puede que no fueran los más cercanos, pero Kihyun realmente admiraba la pasión que el mayor ponía en todo lo que hacía, llegando a considerarlo como un modelo a seguir.